Fue apadrinado por Carmen Moriyón como alcaldesa de Gijón. Este buque es uno de los varios encargados por las empresas del Grupo Marítimo Industrial (Grupomar) del armador Antonio Suárez.

Es el primero en entregarse de los siete que se construirán en el astillero de nuestra ciudad para su envío a Méjico.    

Gracias a este encargo, se reabrió el antiguo astillero Juliana que llevaba cerrado varios años, y se reactivó la industria naval gijonesa que estaba totalmente paralizada, creando en la actualidad 700 puestos de trabajo directos y 2.000 indirectos.

A raíz de esta apertura, Astilleros Armón recibió pedidos para construir más barcos por parte de astilleros españoles y norteamericanos.

Sin duda, y así lo hizo constar  públicamente, es lo mejor que nos ha pasado en este mandato.

Recuerda aquella tarde del 8 de marzo de 2012 cuando Antonio Suárez vino al Ayuntamiento a anunciarnos que iba a contratar su primer buque.

El paso dado por Antonio Suárez abrió una senda y ahora ya son nueve los atuneros que tiene el astillero en cartera.

Antonio Suárez, nacido en Oviedo y con antepasados en Sobrescobio, creció en la ciudad de Gijón, y reside en Méjico desde hace 50 años, siendo uno de los empresarios del mundo pesquero más importante de América.

Durante su intervención quiso hacer un agradecimiento especial a todos los trabajadores del sector naval que “trabajan con esfuerzo y profesionalidad, y no dudan en hacer horas extras para que la entrega de los buques sea puntual”.

 

 

La ceremonia de amadrinamiento contó con representantes del gobierno central y regional y del gobierno mejicano, así como  personalidades de la vida económica y social asturiana, e invitados especiales llegados de Méjico.

Se han unido todos los ingredientes para un jubiloso baño de asturianía, que es en lo que se ha convertido esta ceremonia, en la que nos sentimos orgullosos de ver crecer ante nuestros ojos el progreso de Gijón.

Un día en el que se bautizó a un atunero que recorrerá mares, conocerá jornadas tempestuosas y de bonanza, llevando el nombre de Gijón por distantes puertos y cumpliendo el cometido para el que fue creado.