Emigración colunguesa I: Colunga y los Indianos

Iniciamos aquí la publicacion de una serie de artículos referentes a la emigración de las gentes del concejo de Colunga a otros países del mundo desde hace varios siglos hasta un pasado cercano, que hemos publicado hace años.. Si conocéis alguna historia más de las que iremos publicando o podéis aportar algo más a lo publicado o fotos, no dudéis en enviárnoslo a buscolu@gmail.com

Cuenta nuestro Concejo de muchas obras realizadas con capital indiano. En Colunga contamos con tres centros de educación.

Las escuelas de Carrandi, hechas por la fundación Sánchez Pando, fueron costeadas por los hermanos Cayetano, Vicente y Pedro Sánchez, de casa Caveda, emigraron a Buenos Aires, donde se dedicaban al comercio. Destinaron fondos para subvencionar a los maestros y adquirir material escolar.

La Fundación Montoto
 La Fundación Montoto

La fundación Montoto, en Colunga fundó y costeo las escuelas cristianas que acogían la enseñanza primaria. Luis Montoto Covián y su esposa, María de la Concepción Hernández Alonso, fundaron y costearon las escuelas que acogían la eneñanza primaria y crearon, en 1908, una fundación para su gestión.

También en Libardón se llevó a cabo la edificación de una escuela y anexa a esta, la casa vivienda del maestro. Esta escuela fue donada al pueblo por la Sociedad Vecinal de Fomento de Libardón.

No sólo con el capital indiano se construyeron escuelas, sino también viviendas para personas que ejercían profesionalmente en la comunidad. Así nos encontramos con la vivienda-consulta para el médico. En esta época no existía otro sistema de cobertura de la enfermedad que el privado, financiado en su mayor parte por el colectivo de emigrantes. Así el nativo que nunca emigró, acabará beneficiándose indirectamente y con mayor intensidad si cabe de las ventajas y adelantos promovidos por los indianos. La casa-clínica de Libardón fue financiada colectivamente por los americanos residentes en dichas parroquias, así cono por otros que aún permanecían en América.

La Casa del Médico
 La Casa del Médico de Libardon

La casa es un bloque cúbico de dos plantas, sobre zócalo nivelador, cubre a tres aguas, y sobre el faldón de la fachada abre una pequeña garita.

La casa está construida según las premisas de la arquitectura tradicional. La fachada principal guarda una perfecta simetría, línea de imposta que separa los dos pisos, vanos recercados todos de apertura hacia el exterior, y balcones. En el piso superior especie de moldura de orejas, se coloca sobre los balcones.

En la fachada orientada al sur se abre en el primer piso una preciosa galería enrasada con los muros de la misma, rematan en su parte alta en círculos, mientras que la parte baja de la misma está recubierta con lamas de madera, dispuestas transversalmente. Aquí se puede observar un cuidado trabajo de carpintería. Los balcones y puertas de la planta baja se rematan en arco rebajado. El acceso a la vivienda se hace a través de una pequeña escalinata.

Este es uno de los ejemplos en que los indianos, junto con el capital aportado por los nativos, emprendieron la construcción de viviendas para profesionales que ejercían en su parroquía. Este es el caso de las consultas médicas. En esta época no existía la cobertura médica, tan sólo podían hacer frente a la enfermedad, financiando los servicios colectivamente.

Este es otro de los puntos que nos extraña al acercarnos a los pueblos. Se urbaniza el medio rural, donde nos encontramos no sólo con las viviendas de los médicos sino también con su consulta, y clínica. En la mayoría de los casos contaban con los medios más avanzados del momento. Así en la de Libardón sabemos que ya en el año 1913 contaba la vivienda y clínica con agua corriente, y también hubo proyectos para instalar una farmacia en la parroquía, con la ayuda de las filiales de Chile, la Argentina y Cuba. Este proyecto no se llevó a cabo, pero si sabemos que había un botiquín con medicamentos propiedad de la Sociedad de Fomento. Y que en el año 1956 se decide comprar un equipo de rayos x.

El nativo que nunca emigró acaba beneficiándose indirectamente y con una intensidad mayor, si cabe, de las ventajas y adelantos promovidos por los indianos.

En este caso la vivienda fue fruto de una doble financiación por los americanos residentes en dichas parroquias, así como por otros que aún permanecían en América. Se agruparon formando lo que se bautizaría como Sociedad de Fomento Naturales de Libardón.

La construcción de esta vivienda, y clínica responde a la preferente atención, por parte de la Sociedad de Fomento a todo cuanto se relacione con los servicios médico-farmaceuticos, cuidando que sean bien atendidos, los pobres de solemnidad.

Casa de Vicenta Sánchez
 Casa de Vicenta Sánchez

Otro de los edificios destacados construidos con capital indiano es la casa situada al borde de la carretera general, entre el bar-tienda y la casa del médico. Esta vivienda se estructura como un bloque cúbico, con caballete paralelo a la fachada, tiene dos plantas y una especie de zócalo nivelador. Esta casa perteneció a Doña Vicenta Sánchez y a su esposo Don José de la Presa. Fundadores de la Sociedad de Fomento.

La fachada principal se abre a la carretera general, siguiendo el gusto por estar en contacto con la calle, mientras que la parte trasera de la misma se incrusta en una finca. El desarrollo de la misma es en vertical, privilegiando la central, marcada por el mirador rematado en buhardilla a modo de hastial, que se abre sobre el faldón de cubierta. Los elementos antes mencionados marcan el eje de simetría central del edificio. La puerta principal no ocupa una posición central sino que se coloca de manera descentrada.

En la primera planta se abre un amplio mirador, que remata en el faldón de cubierta a modo de frontón triangular, en el que tan sólo abre un vano. Este peculiar mirador, ocupa la calle central, de mayores dimensiones que las laterales, flanqueado por sendos balcones enrasados con apertura hacía adentro, rematados en arco rebajado y su parte baja se cierra con verja de hierro fundido sobre repisa de falsa piedra.

La fachada de esta vivienda sigue fielmente las premisas clasicistas, está totalmente perforada por los distintos vanos que en ella se abren. La casa cubre a dos aguas, con caballete paralelo a la línea de fachada, de acusada pendiente.

Otra edificación importante la encontramos al borde de la carretera, a la entrada en el pueblo de Libardón, nada más pasar las escuelas.

La vivienda está concebida como un bloque cúbico, en el que tan sólo sobresale un buhardillón, sobre el faldón de cubierta. Tiene una sola planta, dispuesta sobre un sótano que actúa como zócalo nivelador del terreno, y remata en un bajo cubierta, abierto al exterior mediante un buhardillón, que se repite en la parte trasera.

Casa de Indianos en Libardón
 Casa de Indianos

La galería se localiza en la planta de acceso a la vivienda, enrasandose con la línea de la fachada. Así el espacio adquiere carácter de porche acristalado, como espacio abierto, ó como vestíbulo recibidor, también puede ser concebido, como zona de paso a las instancias de la casa como un espacio cerrado e interior. A la vivienda se accede a través de una escalinata.

Del volumen rectangular tan sólo sobresale, a la altura del piso principal, una galería acristalada, en el lado orientado al sur, que vuela fuera de los muros, dando lugar a una especie de portal bajo si. Las galerías se solían poner en el lado de mejor orientación de la casa. En esta se repite el mismo modelo de la fachada principal, con sencilla retícula de madera acristalada y rematada en arco en su parte superior, la parte inferior de la galería se cubre con sencillas lamas de madera.

En ella encontramos el gusto por el almohadillado, en elementos esquinales y recercos de vanos. Se opta por aumentar más aún el contraste, pintando los almohadillados en un tono más oscuro.

Panteón de la familia Ruitroncos
 Panteón de la Familia Ruitroncos

El mismo modelo de galería acristalada se repite en el bajo cubierta; con el bastidor de madera con una retícula sencilla, que remata en arco.

La fachada principal guarda una perfecta simetría, en la distribución de vanos. Y remata con una buhardilla como volumen que se eleva sobre la techumbre, como apendice con plasticidad propia, pero dependiente. Se eleva sobre la línea de pendiente de los faldones, con techumbre propia a tres aguas, circunscrito a una sola fachada, ocupando una parte sustancial de la fachada de la que se compone su último nivel, respetando la armónica simetría de la misma.

La vivienda cubre a cuatro aguas, con caballete paralelo a la línea de fachada, perpendicularmente a este se dispone el de los buhardillones, rematan ambos, con una decorativa crestería, cenefa similar a las puntillas por la riqueza de su calado. Lo que da al edificio un cierto aire pintoresco.

En Libardón también nos encontramos con una plaza hecha a expensas del capital indiano, ubicada en las proximidades de la parroquial.

Se hace la plaza de Chile, en la localidad de Libardón, a expensas de la filial Chilena de la Sociedad de Fomento. Y se dedica la misma a Don Celestino Piñera.

La condición llana del solar, hizo necesario levantar lo que sería muy frecuente en el resto de plazas de indianos estudiadas; un murete perimetral de mampostería de unos 40 centímetros de grueso por cincuenta de altura. Este haría las veces de barrera con el exterior, cuidandose de diferenciar física y visualmente los caminos que la circundan de su propio interior. De ahí que necesite vanos de acceso, se disponen de forma favorable o tendentes a abreviar los trayectos más frecuentes del vecindario.

El arbolado, los plátanos enanos también llamados plátanos de sombra y localmente "pláganos", crean un segundo cierre simbólico al plantarse justo de forma escalonada; hace las veces de un banco continuo y perimetral beneficiado por el frescor y la sombra que el arbolado le reporta.

El murete perimetral que definía el lugar a la vez que dibujaba la planta circular del parque. En los extremos de los dos diametros se abren como en Colombres cuatro accesos al interior de la plaza.

Según parece en un principio esta plaza de Chile, contaba con un jardín que la circundaba, obra que supuso un gasto de unas 14.000 pesetas, llevada a cabo por varios miembros de la "Sociedad de Fomento". Año de 1947 deseo de la filial de Chile para poner a la plazuela de la iglesia el nombre de la plaza de Chile. En el año 1951 se compró bandera nacional para izar en la plaza de Chile en las fiestas tradicionales de Libardón.

Otro de los espacios en los que podemos ver reflejada la huella indiana es en los cementerios. En Libardón nos encontramos con panteones realizados por el prestigioso arquitecto Manuel del Busto Delgado. Situado junto a la Iglesia de Sta. Maria de Libardón, no sabemos muy bien desde cuando, pues encontramos escritura pública del año de 1822, en la que se saca a subasta la construcción del cementerio de dicha parroquia. Dicha escritura pública se hace en la localidad de la Rebollada, jurisdición de los Toyos; ignoramos si en algún tiempo, el cementerio pudo estar en este lugar, o simplemente la escritura tuvo lugar aquí.

Al igual, que el vecino concejo de Caravia, la localidad de Libardón ha sufrido intensamente el proceso de emigración hacía el continente americano, con predilección por los destinos en Chile. De ahí que la plaza próxima a la iglesia haya sido bautizada como plaza de Chile.

El cementerio de Libardón, de reducidas dimensiones; presenta una desordenada distribución de los enterramientos. Se dispone contiguo a la iglesia parroquial, para acceder al mismo pasamos por un precioso enlosado de cantos rodados de río. Este espacio parece haber sido el piso del un pórtico similar al situado al otro lado de la iglesia. En los muros de la misma quedan restos de elementos que sustentarían el techo que daría origen al pórtico.


Toyos
 José Toyos

La mayor cercanía a la via principal, era reflejo fiel del poder económico. Sin la presencia de este producto de la emigración asturiana a América, la región carecería de más de la mitad de la obra funeraría monumental.

Tambien encontramos panteones que buscan un emplazamiento periférico, que desde la condición de capilla alta y cerrada se adosan a los muros del cementerio, al objeto de dejar lo más diáfana posible la superficie central que será la que aloje las tumbas de suelo.

Nada más entrar nos encontramos con los panteones de la familia Ruitroncos, planta, volumen, alzado y fachadas se conciben a semejanza de las pequeñas capillas rurales o particulares. Los enterramientos se colocan en los gruesos muros del fondo, cada una de las estructuras alberga en su interior doce nichos. El frente del panteón está abierto, tan sólo se cierra con una verja alta, de hierro fundido muy del gusto de la arquitectura indiana, una manera de aislarse del espacio exterior; de dar privacidad a la obra. Esta obra al igual que las dos siguientes que vamos a mencionar se atribuyen a Manuel del Busto Delgado.


Monumento en el cementerio de Libardón
 Monumento conmemorativo

Un poco alejadas de la anterior pero, dispuestas en uno de los principales ejes articuladores del espacio interno. Nos encontramos con el panteón de Don José Toyos, de estilo modernista, donde la depuración de líneas y acentuación de volúmnes colocan esta obra a caballo entre la escuela Secesionista y el Art Decó. El enterramiento se dispone a los pies de la capilla, en tierra; mientras que en el interior de la capilla se dispone un pequeño altar, que reproduce en su frente, las arcadas de las iglesias clásicas.

Bastante próximo al anterior nos encontramos con otro significativo enterramiento, otra capilla, donde planta, volumen, alzado y fachadas se conciben a semejanza de pequeñas capillas rurales o particulares, aquí se reproduce un modelo neorrománico, en su interior un pequeño altar y a sus pies el enterramiento, en un nivel inferior y subterráneo, a modo de cripta. Capilla idéntica encontramos en el cementerio de Prado.

En este cementerio no sólo encontramos tumbas y panteones, sino también elementos conmemorativos, como es el que la Sociedad de Fomento de Libardón, ofrece a la memoria de su primer presidente, Vicente de la Cortina.

Para finalizar mencionar los Casinos, para los que el regreso del americano era condición imprescindible para la creación de este tipo de centros. El retorno definitivo, ocasional o periodico, hacía que careciese de sentido la presencia de estos establecimientos en donde el americano acaudalado jugaba con su dinero, cosa que los campesinos no podían hacer. Al mismo tiempo no sólo era un lugar de ocio, sino también de reunion de los americanos retornados, donde poder recordar las aventuras acaecidas en el otro continente.

Estos edificios se localizaban en las capitales de los municipios, donde la emigración ultramarina observó una considerable intensidad, además de éxito económico.