La Rasa de Luces

LA RASA DE LUCES

Si anteriormente nos hemos referido a las rasas litorales al hablar de los asentamientos del hombre en el Paleolítico inferior y Medio, es interesante el estudio de la rasa litoral local, llamada Rasa de Luces, en cuyo seno según Vigón es más que seguro que se guardan restos de un industria embrionaria de la que desafortunadamente no existen investigaciones y que sin duda, arrojaría bastantes luces sobre nuestros antepasados.

La Rasa de Luces
 La Rasa de Luces

El hecho de haberse descubierto en 1.870 un hacha de sílex perfectamente pulimentada bajo una capa de tierra turbosa de dos pies de espesor, recogida por un trabajador llamado Ángel Rodíz al roturar un terreno propiedad de Juan G.Lueje, confirma la s hipótesis de Vigón. Medía 20 cm de largo por 7 de ancho y presentaba en una de sus caras una ranura, que quizá serviría para colocar una cuña que la sujetara entre el mango y la vaina de asta en que se introducía.

También Aurelio de Llano cita que “próximo a Gobiendes en una cañada umbrosa llamada Obaya, se alza un peñasco que tiene varias cuevas superpuestas en las que encontré vestigios de haber sido habitadas por los hombres primitivos”, aunque no pasa de ser una hipótesis no demasiado fiable.

Sea como fuere, estos descubrimientos prueban que el suelo de Colunga, ofrece un ancho campo a los estudios prehistóricos. Sin ninguna duda un programa de investigación científica bien dirigido, pondría al descubierto restos de industrias líticas y asentamientos humanos.

La Rasa de Luces
 La Rasa de Luces

Finalizada la última glaciación hace unos 10.000 años, la llegada del holoceno, significaba el fin de los rigores climáticos y con ello el inicio de una época caracterizada por condiciones climatológicas muy similares a las actuales, lo que implicaba la emigración hacia latitudes más frías de la fauna característica de los periodos glaciares o pura y simplemente su gradual extinción..

Se inicia pues el desmembramiento de las formas económicas y sociales propias del Paleolítico Superior proceso iniciado con el período aziliense y confirmado más tarde con la Cultura Asturiense cantábrico. Durante el aziliense la vida en la cueva, se va desplazando hacia el exterior y ya en el asturiense se ocuparon voladizos o pequeños abrigos.

Tales formas económicas entraron en decadencia hasta su total desaparición ante el desarrollo de nuevos modelos culturales. A partir del cuarto milenio se documenta en Asturias la presencia de grupos humanos identificables por sus monumentos funerarios megalíticos. Su llegada coincide con el periodo climático sub-boreal. La distribución de estos monumentos funerarios que caracterizan este periodo descubre una ocupación de áreas de media montaña (600-1000 m.) en donde las elevaciones de terreno, forman asentamientos propios para pastizales al ceder paso el bosque a la pradera, pero tampoco faltan zonas de ocupación como las rasas litorales o incluso áreas montañosas más altas.

Panorámica de La Rasa de Luces
 Panorámica de la Rasa de Luces

Sus zonas de asentamiento coinciden con zonas, que aún hoy se consideran excelentes pastizales, siendo la ganadería la ocupación predominante de las sociedades megalíticas en nuestro territorio.

Los documentos que permiten reconstruir los modos de vida de estas comunidades se reducen por hoy a los monumentos funerarios (dólmenes) y los ajuares contenidos en los mismos.

Pocos datos hay en nuestro concejo que indiquen la presencia de estas sociedades nómadas-pastoriles megalíticas, pero si los suficientes para confirmar su presencia.

En cuanto a la morfología de los restos funerarios hallados , entra dentro de lo que los especialistas llaman “indeterminada” , a la que corresponden los conjuntos destruidos localizados en la Rasa de Luces y el megalito de la Viciella en Caravia. Poco podemos decir desgraciadamente de estos conjuntos pero lo verdaderamente importante es que confirman en nuestro concejo zonas de ocupación de población ganadero trashumante megalítica.

En la transición del III al II milenio, las formas culturales megalíticas entrarán sin embargo en un proceso de gradual disolución. Los túmulos adoptan morfologías complejas y los dólmenes ceden el paso a distintas formas de enterramiento. Tales cambios habría que relacionarlos con la difusión de las técnicas metalúrgicas, lo que implicaba que las formas económicas y sociales iban a sufrir una serie de transformaciones derivadas de la producción y comercialización de los productos megalíticos que rompería con las anteriores estructuras.

Frente a la inhumación colectiva dolménica, se impondrán ahora ritos de inhumación y tal vez de incineración claramente individuados.

La Rasa de Luces
 La Rasa de Luces

Dentro de este proceso de cambios en el ritual funerario centrados en la primera mitad del segundo milenio cabe situar los inicios de la Edad de Bronce en la actual región asturiana.

La localización de los hallazgos arqueológicos más singulares en ámbitos calcáreos del oriente de la región y yacimientos cupríferos de alta ley y fácil explotación parece sugerir un aprovechamiento de los recursos metalíferos locales. A partir del Bronce final y hasta una época que convencionalmente se puede llevar hasta fines del siglo VI los utensilios fabricados alcanzan una tipología variada y una notable calidad en las aleaciones. Entre los útiles de este periodo, destacan las hachas de bronce de talón y anillas, cuya elevada producción se ha tratado de explicar a partir de la necesidad en las economías ganaderas de labores de deforestación especialmente a partir del siglo VIII, cuando la llegada del periodo subatlántico propicia unas condiciones climatológicas muy similares a las actuales, incluso con mayores niveles de pluviosidad, iniciándose así una fase particularmente favorable a la extensión de los bosques.

Un hacha de talón correspondiente al bronce final fue hallada en la rasa de Luces en un lugar cercano a Lastres, rasa a la que ya hemos hecho referencia al hablar del hacha prehistórica no datada, al contrario de aquella, ésta es un hacha característica del Bronce final, aunque de una sola asa.

La presencia destacable de armas ofensivas, espadas, puntas de lanza, etc, testimonian a finales del bronce unas sociedades sometidas a tensiones y enfrentamientos, preludio de la Edad de Hierro, que provocará la aparición de recintos fortificados de los que si hallaremos cumplidos ejemplos en nuestro solar y de los que se hablará largamente con posterioridad.