Artículo de nuestro colaborador el guía de montaña y escritor turístico Víctor Manuel Villar Pis

Llega el oriciu, sabrosu viciu
vamos al pedreru, apetézme comelu.

Las primeras especies de erizos de mar se conocen desde hace más de 200 millones de años. Ya los griegos los consumían en aperitivo como bien documentan, entre otros, sus escritores Aristóteles y Epicarmo y los romanos también los consumían sazonados. Se dan principalmente en el mar Mediterráneo, en el Atlántico, desde Irlanda hasta las Canarias y en el Cantábrico. Tradicionalmente los comían los pescadores de Cataluña, Andalucía y Asturias, siendo conocidos como oricios y en Colunga, "tierra de sandunga y sal", como dice la letra de una canción del músico polesu descendiente de madre colunguesa, Falo Moro, también se les llama arcinos y arancinos.


Los equinoideos (Echinoidea), son una clase del filo Equinodermos, palabra de origen griego que significa piel espinosa (equinos-espinos y derma-piel), de forma discoidal y apariencia extraña, con forma de caparazón esférico en el que se articulan las púas o espinas de más o menos extensión distribuidas por filas. En la parte inferior tiene la boca y su caparazón tiene diez filas de placas calizas, siendo su aparato ambulacral muy parecido al de la estrella de mar. Generalmente son de color verde, negro o violeta. Vive en el fondo marino y sus principales alimentos son las algas y los pequeños crustáceos.

Todas las especies de oricios son dioicas, es decir, masculinos y femeninos, siendo las mejores las hembras, que tienen las gónadas de color amarillento intenso, siendo las de los machos de color rosado pálido y blanquecino. Para alcanzar su talla mínima, el oricio tiene que tener unos cinco años. Los que estamos acostumbrados a ver, tienen unos ocho años de crecimiento.


Hay actualmente catalogadas unas 950 especies de oricios, recibiendo la especie asturiana el nombre de Paracentratus lividus. La reproducción ocurre en el mar, cuando el macho expulsa las gónadas, que son cinco colocadas radialmente y los espermatozoos nadan hasta alcanzar las hembras, siendo su fecundación externa. Las gónadas son el órgano suculento y jugoso, maduran durante el verano y parte del otoño, aumentando de volumen y tomando su coloración característica de amarillo intenso.


Aunque no hay estudios científicos que lo avalen ni lo desmientan, estudiosos, marineros y pescadores con muchos años de experiencia en la mar, me han contado que no existe alimento mejor que el oricio para solucionar los problemas de estómago, desde la acidez hasta la gastritis. Bajo en calorías y en hidratos de carbono, al ser muy rico en yodo, con él se evita el riesgo de padecer Hipotiroidismo y, con su elevado contenido en hierro, se previenen y tratan las anemias. Aporta a su vez fósforo, con lo que se rebaja suavemente la tensión arterial, así como Vitamina A que previene muchas de las enfermedades de la vista, y es además indispensable para la piel.

Aunque los meses del oricio son los que tienen "r", la temporada es de noviembre hasta abril, siendo los mejores los de los meses de enero, febrero e incluso marzo, cuando con las buenas mareas se llenan los pedreros de gente en busca del preciado manjar. El "ir a oricios" es un arte. En nuestro concejo de Colunga vamos a oricios y comemos oricios. Un gancho o tridente, un caldero o cubo, botas o calzado que no resbale y una buena marea y "a oricios". En Asturias su captura está regulada por Ley, hay que sacar licencia y el cupo es de 5 kg.`por pescador y día.

Y los oricios, hoy en día son un manjar, tanto que ya los llaman caviar. Y nuestro oricio autóctono tiene aires de grandeza al ser considerado como caviar del Cantábrico. De "guajes y ya no tan guajes" no nos perdíamos una marea en los pedreros de La Isla, Huerres y El Saltu La Muyer y, pues al decir de los entendidos, son los mejores lugares del concejo. Viven en grupos en el fondo marino y se suelen coger entre metro y medio y tres metros del nivel 0 de las mareas. Actualmente y siempre que nuestras obligaciones lo permiten, no faltamos a la cita con amigos, porque luego viene la fiesta, esa oriciada degustada en grupo y acompañada de sidra. Y en el pedreru a mi "gústame comelos crudos", porque están muy buenos y sabrosos y no merece la pena perder tiempo en estropealos ferviendo. Porque el "arcín/oriciu, si no lu comemos crudu en el pedreru, debemos comelu en un prau, al sol, con sidra y con el dedin". Y si la sidra es de casa, mejor. Cuando se va a oricios, lo que más molesta son las traicioneras espinas que se nos clavan en los dedos. Y no es fácil sacarlas en el apto. Lo mejor y menos doloroso según cuentan todos los expertos, es esperar a que suba de nuevo la marea, porque increíblemente la espina sube a flor de piel.

Hasta los años 80 del pasado siglo, era todo un espectáculo ver en Gijón camiones y camiones cargados de oricios procedentes de Galicia y del occidente asturiano que, en fila, aparcados entre "la rampla" y el Campo Valdés, en pleno Muro de la playa de San Lorenzo, los vendían a "cinco duros la palada". Y allí, gente de todos los sitios guardando cola y provistos de calderos, cestos o bolsas compraban los oricios.

Y abrirlos es todo un ritual. En cada sitio, cada uno los abre a su manera, como mejor cree que puede. Hay expertos en abrirlos con dos cucharillas de postre o dos tenedores pequeños haciendo palanca, o con tijeras cortando desde el punto de la boca, o también con un cuchillo por el mismo sitio, pero a mi "gústame abrilos con el mazu, de un golpe, con ruidu de pedreru". Hoy en día que es todo tan moderno, una empresa avilesina patentó y ya está comercializando "un abridor" de oricios.


Comer los oricios cocidos es muy sencillo, es muy fácil de hacer. Basta echarlos en una pota con agua y un buen puñado de sal, y desde que comienza a hervir el agua, a los dos minutos ya les les saca. También me dio un buen amigo del occidente asturiano una receta para cocerlos al vapor. Así me indicó que se deben de colocar en una pota ancha de uno en uno y con la boca para arriba. Se les echa sal gorda en la boca y cuando comienza a salir el vapor y la tapa esté muy caliente, ya están. Las tersas huevas (gónadas) nos sabrán a mar.


También se pueden congelar. Es muy sencillo y fácil de preparar. Hay que abrir los oricios crudos y se sacan las partes amarillentas (gónadas) que son cinco y están situadas de forma radial. Se ponen las yemas en un recipiente pequeño y las cubrimos con el líquido del oricio. Un buen plazo de congelación son tres meses y las deberemos de descongelar lentamente en la nevera. Y un sinfín de preparados con oricios invaden las cocinas de Asturias, ocupando actualmente un lugar privilegiado en la gastronomía, porque además ligan con todo. Y especialmente sabrosos están con fabes, y con merluza, y con todo, porque el oricio es jugoso y agradecido.

Y si de manjar hablamos, deben de probar el paté, el pastel, la salsa, la crema y el revuelto de oricios, entre otros muchos. Y las huevas solas, cocidas o crudas con una gota de lima. Para seguir chupàndose los dedos. Porque el oricio es sabor a yodo, sabor a olas, sabor a pedreru, sabor a Asturias, es....... un pedazo de mar en el paladar.

Sabemos que ya se consumían oricios desde antiguo. Lo que no sabemos es quién fue el primer ser humano que se atrevió a comer oricios, estos bichos tan feos, con pinta extraña y tan complicados de meterle el diente, porque además pinchan. Todo un valiente o un hambriento o no se qué, pero lo cierto es que nos descubrió algo muy bueno que le tenemos que agradecer siempre, pero ¿quién fue, sabéislo? Porque otro tanto pasa con el inventor del chigre que tampoco sabemos quien fue y "esi sí que lo fizo bien".

Desde nuestras casas de La Curuxa del Sueve, contemplamos el mar y el pedreru, "vamos a oricios pues estamos a solamente cinco minutos de la mar y en las terrazas de nuestras casas, saboreamos los oricios con sidra y acompañados de amigos en plena naturaleza y a la sombra de El Sueve. Porque el tomar oricios no es comer ni beber, es respirar a mar y disfrutar de la amistad.

Y si no podemos ir al pedreru, en Huerres organizan los días 11 y 12 de Febrero unas Jornadas Gastronómicas de los Oricios. Al precio de 12 euros ración y botella de sidra, el éxito de público está asegurado. Cuentan con carpa y orquesta y en cuanto a organización de festejos y jornadas gastronómicas tienen amplia experiencia.

Y como dice el refrán "añu de oricios, añu de beneficios", pues vayamos a oricios y comamos oricios.