GENERAL MOLA, EL CONSPIRADOR.

Sobre la infame masonería... (De nuevo)

Que no les vendan la moto los hispanistas anglos aplaudidos hasta con las orejas por los liberales tergiversadores de nuestra gloriosa historia desde tiempos inmemoriales, y no solo me refiero a las fabuladas diatribas de Preston, Ian Gibson e incluso Hugh Thomas que cojean todos del mismo pie, ya saben, y por ello precisamente son considerados por la quinta columna como Santones intocables, que no les vendan la moto, que no los necesitamos para nada ya que si de algo no carecemos aquí es de historiadores de tronío capaces de relatar nuestro devenir con veracidad y con menos alardes de propaganda por tanto, así que no se fíen de los nombres ni de las publicidades, hagan caso a lo que lean, cotejen y comparen.

He de decirles lamentablemente que parte de algunos ilustres nuestros - por eso precisamente son ilustres - están también al servicio del enemigo, prefiero no citarles porque como bien dice nuestro sabio refranero " No hay mejor desprecio que no hacer aprecio".

Afortunadamente son minoría, aunque por razones obvias son a quienes más bombo se les da naturalmente, así que vuelvo a aconsejarles, antes de sacar conclusiones anticipadas, lean, cotejen y comparen que tirando otra vez del sabio refranero popular sin duda sabrán que "Primero se coge a un mentiroso que a un cojo"

Si quieren hacer la prueba aquí tienen una obra imprescindible y documentada de primera mano que les aclarará muchas cosas, y de un escritor de Colunga que en su día fue premio Nacional de Literatura aunque en su propio pueblo ahora se nieguen a reconocerlo, no deben olvidarlo, ni aunque el protegido plebeyismo imperante diga impunemente de él perlas como esta:

"Resulta higiénico leer a este militar gallego - ignoraba que Colunga se hallara en Galicia - ya ven el grado de conocimiento, no porque su prosa sea una maravilla, que no lo es, sino porque cuanto más se esfuerza en alabar a su biografiado, Emilio Mola Vidal, más hijoputa se me presenta éste"

Ni puto caso, échenle una ojeada y se sorprenderán.