¿Qué es lo que haces tu aquí, una gaviota en Madrid?. Este es el título de una conocida canción que queremos dedicarle a una pareja de gaviotas, Chuchina y Gaviotu, que se han domesticado tanto que parecen más humanas que muchos de los que se consideran pertenecientes a esta condición y no tienen la sensibilidad ni el instinto de supervivencia que ellas tienen, adaptándose a lo que haga falta con tal de sacar a su prole adelante.

Hace tiempo que rondan por el pueblo de Lastres no conformándose con el puerto o los acantilados ya que ahora se están haciendo urbanitas. Famosa era la que acudía a comer todos los dias al Bar Azor, entrando por la ventana a buscar la comida que le preparaba América, pero lo de la pareja de la que vamos a tratar no tiene parangón.

Hace varios meses que la gaviota Chuchina y su pareja Gaviotu decidieron establecer su nido no en un acantilado al resguardo de depredaores sino en medio de Lastres, sobre la caperuza de una chimenea.

Incubo y ahorro energía

Todas las personas que pasan por la carretera pueden observarlas a diario pues el edificio está más bajo que la calzada, aunque separado por varios metros de precipicio.

Arriba y abajo


Sabíamos que las gaviotas eran monógamas y que ambas cuidan de su prole, pero desconocíamos la contribución  del macho y de la hembra en la crianza de los pichones, es decir durante la incubación, empolle, alimentación de los pequeños y a la atención del nido..

Chuchina  a la izda incubando. Gaviotu vigila

La incubación del nido estuvo a cargo casi exclusivamente de Chuchina, siendo la frecuencia y duración de sus visitas mayores que las del macho durante las cinco semanas aproximadas que duró.

Ambos aprovechaban el poco tiempo libre que les dejaba la crianza de los "fíos" (hijos) en pegarse unos vuelos, "arrancharse" (acicalarse) y buscar comida.

Cuando los pichones eran pequeños Chuchina dedicó mucho tiempo al empolle, mientras que Gaviotu la alimentó a ella, aunque como buena madre, muchas veces se lo quitó ella del pico para darselo a sus  pichones.

Chuchina

A mediada que estos fueron creciendo, las tareas se distribuían por igual entre ambos, aunque la vigilancia y defensa del territorio siempre la llevó Gaviotu.

 Gaviotu

El día que más jolgorio armaron fue cuando su primogénito comezó a tomar sus primeras nociones de vuelo. 

 

Lo que más nos ha llamado la atención de este singular acontecimiento ha sido que en un rasgo totalmente urbanita, tanto Chuchina como Gaviotu nunca iban a buscar alimento a la mar o al muelle, sino que directamente se iban a la pescadería de La Chucha, primero ella y luego él y cargaban su buche del pescado que les regalaba Angelita o Elena y se iban derechas hacia el nido, eso sí, siempre cruzaban por el paso de peatones como buenas gaviotas de ciudad.

A la cola como todo el mundo

Hubo días en que madrugaban para no tener que esperar cola  y se apostaban a la puerta en espera de que abriesen la pescadería.

En fin, que si andáis por Lastres tened cuidado no las atropelléis en el paso de peatones porque os la podéis cargar.

Cruzando por el paso de peatones

Aún estáis a tiempo de verlas pues sus dos pichones más pequeños aún pululan por el tejado y con estas maneras nos parece que tardarán aún un par de semanas en abandonar el nido (como los hijos de los humanos hoy). También podréis verlas a la puerta de la pescadería a las 8 de la mañana como clavos.

¿Quién iba a decirnos a los engreídos humanos que había animales en al naturaleza con tal capacidad de amor y sacrificio por sus hijos? Ver para creer.

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Gaviotas