EL BARRIO DE LLINARES Y OTROS DE LA PARROQUIA DE SALES

Sobre la importancia de la toponimia...

EL BARRIO DE LLINARES

Y OTROS DE LA PARROQUIA DE SALES

Bien sea por razones climáticas o por convenciones sociales que han ido evolucionando con los tiempos, la humanidad ha tenido la necesidad de abrigarse y vestirse, o de ambas cosas.

En nuestro solar y aledaños, la producción de fibras textiles como la lana, el lino (y el cáñamo, aunque en mucha menor medida) han tenido hasta los albores de la Revolución Industrial – hace cuatro días como quien dice - una importancia fundamental, ocupando durante siglos el invierno de las mujeres asturianas que se reunían alrededor del hogar para hacer lo que se conoce como “El filandón”

Esta labor cotidiana era parte primordial en la vida rural asturiana hasta bien entrado el siglo XX, de ahí que estas actividades textiles en las sociedades rurales preindustriales tuvieran una gran importancia social y económica hasta épocas muy cercanas, a pesar de que ya en la Edad Media se importaban paños finos procedentes de los Países Bajos y Castilla, pero no de manera generalizada sino de manera restringida a los estamentos sociales más favorecidos.

Esta industria alcanzó su apogeo a finales del siglo XVIII y principios del XIX, siglo en el que se generaliza en cierta manera el uso del algodón y las fibras sintéticas, lo que supondría el principio del fin de la producción artesanal de las fibras para los tejidos a nivel general, aunque aquí, la difusión entre los campesinos de tejidos de algodón catalanes y de paños castellanos que sustituyeron al lino y a las estameñas de lana llegó como ya hemos indicado bastante más tarde, sobreviviendo aún mucho tiempo el uso generalizado de ropa fabricada con lino y lana, fibras que eran producidas, hiladas y tejidas en el entorno rural de manera completamente artesanal aún en las propias casas, y no es hasta bien entrado ya el siglo XX cuando el cultivo del lino, los filandones y las técnicas textiles tradicionales se convirtieron en actividades del pasado.

Pero convertir las plantas en fibras textiles era un complejo proceso que requería multitud de operaciones intrincadas que no vamos a describir aquí, aunque sí que vamos a hacer referencia a una de ellas ya que el documento que se adjunta lo requiere:

“Espadar”; y lo requiere porque es lo que esa mujer de Carrandi está haciendo ahí hace más de un siglo (1.910), o sea, golpear los tallos con una espadilla sobre el borde de una tabla para romper las fibras leñosas que era el paso previo a rastrillar o pasar las fibras por un rastrillo para limpiarlas totalmente y clasificarlas según su finura.

La linácea al parecer es una plata herbácea que requiere unas condiciones muy concretas para desarrollarse; a saber:

Tierra fértil, de buen fondo, sustanciosa, ligera, suave, fácil de desmenuzar, suelta y libre de terrones, ya que la semilla no podría germinar en otras condiciones, de ahí que los Llinares eran lugares muy específicos que reunían esta serie de condiciones para el desarrollo de esta planta ampliamente cultivada en toda Asturias hasta bien entrado el siglo XX, tal es así que aunque el cultivo prácticamente ya ha desaparecido su ancestral importancia se ve claramente reflejada en nuestra actual toponimia con términos como “Llinares, La Llinar (Chinares o Liñeiras en Occidente), Llineres, La Llinariega evolucionada a Sinariege por ejemplo, etc.

Y ahí queríamos llegar, puesto que aquí en nuestra parroquia de Sales hay precisamente un barrio que aún se llama Llinares, que para que se me aclaren les diré que es el que está a la entrada de la localidad viniendo de Colunga, más o menos desde donde Sidra Crespo hasta el barrio del Fonduxu poco más o menos, así que ya se pueden imaginar el por qué de su denominación, ya lo ven; o sea que como bien dice el estribillo “Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid”, nos vamos a tomar la licencia de hacer una breve referencia a los demás barrios de Sales que no son pocos, empezando por los más antiguos, que por cierto son los más altos, ya que la parroquia progresivamente fue asentándose a menor altura, ignoro por qué a lo largo del tiempo, o sea:

Villanueva, el Penayu, y hasta hace poco La Poledura en el límite con las parroquias de Lastres y San Juan; en Villanueva hubo palacio (del que aún se conservan los restos) y capilla, Payares y el Castillu (dónde está perfectamente documentado un asentamiento romano)

Formedera, con la Cruz (encrucijada del camino Jacobeo a su paso por nuestro solar) y La Quintana de La Cazuela, los siguen en antigüedad al ir produciéndose el progresivo fenómeno de asentamiento de la población a menor altura como ya les he indicado, hasta llegar al barrio del Fonduxu ( encima de la Iglesia actual) y al Castañeu y La Venta, ya casi encima de “la recta” en la salida hacia Lue para luego ya extenderse con posterioridad a las zonas más nuevas, o sea Los Mefales, Llinares, La Calzada (que no es de Colunga) y luego a La Miranda el Tarrerón y La Venta Peón ya en la carretera de Pernús.

Algunos pensarán preguntarme ahora el motivo por el que se confiere al barrio de Llinares un trato preferencial en esta historia, pero no va a ser necesario porque eso en Sales ya se lo dice cualquiera, no tienen más que abrir la boca

¡Ay…!