El baile de los traidores o el triunfo de Barrabás

Sobre el triunfo de la Masonería, o el regodeo de los marranos.

Así a primera vista, no reviste demasiada dificultad deducir que esta fotografía que tienen ahí delante cuenta ya con un considerable número de años, tantos que bien pudiera decirse que siglos. Sí, sí, siglos en plural, puesto que como andamos ya por el XXI del nacimiento de Nuestro Señor, pues eso, siglos, ya, que para datarla correctamente hay que remontarse más o menos al siglo XIX - bueno, a finales de siglo, pero XIX - que no es moco de pavo.

Corresponde como ven a dos soldados (niños prácticamente) de reemplazo de nuestro solar patrio, los hermanos Agustín y Manuel Capellán de la parroquia de Libardón en Colunga (Asturias), que como muchos otros fueron destinados a defender - o a ser masacrados a sabiendas de los traidores internos si hay que hablar con claridad -los restos de nuestro ya decadente Imperio Colonial, una negra página de nuestro devenir, pues diga lo que diga la historia oficial, en la “Independencia” de las mal llamadas colonias por el puerco enemigo, ya que no eran tales, sino parte integrante del territorio español con todas las prerrogativas (Así les fue después de ser “liberadas”) tuvo un papel primordial la sucia masonería traidora, que para más INRI teníamos ya incrustada en casa, en nuestros (por llamarlos de alguna manera) gobiernos y en nuestras Instituciones, puesto que al estar controlados por ellos tenían muy claro los intereses que habían de defender y no eran precisamente los debidos, evidentemente.

Eso explica que ustedes hayan oído hablar y no poco, de Ayachucho, pero nunca de la traición masónica del abrazo de Maquinhuayo, que en ningún manual de historia al uso encontrarán, donde un ejército superior en número, instrucción y disciplina, con una artillería hasta siete veces mayor, se da por derrotado en menos de dos horas cuando todavía le quedan 2,000 soldados plenamente operativos, que deben rendirse a la brava, por orden del mando a pesar de los tenaces esfuerzos de los Oficiales leales que debido a una jerarquía disciplinaria a la que deben someterse poco pudieron hacer.

Eso explica también la multitud de estatuas, calles, plazas y reconocimientos que aún tienen los traidores en nuestro solar patrio: Simón Bolívar, San Martín, José Martí, eso sin contar los nuestros propios, no tienen más que ver las plazas, calles y grupos escultóricos dedicados a Riego tan solo por poner un ejemplo, que uno de los objetivos prioritarios y mejor logrados de los masones fue infiltrarse en el Ejército, con las nefastas consecuencias que ello tuvo.

No se entendería tampoco sin esta premisa la sucia e impresentable traición a Isaac Peral y su submarino, que por algo se entiende que los puercos masones ya infiltrados como digo en todas partes lucharan con denuedo para boicotearlo por razones obvias. Mejor no mentar ya lo que todo el mundo sabe – si es que quiere saberlo -sobre la inferioridad naval española en Cuba y en Cavite a pesar de que desde la metrópoli traicionando criminalmente a los militares se hizo todo lo posible para que así fuera, que todo el mundo bien sabe que más vale cola de león que cabeza de ratón, ¿Cómo explicar si no que el combate decisivo tuviera lugar en Cavite y no en Manila? La respuesta es evidente: El pescado ya estaba vendido de antemano, y lo de la teórica moderna flota acorazada de Dewey frente a nuestras obsoletas naves de madera no cuela ni con calzador, sino que alguien me diga cómo es posible que la flota española fuera destrozada en Cavite (al alba de la noche de Valpurgis de 1898) y Santiago de Cuba (poco antes de San Fermín de ese año), sin que fuera capaz de causar ni un leve arañazo a la escuadra norteamericana, cuando 400 españoles , niños en su mayoría, escasamente armados, y con valor temerario lograron poco antes detener durante 16 días a 20.000 Marines en su avance sobre Santiago, y, finalmente, cuando se rindieron los últimos defensores de fuerte Baler, los “Últimos de Filipinas”, un año después de que se hubiera firmado la Paz de París, quedara de manifiesto que algunos españoles sabían cumplir con su obligación hasta tal punto que las propias tropas filipinas les rindieron honores cuando acabó el cerco y aún siguen haciéndolo ahora cientos años después.

Pero eso que valió en la época dorada de la hidalguía contaba poco en ese fin de siglo, lo que estaba ahora de moda era la traición, la quinta columna, en definitiva los criminales hijos de puta, los mismo que ahora nos tienen en sus manos a través de su infame “demokkracia” (andar con componendas aquí sería ofender, denigrar, zaherir, agraviar y ultrajar a las valerosas víctimas, a sus descendientes y a cualquiera de nuestros compatriotas con un mínimo de decencia) Y esto tan solo fue el principio, puesto que los herederos de estos cabrones han conseguido con su vuelta a partir de la muerte del supuesto dictador volver a campar a sus anchas y arruinar uno a uno todos los logros que el sacrificio de sufridas generaciones de españoles habían conseguido hasta el punto de dignificar y elevar a nuestra Nación a la octava potencia mundial, y entregándonos sin reservas a las Logias bajo cuyo control se ampara el proyecto del N.W.O. que nos ha llevado al empobrecimiento, a las actuales condiciones de esclavitud laboral (con las excepciones de los colaboradores con la traición evidentemente, léase partidos políticos del arco parlamentario salvo alguna muy improbable excepción, sindicatos cebados hasta las orejas, que no merecen tal nombre puesto que no lo son, bien al contrario, pues son fieles colaboradores del enemigo, etc., etc.) a la alineación política con los opresores del mundo y a la ruina total con un empobrecimiento brutal como consecuencia de una deuda increscendo en progresión geométrica de manera imparable, y un sometimiento sin límites al Banco Mundial, al Fondo Monetario internacional y otros Organismos similares controlados por el Sionismo, en definitiva la masonería más poderosa por mucho que trate de encubrirlo con mantos que no engañan ya a nadie a menos que le interese ser “engañado” El baile de los traidores en definitiva, campando a sus anchas de nuevo por nuestro sufrido solar patrio como ven… ¿Que si el asunto tiene remedio? Pues sinceramente, creo que no, puesto para mí la elección del pueblo de soltar a Barrabás en lugar de a Jesús, no fue algo casual, o un error puntual influenciado por circunstancias anormales.

De ninguna manera, yo creo estar en condiciones de afirmar con rotundidad, que si mil veces al pueblo se le diera a elegir sin presiones y con todas las garantías de imparcialidad, volvería a elegir a Barrabás las 1000 veces sin fallar una, y que no me toquen los cojones hablando claro, que de sobra sabían que Jesús era bueno y Barrabás un hijodelagranputa. El baile de los traidores ahora en su salsa campeando a sus anchas por el solar patrio, no es nada nuevo como ven. Dixit. Omar Pardo Cortina