Nuestro colaborador, el artista plástico e intelectual Carlos Roces Felgueroso, analiza, según su legítima forma de ver la realidad que le circunda, el Festival de Cine de Gijón.

La   celebración de la fiesta es muy sonada. Junto a las Calderas de Pedro Botero, Satanás, Belcebú y Lucifer  lo pasan muy bien. La publicidad en el cartel dice:  “...siete años grabando, sin maquillaje ni aderezos,  la experimentación erótica extrema de París a Nueva York y de Tokio a Río. Sexo y placer entre adultos que consienten: sado, bondage, fetichismo, tríos, quintetos, multitudes, zoofilia, coprofilia, lluvia dorada, spanking... un inmenso trabajo de filias, fobias, gustos y opciones sin mensaje ni moraleja y tal cual fue presenciado por el director”.

La propaganda de otra película dice:

“Checoslovaquia, 1965,  fábrica triste de zapatos proletarios, la más guapa del lugar se enamora de un músico. Cama, pareja sin ropa hace el amor, apetitos burgueses, desencanto político... A la Primavera de Praga le quedaban tres años..”

Así, otras películas  hablan de  “ un sitio liberador, en Nueva York,  para los amantes del sexo, donde lo único que no se admite son tapujos, remilgos, pudores e inhibiciones”.  O de un chico de Taiwán que,, “en una casa de hombres, despierta el deseo de uno de ellos. Lo desoye, está embarcado en una historia de amor con dos mujeres”. Otras películas hablan de jóvenes que consumen pastillas de todos los colores y que cifran la libertad y la felicidad en sus excesos y en vivir al límite......

 La celebración va en aumento. El trabajo está hecho. La siembra sigue produciendo sus frutos.  Satanás, Lucifer y Belcebú, entre carcajadas de satisfacción, brindan por un nuevo año del “Festival Internacional de Cine de Gijón”, que no solo está  consolidado sino que sigue creciendo y ganando espectadores nuevos cada año. Tanto niños como jóvenes como maduros e inmaduros reciben cargas de erotismo y pornografía, en una campaña perfectamente preparada desde la profundidad del infierno. Las consecuencias y los efectos directos son evidentes: Cada año son menos los jóvenes que se libran de la ola de  fornicación promovida. Cada año los demonios consiguen más clientes para el consumo de sus drogas, legales o ilegales. Cada vez son menos los niños que rezan....

 Todos los demonios están felices. Intensifican su campaña de “Corrupción de la juventud”, interesándola en el sexo, con esas películas. Así, con los métodos de siempre, logran alejarla de la Religión.  Y, además, con la colaboración de muchos, porque el apoyo institucional al igual que los patrocinadores privados, ha estado ligado a este Festival desde el principio.  “Y esta apuesta cultural ha  rendido con creces porque Gijón es ya una cita  cinematográfica inexcusable”.

 Como añadidura, Satanás, Lucifer y Belcebú brindan también por el aumento de las blasfemias, pues son muchos los ciudadanos que se enfadan, blasfemando, al ver como se emplean los dineros de sus impuestos en organizar juergas para los invitados a estos festivales.  También blasfeman los que ven en qué  “obras sociales y culturales” invierten los beneficios de los intereses de las hipotecas que les están cobrando todos los meses. 

Los diablos siguen en su celebración, pues están seguros de que el próximo año seguirán viniendo películas de “trasgresión”.    Lo importante, para muchos, es que los diablos sigan contentos.