Quienes necesitan una buena educación, para poder aducar a la ciudadanía, son los Ministros/as del Gobierno de España.
“Educación para la ciudadanía”. ¿Objeción de conciencia?
Una campaña mal llevada
La campaña debe ir encaminada hacia la educación de los responsables y los irresponsables que ocupar el “Banco Azul” y los escaños del Parlamento de España.
Han sido nombrados democráticamente y representan a los ciudadanos de esta Nación, bien llamada España. Pero nadie los ha educado.
Es urgente que sean educados en el respeto a la verdad, en el cumplimiento de la palabra dada, en los principios básicos de la “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, como son el Derecho a la Vida y la Libertad de los ciudadanos del Mundo en cuestiones de Educación y Religión.
Deben ser educados en el Respeto a la Familia, respeto a las personas y, sobre todo, en el respeto a Dios.
Las Ilustres mujeres y los Ilustres caballeros que forman el Consejo de Ministros/as necesitan ser educados por expertos en pedagogía, en cursillos intensivos, para que cambien radicalmente antes de que sea demasiado tarde. Porque ellos/as deberían dar ejemplo en el respeto a la Constitución que han jurado o prometido defender. Si ellos se olvidan de su contenido no pueden pretender que el resto de los/as españoles/as respeten los Principios Constitucionales.
El único sistema para educar a la “Ciudadanía” es el buen ejemplo. Si quienes estar en el Poder en estos momentos no respetan la Constitución, están, hoy, dando un pésimo ejemplo, tanto a los niños estudiantes como a toda la ciudadanía.
Tanto en Castilla-La Mancha como en el resto de España, deben de suspenderse esas campañas dirigidas a paliar unos efectos. Las Campañas deben hacerse en contra de las causas de los males. Y hoy, en España, la causa del mal está en Poder, en la cúpula, en su mal ejemplo, en su falta de respeto a los derechos de la ciudadanía. Así no se puede gobernar ni se puede educar.
Déjense de vías judiciales. Es una lamentable forma de perder el tiempo. Quienes no respetan ni a Dios ni a los hombres tampoco respetarán una sentencia de un Juez, en el improbable caso de que fuese libre para dictarla.
Carlos Roces
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