La primera cartita- IV Concurso de Relatos Navideños

Relato participante en el concurso

¡Mi niña ya sabe escribir! Increíble; si parece que fue ayercuando la tuve por primera vez entre mis brazos: un puñadito rosado con cuatropelitos rubios que se meneaba sin parar y pedía teta a toda hora. Al tiempo lesalieron los dientes, empezó a comer, a gatear y casi sin que nos diéramoscuenta andaba correteando por ahí y haciendo preguntas sobre todo.

Ha crecido tan de prisa que no nos ha dado tiempo apercatarnos de ello. Todo sucedió casi como en un abrir y cerrar de ojos y loque nos queda. El año pasado empezó la escuela. Con qué ilusión me dijo antesde entrar y ya de la mano de su “seño”:

- ¿Has visto mami? ¡Ahora sí que soy grande!

Grande no, enorme la veo yo. Como dicen los viejos: es quelos niños crecen tan deprisa… tópico o no, es una verdad gigantesca que vivodía a día. Debe ser que como es mi primera hija y por ahora la única, magnificolas cosas, pero sinceramente no puedo evitarlo. Reconozco que carezcototalmente de objetividad cuando hablo de mi pequeña.

Seis añitos ya y una personalidad firme como si tuvieramuchos más. Sabe exactamente lo que quiere en cada momento. No titubea cuandole doy a elegir entre una y otra cosa. No, ella dice esto, con convicción, comosi fuera más grande de lo que es.

Hace ya bastante tiempo que no me deja que le elija la ropa,porque dice que sabe qué debe ponerse en cada ocasión y como los resultados sonbastante coherentes, no puedo quejarme, salvo el día que apareció con unascalzas rojas y una falda verde y se me escapó que parecía un duende. No dijo nimedia palabra, pero la falda verde ahora es parte del vestuario de sus muñecas.

También tiene su propio sistema para guardarla: un día meencontré todo su “ajuar” tirado en el suelo y ella reordenando cajones yestantes, pues según afirmó: como estaba antes no le resultaba “práctico”.Reconozco que le quedó mejor que a mí, pero no se lo digo porque es capaz deimponer un “nuevo orden” en toda la casa.

No creo que sea precoz ni tan diferente a las demás niñaspero a mí me asombra su capacidad de observación y la agudeza de suscomentarios. Para muestra basta un botón: el año pasado mi madre comentó que enpocos días llegaría Papá Noel y le preguntó con toda intención:

- Y tú cariño: ¿cómo te portaste?

Ella reflexionó unos segundos y respondió muy oronda:

- ¡No tan mal!

Y es cierto, no es que se haya portado bien todos los díasdel año, pues tiene sus cosas como todos los niños, pero no es una niñamaleducada o caprichosa como otras que conozco. Con mi marido nos vanagloriamosde poder ir con ella donde sea, con la tranquilidad de que sabrá comportarsesin que haya que regañarla o darle “instrucciones” previas.

Un día la llevamos a un concierto de piano. Imaginaos, erala más pequeña de todos los asistentes. En cuanto llegamos se sentó  muy erguida observándolo todo y a medida que transcurrióla velada se fue incorporando hasta terminar apenas apoyada en el borde de suasiento, concentrada y embrujada por la música.

En el entreacto salimos a tomar el aire; unas señorasmayores advirtieron su presencia y comentaron:

- Está bien que la traigan a la segunda parte, Bach resultaalgo aburrido para una niña tan pequeña.

Cuando les comentamos que había presenciado fascinada todala primera parte no podían creerlo.

Y ahora resulta que se acerca la Navidad nuevamente y comoya sabe escribir conociéndola como la conozco, estoy segura que no querrá queesta vez le hagamos la cartita nosotros (o sea su padre y yo). Se empeñará enredactarla ella misma y nos lo comunicará con su habitual firmeza sin dar lugara discusiones.

Ya me la imagino sentadita en el mini escritorio que tieneen su dormitorio (el mismo que usa para hacer la tarea) con un bloc de papeldelante, una manzana a medio comer olvidada en una esquina y unos cuantoslápices de variados colores a su alrededor, escribiendo: Querido Papá Noel… Meemociono solo de pensarlo.

Tendré que alegar algún resfriado para justificar loslagrimones que se me caerán, porque entre que siempre fui de lágrima fácil yque lo que hace mi pequeña me conmueve, aun siendo algo de lo más previsible,ella seguramente terminará diciéndome que soy muy llorona (como me llama enbroma mi marido).

Lo que me consuela es que obviamente me consultará algunapalabra como suele hacer a menudo cuando vuelve de la escuela y me dice:

- Mami ¿qué quiere decir tal o cual cosa?

O me preguntará cómo se escribe algún término difícil,porque no le gusta tener faltas de ortografía, pero en cambio le encantaaprender nuevas palabras y usarlas. Así que me imagino que su cartita pareceráescrita por alguien mayor que una niña de apenas seis añitos cumplidos enoctubre.

Y como le fascina adornarlo todo con flores, con arbolescargados de frutas, pájaros y animalitos, seguro que llenará los márgenes de lamisiva de dibujitos de todos colores. Espero que al menos me deje escribir el remitentedel sobre, aunque sé que tendré que ganarme el derecho a hacerlo, pero laesperanza es lo último que se pierde.

Ayer armamos el Árbol de Navidad. Es el mismo que compramoscon mi marido cuando nos casamos pero para que no resulte siempre igual, todoslos años variamos los tonos de los adornos. El año pasado fue rojo y dorado, elanterior verde y blanco y así sucesivamente. La única vez que tuvo varioscolores fue cuando lo adquirimos, porque traía un juego de adornos multicoloresque luego hemos completado con los que compramos cada vez.

Este año lo hemos engalanado de rojo y blanco a pedido de lanena, con nieve de mentirijillas en las ramas, velas de diferentes tamaños yguirnaldas brillantes y mates a tono. El resultado es muy bonito, es la vivarepresentación del espíritu navideño.

Y a los pies, colocamos un pesebre enorme, con María y José,el Niño, varios pastorcitos, los Reyes Magos y todos los animalitos queteníamos, incluso algunos suyos de juguete. Tuvimos una pequeña discusión queterminó en un pacto: los elefantes, el delfín y la ballena forman parte delcortejo, los dinosaurios no, porque se extinguieron antes del nacimiento deJesús.

Sin que ella me viera le hice una foto: en pijama, en brazosde su padre y estirando la manito para colocar el último adorno: una enormeestrella roja. Y cada vez que la miro suspiro y me digo que esa es mi bebaadorable, tan dulce, tan inocente… pero lo digo solo para mis adentros, porque sime oye llamarla beba, seguro que se ofende.

Observando el resultado de nuestra “obra” decidimos quehacían falta más guirnaldas, una cabrita, una familia de patitos y le prometícomprar las que ella llama: “lucecitas musicales”, por lo que después de comernos encaminamos a una tienda para adquirir los últimos toques decorativos denuestro árbol.

Lo de los patos vino a colación del comentario de mi marido,que contó que cuando él era pequeño su madre hacía un estanque con un espejoredondo, le ponía arena alrededor y en el centro colocaba una familia depatitos de cerámica que parecían nadar y que a él le encantaba mover cada día.

A nuestra pequeña se le iluminaron los ojos y me preguntó:

- Mami ¿nosotros también podemos tener un lago en el pesebre?Si no tienes un espejo puede valer el papel de aluminio de la cocina, pero nosfaltan los patitos.

Así que por supuesto habrá patitos en nuestro pesebre, queal final parecerá un zoológico, pero le hace tan feliz que no me molesta enabsoluto.

En cuanto entramos le señalé con toda intención un gran PapáNoel lleno de luces, haciendo: ho ho ho y agitando una campana, que ocupabamedio escaparate, esperando que le trajera a la memoria el asunto de la cartita.Tal y como me lo suponía, me miró muy seria y me dijo:

- Menos mal que me hiciste acordar mamá. Tengo un problema conla carta que le quiero enviar a este señor.

Me quedé pasmada. No era la respuesta que esperaba, pero merehíce enseguida y le contesté:

- ¿Problemas? Pero cariño, no sabes que para eso están lasmamás. Para hacer desaparecer los problemas. Cuando lleguemos a casa,terminamos de adornar el árbol, armamos el lago de los patos y luego te ayudo aescribirla. ¿Te parece bien?

Se me quedó mirando con algo de recelo y luego con unasonrisa condescendiente me aclaró:

- No, mamá, me parece que no me entendiste. La carta ya lahice, es decir, tengo terminado el borrador. Yo sé perfectamente lo que quieroy esta vez se lo explico todo muy bien para que no haya confusiones, ni malosentendidos. Me he asegurado que le queden claros mis deseos y que no me pase lomismo del año pasado, que le pedí una tortuga de verdad de regalo y me trajo unade peluche. No. El problema es otro y quería consultártelo porque tú deberíassaber qué hacer. ¿Hay que enviársela por email, por whats app o por un privadodel Facebook?