Tanto Japón como Holanda, los países más poblados, son los más ricos, mientras los más pobres son los menos poblados del mundo donde los seres humanos no producen, no hay riqueza, se van en pateras.

INMIGRACIÓN y NATALIDAD.

Un informe de Caixa Catalunya, que analiza el efecto de la inmigración sobre el crecimiento económico, desvela que la mayoría de países de Europa habrían tenido un crecimiento negativo sin la inmigración en el periodo 1995-2005. Por ejemplo, España, que tuvo un aumento del PIB per cápita del 2,6 por ciento, sin la inmigración hubiera crecido un 0,64 por ciento.

Como consecuencia de la inmigración, ha habido un aumento del consumo y de la demanda de vivienda, y por otra, ha mejorado la relación entre pensionistas y trabajadores dado que los que han venido son básicamente personal activo.

Por otra parte, el crecimiento real del salario medio en España durante los últimos cinco años ha sido el más bajo de Europa, prácticamente no se ha movido ya que en los sectores donde hay una mayor concurrencia inmigratoria la abundancia de oferta presiona a la baja la retribución salarial.

También hay una mayor presión sobre el sistema sanitario, escolar y asistencial: Más de 3 millones de nuevas personas se han incorporado en estos últimos años, que si se añade al crecimiento autóctono nos sitúa en 4 millones. Pero, haciendo un balance de estos factores, el efecto es positivo.

Es falsa la idea de que con un escaso crecimiento demográfico aumenta el desarrollo económico. Se trata exactamente de todo lo contrario, cada nuevo nacimiento comporta en términos de contabilidad generacional un beneficio neto que se producirá a lo largo de la vida del nuevo habitante. Tanto Japón como Holanda, los países más poblados, son los más ricos, mientras los más pobres son los menos poblados del mundo donde los seres humanos no producen, no hay riqueza, se van en pateras.

La solución, más nacimientos La conclusión a todo este planteamiento es de una claridad absoluta: lo que España necesita como remedio, que le permita mantener a medio y largo plazo una buena y equilibrada dinámica económica, es un mayor número de nacimientos.

El mejor programa económico que se podría llevar a cabo ahora y con urgencia sería aquél que aplicara medidas para favorecer la estabilidad matrimonial; facilitar económica y socialmente el poder tener dos o más hijos; desincentivar todas las prácticas antinatalistas, desde las parejas de hecho al aborto; y, en contrapartida, incentivar fiscalmente y en términos de cuota a la seguridad social a los padres y madres en relación al conjunto de la población activa que no cumple tal requisito, adjudicando las viviendas sociales a las familias con hijos, en vez de a las parejas de hecho, como se viene haciendo.

En la evolución de Estados Unidos se puede observar que tiene un crecimiento bueno y sostenido; y el único país en Europa en progreso continuo es Irlanda y es uno de los pocos países con una natalidad razonablemente buena. Sólo razones ideológicas y sectarismos políticos contrarios a la prosperidad y bienestar de los españoles se oponen a esta evidencia: si los inmigrantes generan riqueza ¿cómo no van a generar más productividad nuestros propios hijos?