No existe palabra tan ultrajada en la cesta del lenguaje, como la palabra “libertad”. Los seres humanos se han empeñado siempre en atribuirle significados basados en la conveniencia de cada momento. Unas veces la han utilizado en sentido abstracto, como si la libertad fuese una meta y no algo que es inherente a todo ser vivo, convirtiéndola en un yugo, y consiguiendo de este modo, la evaporación de su esencia

Otras veces la han tomado como bandera de reivindicaciones que sólo tienen que ver con los intereses, nada altruistas, de algunos grupos. Así, los humanos han logrado justificar las cadenas que ellos mismos se han impuesto en este mundo que han construido tan lejano de la realidad. No se trata de buscar paraísos perdidos. El vivir es más sencillo. Y eso a lo que tenemos miedo, no es más que una imagen desvirtuada de nosotros mismos. “Volar”, ese sueño que todos reconocemos dentro de nosotros, no es huir de la vida, sino al contrario. “Volar” es asumir las preocupaciones de cada día, las responsabilidades, las necesidades, las penas, y sobre todo no tener miedo a mirar la propia desnudez. “Volar” es no culpar a los que nos rodean, de nuestros propios miedos y errores. A veces el ser humano se siente vacío, porque desea encontrar fuera de sí mismo, la solución a todos sus problemas, buscando mundo y personajes fantásticos que le “saquen las castañas del fuego”, sin darse cuenta, que por poco que se mire en el espejo encontrará lo que busca dentro de sí mismo, y entonces, solo entonces, comprenderá que todo el universo está dentro de nosotros. La comprensión de esta mirada, es la maravilla de la vida. Hay un cuento oriental que habla de un ciego al que se le consideraba el hombre más sabio de la tierra. Un día, alguien le preguntó qué camino de la sabiduría había elegido. Y el ciego le respondió: “Soy astrónomo”. - “¿Cómo puedes ser astrónomo, si eres ciego? - “Porque observo todos estos soles, estas lunas y estas estrellas, que tengo dentro de mi pecho”. Creo que la imagen que nos muestra este cuento es más explícita que todos los tratados filosóficos existentes. El vuelo de la libertad no es algo ilusorio, sino al contrario. Es ni más ni menos que mirarse desnudo, reconocerse y quererse a sí mismo. Solo así podremos de verdad comprender y asumir nuestra propia vida y la de los que nos rodean.

Olga Flaver