ANECDOTAS POPULARES DE COLUNGA EL RODAJE DE “DICK TURPIN” 1.974

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ANECDOTAS POPULARES DE COLUNGA: EL RODAJE DE “DICK TURPIN” 1.974

Hace unos días hacía referencia Juan (Moriyón) al rodaje de la película de aventuras “Dick Turpin” dirigida por Fernando Merino y con Sancho Gracia como estrella, cuya primera parte tuvo lugar en nuestro solar, playas de Colunga, Lastres y aledaños sobre todo, aunque bueno, ya saben que luego eso en pantalla decepciona un poco al ir a verla porque al fin y a la postre casi siempre pasa lo mismo, y es que salen cuatro planos y un par de tomas rápidas y enfocadas raramente que saben a demasiado poco para el “xarabal” que suele montar esta gente de la farándula en sus correrías.

 

Pero vamos a la anécdota en sí que vinculada a tal rodaje se produjo, aunque a ver como se la cuento sin mencionar al protagonista y eso, porque aunque ya haya fallecido (bien joven por cierto y de una muerte de esas tonta, pero que cuenta igual) es bastante probable que a la familia no le guste, aunque sea de popular dominio y todo el mundo lo sepa, así que ya saben eh:

 

Que chitón los enteraos, que es perfectamente viable saber el pecado sin mencionar al pecador.
Pues resulta que los rodajes previos a los trucos de la era digital, necesitaban más infraestructuras para dar veracidad a sus historias, no como ahora que con cuatro extras hay un software que multiplica por mil hombres y caballos que aquello parece el ejército persa en un momento, y con cuatro gatos.

 

Pero no era ese el caso entonces, y andaban afanados los productores en buscar aparte de localizaciones, gentes que pudieran disponer de caballos, tipos que cuadrasen con marineros de época o fieros filibusteros al uso, y por ahí va la cosa, pues alguien preguntado por el encargado de contratar los numerosos “extras” entre las gentes de la localidad sobre todo, le indicó que había un paisano en tal lugar que ni pintado para eso, porque aparte de su piratesco y mal encarado aspecto, era un experto en caballos y propietario de caballerías además…

 

Así que nada, sin más dilación se dirigen a su casa los profesionales de la farándula en un automóvil poco ortodoxo pintado de flores que añadido al aspecto un tanto progre y desaliñado que suele tener la gente del cine y el espectáculo en general a veces, provistos de pendientes sombreros de paja y demás perifollos poco del agrado de un tradicional paisano de pueblo con mucho que hacer y un tanto reacio a las monerías de este tipo, y tienen la mala fortuna de despertarlo de la siesta un tanto de mal humor.

 

Como pueden suponer y dadas las circunstancias, el personal a primera vista no le entró al hombre por el ojo y si añadimos a esto una vez iniciado el diálogo sobre el asunto que las gentes de pueblo – al menos en esa época – solían tener un concepto un tanto estereotipado de la farándula y los cómicos, pues sus recuerdos de infancia solían ser los de los gitanos de la cabra y las gentes del circo que pasaban de cuando en cuando por normal general con más hambre que los pavos de Manolo y que solían coincidir con la desaparición de gallinas y otras fechorías varias no habituales en el lugar, el asunto ya se encaminó con cierta desconfianza desde el principio, lo que añadido a la prepotente actitud de la gente urbana avezada a no tener problemas yendo con abundante dinero por delante y demás, no resultaba descartable que el asunto no fuera por buen camino, así que tratado en principio el asunto de las caballerías relativamente sin mayor problema, pasóse de inmediato al asunto del “extra” de filibustero, con la inconsciente y temeraria actitud de uno de los presentes a quien no se le ocurrió otras cosa que agarrar sin previo aviso de la barbilla al futurible actor y darle vueltas al careto pacá y pallá con el fin de comprobar la idoneidad del perfil, así que si lo del malhechor ya le sonó al amigo a cachondeo, pues no digamos ya nada del inesperado y burlesco manoseo, que por otra parte a nadie con dos dedos de frente se le hubiera ocurrido ni por asomo.

 

Y ahí si que ya la cosa explotó por los aires, puesto que el paisano sintiéndose gravemente ofendido y agraviado por aquél par de “cantamañanes”, al grito de “Cagon Dios, La Virgen María y medio santoral…” agarró una guiyada que tenía en el portal y salió corriendo tras dellos como alma que lleva el diablo.

 

Reaccionaron como reactores los progres viendo la que se les venía encima y saltaron la portilla de madera de igual manera que avezados atletas de vallas, pies para que os quiero directamente al coche detrás del cual corría desaforado “el filibustero” que si los llega a pillar los abrasa.

 

Y de esa guisa terminó sin mala fe por ninguna de la partes este negocio, simplemente no lo hicieron posible las diferentes formas de ver las cosas de los protagonistas, sus miedos y sus conceptos del honor y de ver las cosas, pues como bien indicaba el “violento” agresor, a la postre un tanto recriminado por su violenta actitud:

 

Pero hombre… ¿A quien se i ocurre venir a la hora de la siesta a tocar los cojones a la casa de una familia decente – probe, pero decente – a facer estes moneríes eh…?

 

Y bueno, pues no sé, no digo yo que fuera loable su reacción, claro, nada de eso, pero en cierta manera algo de razón sí que tenía…

 

¿No les parece?

 

Por cierto, ahí tienen el enlace de red por si quieren ver la cinta:

 

https://www.facebook.com/groups/745421018871367/