Un candidato que representa la peor de las opciones
Por Cristina Coto, en Asturias Diario
Javier Fernández resumió en su discurso de investidura sus objetivos de la pasada legislatura, a saber: “superar la etapa de extravagancia y desgobierno de FORO”, “afrontar la recesión sin abolir el estado del bienestar” y “favorecer el empleo y el crecimiento”. Los 232.000 asturianos en riesgo de pobreza y exclusión social hacen saltar por los aires el segundo objetivo y, el hecho de que hoy Asturias tenga 11.523 afiliados menos a la seguridad social que cuando Fernández accedió al gobierno es el retrato de un fracaso que no admite contestación. En cuanto al primer objetivo, mencionado ya en su discurso de investidura de 2012, solo evidencia una obsesión estrictamente personal.
Pese a ello Fernández tuvo la osadía de presentarse en su discurso de investidura del pasado martes ante la sociedad asturiana como el único hombre que puede liderar “un tiempo nuevo”, un “horizonte abierto al cambio”. El nivel de desprecio hacia la sociedad asturiana que representan estas palabras es desolador; especialmente porque al mismo tiempo que se presenta como adalid del cambio afirma que Asturias es profundamente “dependiente de España y de Europa”. Falso, ¿Por qué entonces otras regiones van en cabeza del crecimiento y hace tiempo que empezaron a salir de la crisis?
Y para rematar su inhabilitación para presidir Asturias suma, a su estéril trayectoria durante estos tres años, en términos de crecimiento económico, creación de empleo o mejora del estado del bienestar, una falta de respeto a la Junta General que carece de precedentes. Al Parlamento le desprecia, le resulta un ente sumamente molesto, por lo que ha contribuido a su degradación valiéndose de él tan solo como un instrumento al servicio del gobierno; la mesa de la Cámara se reparte favoreciendo a los partidos afines, y hasta el propio y devaluado formato del debate de investidura responde a la imposición del formato más cómodo para el presidente en funciones, un debate que no lo es propiamente dicho sino solo monólogos sucesivos de las diferentes formaciones políticas. Y, como siempre, negociaciones secretas entre las izquierdas, sin luz ni taquígrafos, teatralizando eso sí la supuesta ausencia de acuerdos, con un Gaspar Llamazares clamando para que Podemos se sume al PSOE e IU, con el fin de no quedarse sólo en su eterno papel de salvavidas de los socialistas, con el fin de elevar el precio de su apoyo al PSOE y con-seguir alguna consejería más o, también, quizás, el senador por designación autonómica.
El espectáculo es muy poco edificante. En la segunda votación, el viernes, FORO apoyó con sus votos la investidura de Mercedes Fernández, porque la candidatura de Javier Fernández es la peor opción de las posibles, a la vista de la citada trayectoria, de su balance como Presidente y de su escasísima, por no decir nula, voluntad de cambio expresada en el debate de investidura.
Al PSOE no debería sorprenderle; yo misma le dije en el debate de investidura que, siguiendo sus propios argumentos, los que dirigió a FORO en 2011, era su obligación pactar, aplicarse el cuento que exigió a otros con tanta superioridad moral.
En otro orden de cosas la decisión tomada refleja fielmente las profundas diferencias de estilo entre el PP y FORO, en coherencia y en comportamiento con el PP; nosotros les pedimos el apoyo en 2011 y en 2012 y no fueron capaces de darlo, impidiendo la unión de los votos suficientes para hacer realidad el cambio necesario en Asturias, un cambio que ya sería hoy una realidad de progreso para los asturianos.
Unas diferencias entre lo sucedido en el pasado reciente y lo acontecido ayer en la Junta General fundamentadas también en que en FORO no practicamos el ‘ojo por ojo; diente por diente’ porque aspiramos a ser mejores y no simplemente iguales que las demás fuerzas políticas competidoras.
Sería absurdo negar las coincidencias programáticas con el PP porque son las mismas que ya se dieron en 2011 y en 2012; pero también lo sería negar las discrepancias que nos merece su falta de compromiso para defender los intereses de Asturias frente al Gobierno de España, aspecto en el que FORO va a seguir siendo coherente al enarbolar una bandera que rechazaron ambos, el PSOE y el PP, y que se ha convertido en propia de FORO.
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