LA LAVADERA, LA LAVADORA, LA MUJER TRABAJADORA y otros cuentos de Calleja…

Sobre el progrefeminismo ese...

LA LAVADERA, LA LAVADORA, LA MUJER TRABAJADORA
y otros cuentos de Calleja…

Eran otros tiempos, un tanto lejanos sí, porque aquí el que suscribe, que ya es un viejo pa tirar, algo se acuerda de esto, pero muy, muy poco.

Aún así, sí que recuerda haber visto alguna vez a mujeres en el río lavando ropa con un instrumento de madera como el que ahí pueden ver llamado “lavadera” mediante el método – un tanto contaminante además - de frotar y frotar, para luego llevarla con un acompasado equilibrio un largo trecho al tendedero en un “barcal” de aquellos de zinc plateado de los de Bilbao que llamaban y algunas veces incluso para no hacer otro viaje con un “calderu” – también de zinc con asa de madera y a veces, las menos, forrado de porcelana blanca – de agua en cada mano, ya que agua corriente en algunos casos – ya también los menos – no había.

Entre el barcal y la cabeza evidentemente había una amortiguación que consistía en una especie de almohadilla un tanto rústica normalmente circular –puesto que el peso solía ser considerable - una especie de rodete de paño – primariamente era de felechu - con frecuencia de varios colores, pues era cosido con desechos de telas sobrantes, llamada tradicionalmente “ruenu” o “rodillu” sobre el que iba el barcal, calderu, cestu y antiguamente la ferrada, tanto para estos menesteres de lavandería como para el transporte de agua, grano, patatas, o pescado en el caso de las sardineras, por ejemplo.

Y eso que entonces la mujer no era trabajadora como estas progrefeministas de ahora, que eso de tener media docena de hijos como poco y cuidarlos, lavando en el río, cocinando con cocina de carbón, trayendo cubos de agua de la fuente y todo eso, aparte de cuidar de la abuela, sallar patates, arrendar maíz, ir a la hierba, hacer arreglos de ropa, hacer el mondongu del gochu y múltiples y duras tareas del campo en las que era ayudante inseparable de su cónyuge -varón, porsupuesto, claro – no era trabajar, que lo de trabajar y eso es de la mujer progrefeminoide de ahora que no hace más que llorar por el hecho de haber estudiado un poquillo y cuidar – y con ayuda y electrodomésticos modernos – de dos o tres chiquillos como mucho – que la abuela en el asilo está y no da lata (Rimbombante residencial lujosa de ancianos VIP, no la vayamos a joder con lo de asilo, que de eso en demokakracia no hay, claro…) reivindicando no sé cuantos derechos y encima llamando despectivamente “marujas” a las amas de casa que como cualquiera con dos dedos de frente sabe son el cimiento básico de la economía este país que se iría a la ruina sin ellas; y encima cuidadín con gurgutar sobre este tema ahora, claro, ya saben aquello de la incorrección política…

Me parece a mi que estas progrefeministas ( No se sí tendrá algo que ver, pero feas en su mayoría como el pecado mortal, Dios me lo perdone) y “ neo mujeres trabajadoras ???” de ahora y todo este cuento de calleja respetan a las mujeres cristianas corrientes – que afortunadamente son la mayoría – lo que el sastre de Tarzán a Cristian Dior…

¡Es que manda cojones eh…!

¡Ah…! Y a ver son capaces de ubicarme ese puente bajo el cual están las lavanderas en acción, porque es un lugar muy emblemático en nuestro solar.

Pues eso…