Colungueses ilustres: De Libardón

Excmo. e Ilmo. Sr. D. Benito Forcelledo y Tuero, Obispo de Astorga, Miembro de la Real Academia de Teología, Cruz de la Real y distiguida Orden de Carlos III, y Gran Cruz de Isabel la Católica.

Hijo de modesta familia, nació este sabio y virtuoso prelado asturiano el día 12 de Enero de 1.803 en Libardón, pintoresca parroquia del concejo de Colunga en el Principado de las Asturias de Oviedo.

Desde los primeros años manifestó singular aptitud para el estudio, obteniendo las notas de sobresaliente en los tres años de Filosofía que cursó en el seminario de León. En 1.821 y 1.822 con igual aprovechamiento estudió dos años de Leyes en la Universidad Central, y después otros dos de Teología en Málaga, a cuya ciudad se trasladó a instancias de Fray Rafael Martínez Obispo de aquella diócesis que le nombró su secretario de Cámara.

En el año 1.827, habiendo muerto su ilustre protector fue llamado por el Excmo. Sr. D. Manuel Fernández y Varela, comisario general de la Santa Cruzada y grande a migo del difunto prelado, honrando al Sr. Forcelledo con muchas distinciones y encomendándole trabajos importantísimo y comisiones delicadas relativas a asuntos de la Santa Cruzada.

A pesar de tantas ocupaciones continuó sus estudios de Teología en el colegio de Santo Tomás de Madrid, sobresaliendo de tal modo que a propuesta de aquel claustro fue nombrado miembro de la Real Academia de Teología.

El venerable Arzobispo de Santiago de Galicia, Fray Rafael de Vélez, le llamó a su lado nombrándole en Mayo de 1.837 Gobernador del Arzobispado con omnímodas facultades cuyo puesto ocupó hasta 1.840 en que a consecuencia de los sucesos políticos fue desterrado a Oviedo.

Al poco tiempo volvió a la ciudad compostelana dónde permaneció hasta 1.848 en que nombrado por Isabel II su capellán de honor tuvo que trasladarse a la Corte, siendo agraciado con la Cruz de Carlos III.

El dos de noviembre de 1.851 fue presentado por S.M. para silla episcopal de Urgel, dignidad a la que Forcelledo renunció en repetidas instancias. Mas presentado de nuevo en 9 de Enero del siguiente año para la de Astorga, no pudo evadirse de admitirla, siendo preconizado en el Consistorio el 18 de Marzo de 1.852 y consagrado el 13 de junio siguiente en la Real Capilla del Palacio de Aranjuez, apadrinándole en nombre de su majestad el conde de Pinohermoso.

Tan pronto como tomó posesión de su diócesis, cifró todo su empeño en labrar la felicidad espiritual de su rebaño, iniciando grandes reformas en el Seminario y fundando el “Boletín Eclesiástico” el segundo de su clase en antigüedad y en donde aparecieron las exposiciones que dirigió a los altos poderes del Estado en defensa de los intereses de la Iglesia.

Visitó en sólo cuatro cortas temporadas 611 templos y ermitas, pronunció 469 pláticas y confirmó 104.377 personas. Reanudó sus trabajos apostólicos en 1.858, recorriendo los arciprestazgos de Galicia y de paso llegó a Santiago con objeto de asistir a la consagración de Ilmo., Sr. D. Fernando Blanco preconizado para la silla de Ávila.

Llevaba recorridas treinta parroquias de su distrito cuando el 10 de junio se dirigió a la iglesia de San Martín de Manzaneda donde después de confirmar con penosa angustia cerca de 700 personas, hubo necesidad de conducirlo al lecho muriendo a los nueve días víctima de insidiosa pulmonía.

Contaba a la sazón 55 años de edad y por Real Orden del 19 del mes anterior su majestad la Reina le había concedido la Gran Cruz de Isabel la Católica.

Su cadáver, embalsamado por dos facultativos y el farmacéutico de la puebla de Trives, (León) fue trasladado a la capital de la diócesis desde donde después de estar expuesto tres días y haberse celebrado solemnes honras fúnebres, se le dio sepultura el día 28.

Tal fue la vida del sabio y virtuoso prelado colungués que murió mártir de su celo religioso, después de una vida extraordinariamente activa y plenamente dedicada a los demás en una época turbulenta de la historia de nuestra nación, lo que como a muchos otros le causó también persecuciones y destierros, y no sólo el citado a Oviedo, sino a Baleares e incluso a Francia , pues por su estrecha relación con el arzobispo compostelano tuvo problemas con los gobiernos liberales a la muerte de Fernando VII.

Toda una figura de gran talla intelectual y humana bastante más conocida como otras muchas fuera de su terruño que dentro. Valga esta breve reseña para rescatar del anonimato a este ilustre personaje, originario como ya se ha indicado de la parroquia de Libardón.

Omar Pardo Cortina