Colunga, Colunga... Es un pueblo de Sandunga.

Y de la mejor manzana de la comarca asturiana 

COLUNGA, COLUNGA, ES UN PUEBLO DE SANDUNGA,

Y el de la mejor manzana de la comarca asturiana…

 

Seguro que han oído ustedes en multitud de ocasiones este archiconocido estribillo, y seguro también que no saben de qué manera continúa.

 

No es extraño, han transcurrido tantos años, que claro… Además no crean, es más largo de lo que se imaginan, y cómo no, es producto de una mente brillante, que en la época de la que estamos hablando no podía ser otra que la de la estrella del momento: El Gaiteru Libardón, cuyo espaldarazo a la fama fue cosa del patrocinio de Sidra Champagne el Hórreo ; Hijos de Pablo Pérez (Los Pablos para que me entiendan, vaya…) no deben obviarlo, que ni cortos ni perezosos se presentaron en la Exposición Universal de París con ese Hórreo (Fotografía cortesía de Elisa Gómez) construido con botellas de su exquisito producto y unas magníficamente ataviadas azafatas al colorido estilo regional escogidas – como no – entre las mozas más floridas y hermosas de Colunga (Eso ahora sería impensable, pues seguro que el lobby progrefeminista impondría su criterio y seleccionaría a cuatro cocos capaces de espantar al más pintado, seguro… Menos mal que eran otros tiempos)

 

El éxito fue apoteósico, claro, y a ello contribuyó en gran medida sin duda este famoso estribillo que ustedes desconocen – excepto alguna estrofa - acompañado por la mágica gaita de Libardón - única e inimitable - que decía así: *

 

* Aunque había versiones como ven que eran variantes, aunque muy similares todas de la composición original adaptada.

 

¡SANDUNGA....!

El que quiera beber sidra del champán más excelente que compre la que fabrican los hijos de Pablo Pérez.

 

Colunga, Colunga, es un pueblo de sandunga y de la mejor manzana de la comarca asturiana, y que conste que no es chunga, Colunga, Colunga 

 

La sidra champán d'El Hórreo armó una revolución y en los mejores mercados tuvo enorme aceptación. 

 

La ciencia, la ciencia, que la analizó en conciencia, ha declarado en seguida que esta soberbia bebida; es la de más excelencia, la ciencia, la ciencia.

 

Y una que estaba muriendo de una fiebre tifoidea, en cuanto probó la sidra d' El Hórreo se puso buena.

La fama, la fama, esta sidra ya proclama 

y todo aquel que la pruebe si una botella se bebe otra en seguida reclama, la fama, la fama…

 

Señor cura del infiestu, la doctrina non la sé, pero sé cantar la trampa que hicieron a D. José.

 

¡La trampa, la trampa, porque la hicieron se canta, que si no la hubieran hecho nadie se acordaba de eso, de eso nadie se acordaba, la trampa, la trampa…!

 

Pero bueno; ¿Para qué me tienen ustedes a mi si no, eh; a ver, para qué?

¡Ay…!