Más de 60.000 viviendas se prevén construir en la costa asturiana, según los ecologistas.

ALBERTO CARLOS POLLEDO ARIAS

Más de 60.000 viviendas se prevén construir en la costa asturiana, según los ecologistas. Así rezaba el encabezamiento del trabajo publicado en este mismo diario el pasado 30 de noviembre y que, en principio por la barbaridad de la noticia, me hizo creer que nos encontrábamos a 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes. No tardé en reaccionar y darme cuenta de que la noticia procedía de la Coordinadora Ecologista, que, como bien saben todos ustedes, son tremendamente exagerados y siempre están abriendo debates sobre temas que a nuestra admirada Administración ni tan siquiera le habían rondado la mollera. Más todavía, sabiendo que la Consejería de Infraestructuras, Desarrollo y Medio Ambiente del Principado de Asturias conoce de sobra el desastre que, a través de los años, llevó a la ruina el litoral mediterráneo y que actualmente pretende acrecentar sin rubor el Gobierno de la Generalitat Valenciana, regido por el PP desde el año 1995. Todo ello, con el rechazo frontal del PSOE, principal partido de la oposición en dicha autonomía. A eso en mi tierra se le llama sentido común y mantenimiento de los principios de izquierda. No tengo ninguna duda (ustedes tampoco) de que, al igual que en Levante, el PSOE asturiano también defenderá con uñas y dientes el porvenir de la marina asturiana.

Y es que estos «Verdes» son un coñazo. Puestos a inventar, no tienen parangón. Mira que decir que se van a construir más de 60.000 viviendas y 20 campos de golf, y que eso tan sólo es el aperitivo de los cientos de miles que se edificarán en el futuro inmediato. Qué quieren manifestar con todo ello, ¿que actualmente hay barra libre?

Están equivocados los que así piensan, porque, a pesar de que se rumorea que un conocido constructor y presidente de un histórico club de fútbol ya tomó posiciones comprando terrenos de uso agrícola y forestal en la mayor parte de la costa astur, tenemos la certidumbre de que los ayuntamientos y el Plan de Ordenación del Litoral Asturiano (POLA) se bastan para echar por tierra todo el plan especulativo de ese buen señor. Aquí no vale el lema subversivo del PP levantino: «Todo lo que no está protegido es susceptible de ser urbanizado», principio semántico que nuestro Gobierno rehúsa, y como muestra basta un botón: ahí tienen el ejemplo del Cabo Peñas, que, además de ser paisaje protegido y emblema del horizonte asturiano, seguro que es intocable, ¿o no? De verdad, no insistan en el tema, que no hay barra libre.

No somos tan ingenuos para suponer que lo que nos cuentan es verdad. A quién se le ocurre pensar que una autonomía que tiene como divisa «Asturias, Paraíso Natural» puede patrocinar un «boom» inmobiliario a costa de recalificar terrenos en los que a sus antiguos propietarios no se les consentía ni tan siquiera pergeñar un banco de madera para sentarse y contemplar la puesta de sol. Tan notorio como sospechar que puede permitirse la ejecución de veinte campos de golf, que, como nadie ignora, incorporan alrededor de su entramado hoteles, restaurantes, adosados y todo tipo de infraestructuras, sin contar el consumo brutal de agua que conlleva su mantenimiento. Lo contrario sería como decir que hay barra libre. Tampoco los ayuntamientos serán capaces de otorgar licencia a unos planes que lo único que pueden causar es un incremento brutal de población en zonas paisajísticas delicadísimas, tanto que antes de poner en marcha cualquier plan urbanístico no queda más remedio que limitar el desarrollo incontrolado buscando un equilibrio sostenible. Lo opuesto, como siempre, será pan para hoy y hambre para mañana. A no ser que haya barra libre.

Aunque suene mal, sé que es mentira lo que cuentan los señores ecologistas. Imposible que vayan a construirse 1.000 viviendas en Castropol, 3.000 en Tapia, 1.500 en El Franco, 3.000 en Valdés, 3.000 en Cudillero, 1.000 en Soto del Barco, 500 en Muros de Nalón, 1.000 en Castrillón, 3.000 en Gozón, 6.000 en Villaviciosa, 5.000 en Colunga, 500 en Caravia, 10.000 en Ribadesella, 20.000 en Llanes y 1.000 en Ribadedeva sin arruinar por completo la costa asturiana. El PSOE, partido que gobierna en Asturias, utilizará para defender dicho entorno la misma estrategia que su homónimo levantino y no tolerará, jamás, que se hipoteque para siempre su futuro, porque Asturias no se vende.

Es que, señoras y señores, estos ecologistas no saben qué inventar. Barra libre, por si no lo saben, solamente la hay en ciertos acontecimientos sociales de relativa alcurnia. Aquí no hay barra libre ¿o sí?