Vuelta a empezar

Por Inaciu Iglesias en El Comercio

Nos alegramos de las victorias y aprendemos de las derrotas. O eso dicen: que las derrotas aportan humildad y sabiduría y que hay que saber encajar los fracasos porque solo los necios son incapaces de superar los triunfos. Si es así voy a acabar siendo listísimo porque, humildemente, no hago más que equivocarme en las previsiones electorales y en los resultados. Ya saben: de derrota en derrota hasta la victoria final; ése parece ser el lema. En cualquier caso mi opción, Foro Asturias, el proyecto en el que estoy involucrado y considero mío, tuvo muy malos resultados este domingo. Y como no me gustan los rodeos y creo que a los problemas hay que mirarlos de frente, así lo digo y lo admito: fueron malos resultados. Y me da pena por la gente que encabezó listas y peleó en candidaturas que no consiguieron el apoyo de las urnas. Me da pena y rabia porque los conozco y sé que son gente válida y honesta: muy válida y muy honesta. Pero las circunstancias pesan, los votos mandan, la democracia es así y también me alegra saber que hay sitios donde se consiguió asentar representación, mayorías y alcaldías y donde se demostró que se puede gobernar con eficacia, sentido común y apoyo en las urnas.

 

En cualquier caso, ganó la izquierda en nuestro pequeño y verde país y, además, ganó el bipartidismo. No es incompatible; son tiempos complicados y difíciles de explicar pero insisto en las dos cosas: entraron nuevas fuerzas con fuerza, valga la redundancia, pero se asentaron los conservadores de izquierdas, valga también la aparente contradicción. O, dicho de otra manera: entraron los nuevos pero siguieron ganando los viejos. Es cierto que los tres partidos de izquierda suman 28 escaños (ya tuvieron 31 en los años ochenta). Pero también es cierto que los dos partidos más votados siguen siendo los de siempre y que aquí, en el fondo y de momento, todavía no cambió nada: la gran coalición o el pautu del duernu superó la prueba y consiguió asentarse –más- en el gobierno. El PPSOE sigue disponiendo de una mayoría absoluta de 25 escaños con un matiz; eso sí: que, con el mencionado giro a la izquierda de los votantes, Javier Fernández pasa ahora a ocupar una posición más centrada; pierde votos y escaños pero, al poder apoyarse en los dos brazos, según convenga, gana apego al sillón.

 

¿Y nosotros, qué? Pues nosotros mal. Nosotros tenemos que ir al rincón de pensar porque el mensaje de los votantes es claro y hay que saber interpretarlo. Con sus matices y su contexto; que tampoco es cuestión de venirse abajo ni dejarse avasallar porque las derrotas, insisto, si se saben digerir, te acaban haciendo mejor. Y, así, sin dejarnos arrastrar por el revanchismo –de dentro o de fuera- o por el derrotismo –de fuera o de dentro- tenemos que volver a nuestra esencia para levantarnos y seguir peleando. Con humildad, con honestidad y con humanidad; que creo no es mala fórmula del todo. Humildad que siempre es necesaria para escuchar e interpretar críticas y propuestas; honestidad porque nos permite ser fuertes para seguir denunciando y desmontando corruptelas y aportando soluciones y buen gobierno; y humanidad porque, al final, se trata siempre de eso: de personas y de sentimientos. Y nuestro sentimiento, nuestra esencia y nuestra fuerza no es otro que tener a Asturias como nuestro principio y nuestro fin -nuestra alfa y nuestra omega, si ustedes quieren- y saber que cualquier sacrificio, derrota o sinsabor (incluso mejorando lo presente) merecen la pena porque la causa es noble: Asturias ante todo.

 

Tenemos mucho que decir, tenemos mucho que pensar y tenemos mucho que cambiar. Por eso, por todo lo que somos y representamos, por Asturias, tenemos que volver a empezar.