Leyenda

Una costurera de la parroquia de Libardón, concejo de Colunga, iba todos los días a coser al Eslabayo. Y cuando regresaba, al oscurecer, su amo la acompañaba hasta cierto sitio y desde allí daba la vuelta.


Lliberdon
 Lliberdón

Una noche, la costurera vio que por la ería y en dirección a ella avanzaban muchas luces.

-Allí viene el viático -dijo la costurera-, voy a correr para abrirle la portilla y arrodillarme detrás de ella mientras pasa.

Según lo pensó lo hizo, pero su asombro fue grande cuando vio que no conocía a ninguna de las personas que formaban la procesión, ni entendió una palabra de lo que iban rezando. Una de ellas al pasar le dio una vela encendida y le quedó otra en la mano a pesar de no traer más que una.

Pasó la procesión y la costurera vio que lo que le habían dado era un hueso y no una vela. Esto le produjo tanto miedo que enfermó y murió al poco tiempo.

(María Toyos, 42 años, Maestra Nacional, de Libardón, concejo de Colunga, 3 de enero de 1920).