Ecologistas de Asturias: Siguen los vertidos al río Casaño de una lecheria de Asiego en Cabrales

Le salió barato al quesero de Asiego de Cabrales verter los residuos lácteos sin depurar.

Finalmente el sancionado ha sido el Ayuntamiento de Cabrales que ha pagado solamente 600 euros por incumplimiento de la condición de la autorización de vertido, programa de reducción de la contaminación, del núcleo de Asiego al que hemos denunciado en varias ocasiones por vertidos de suero lácteo a la cuenca del río Cares.

La citada red de saneamiento de Asiego no dispone de tratamiento alguno y el vertido termina en el río Casaño, a la altura del campo de fútbol de Carreña, con el consiguiente olor y contaminación de los arroyos que acaban en el río Cares.

Lamentablemente estos vertidos se siguen produciendo y, ni el ganadero ni el Ayuntamiento como responsable del saneamiento de las aguas, han adoptado medidas para su adecuado tratamiento, viéndose además agravado el problema en verano, cuando la cuenca lleva escaso caudal.

La problemática de la calidad de las aguas de la cuenca del Cares por los constantes vertidos está afectando, no solo al ocio, sino a las labores de los pescadores deportivos y a las distintas actividades turísticas que se realizan en las proximidades de la cuenca del río.

Desde la Coordinadora Ecoloxista venimos reclamando desde hace años, tanto al Principado como a las propias industrias lácteas, las medidas necesarias para solucionar el problema de las queserías de Cabrales muchas de las cuales llevan un escaso control sobre sus vertidos que acaban en el Cares. Debemos ser conscientes de la precariedad o inexistencia de depuradoras o sistemas de tratamientos de los vertidos en estas instalaciones, así como del inevitable impacto que generan en el entorno de la cuenca donde terminan.

Y entre tanto, los daños ambientales ya están hechos. Una degradación de nuestro entorno natural, cada vez más peligrosa, que sucede por culpa de la negligencia y la tolerancia de las autoridades responsables de cuidarlo y de vigilar su estabilidad. Una actitud cada vez más indolente y suicida que parece optar por no tomar las medidas adecuadas para paliar la contaminación tras años y más años de advertencias.