Interesante trabajo donde se profundiza en la relevancia del Aeródromo colungués durante la Guerra Civil.

El viejo sueño de Ícaro, la aventura de volar, se inició en Asturias oficialmente en 1905 con una travesía en globo que transcurrió por la costa, y al que siguió otra desde Oviedo a Lugones, que de alguna manera sirvió de punto de partida para que despegara esta apasionante historia. En este primer capítulo colaboró de forma entusiasta un langreano y aeróstata intrépido, Jesús Fernández Duro, con su globo de gas.

Pero el gran salto a la aviación se produjo cinco años después, en el verano de 1910. El Círculo Mercantil de Gijón promovió entonces la Semana de la Aviación, una iniciativa que aunque no llegó a materializarse en su totalidad fue todo un revulsivo para la sociedad asturiana.

Llegada del primer avión comercial, un Bristol 170, al aeropuerto de La Morgal, que fue recibido por 10.000 espectadores que aplaudieron el aterrizaje
 Aterrizaje en la Morgal del primer vuelo comercial

De hecho, sirvió para que el famoso aviador francés Leonce Garnier realizara en Gijón, concretamente en La Guía, el primer vuelo de un avión en Asturias, que estuvo acompañado de innumerables contratiempos, pese a los cuales consiguió elevarse tan sólo unos veinte metros, y que tras un fallo en el motor terminó estrellándose contra unos árboles cercanos. Fue todo un acontecimiento que marcó el inicio de la aviación en Asturias.

Es verdad que no fue lo que se esperaba ni mucho menos, pero fue el primer vuelo, aunque eso sí tremendamente accidentado, que quedó casi en simbólico.

Pero al año siguiente Garnier consiguió un gran éxito que certificó con los vuelos que realizó en Oviedo, coincidiendo con las fiestas de San Mateo. La primera página de oro de la historia de la navegación aérea en Asturias ya estaba escrita.

Tuvieron que pasar algunos años más hasta que en 1924 llegaran a Asturias los primeros aviones militares en un vuelo que era sólo de observación y con un sólo objeto: localizar el terreno adecuado para la instalación de un campo de aviación militar.

Pero tuvieron que pasar cinco años hasta que en septiembre de 1929 visitaran Oviedo los aviones de la base aérea de León con motivo de las fiestas de San Mateo, utilizaran una explanada en Llanera que con el paso del tiempo terminó convirtiendose en el aeropuerto de La Morgal.

Continuos avatares políticos y la revolución de 1934 retrasaron las obras de construcción del aeródromo de La Morgal hasta el mes de febrero de 1936. Estas instalaciones, que hasta entonces estaban en precario, con el tiempo llegarían a convertirse en el primer aeropuerto comercial de Asturias.

Las exigencias militares de la guerra civil obligaron a habilitar con urgencia aeródromos en Llanes, Carreño, Colunga, Siero y Jarrio (Coaña), entre otros. Se trataba sólo de prados llanos con barracones en el mejor de los casos, no había hangares para proteger a los aviones, que cuando carecían de estas frágiles instalaciones se camuflaban con lonas o sencillamente bajo los árboles.

Polikarpov I-15
 Polikarpov I-15 "Chato"

En nuestro Concejo tuvo una de sus bases la escuadrilla vasca, que fue una unidad formada en noviembre de 1.936 con la llegada al norte de los "Chatos". Se estructuró en tres destacamentos: el más numeroso, de 17 aviones, estaba en Lamiaco, antes campo de polo en las cercanías de Bilbao; los otros dos, de seis aviones cada uno, se instalaron respectivamente en la Albericia, cerca de Santander, y en Colunga. Estuvo mandada por el ruso "Boris" Maranchov, pero en febrero del año siguiente, esta escuadrilla pasó a tener jefe español, Felipe del Río. En mayo se les unieron los Polikarpov I-15 de la Escuadrilla "Lacalle", procedentes de la Zona Centro. Esta escuadrilla fue disuelta con la caída de la Zona Norte.

Terminada la contienda, sólo se mantuvieron en servicio los aeródromos de Llanes y Lugo de Llanera, dos clásicos; el primero convertido con el paso del tiempo en campo de golf, sin duda el más singular del norte de España; y el segundo reconvertido en el aeródromo deportivo del norte de España por excelencia, después de haber sido el primer aeropuerto de Asturias.

Balbino González Fernández, que desde 1968 trabajó en La Morgal, primero como militar, después como mecánico y finalmente como empresario, lamenta que «el gran potencial que tiene esta instalación no esté suficientemente aprovechado porque tiene capacidad para muchos más movimientos aéreos».

«Historia de los aeropuertos de Asturias» es el título del libro publicado recientemente por Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (Aena), que desvela aspectos inéditos en unos casos y curiosos en otros sobre instalaciones ya desaparecidas, como los aeródromos de Jarrio y Llanes; al tiempo que profundiza en la evolución del situado en Llanera y la construcción del actual en Santiago del Monte (Castrillón), que pronto celebrará su 40.º aniversario.

Sobre la ubicación del aeródromo de Llanes aporta un interesante testimonio el piloto llanisco de Iberia Fernando Llaca Posada, que explica cómo su tío José Llaca, también piloto y que estaba destinado en la Dirección General de Aviación Civil, en Madrid, propuso que el aeródromo fuera construido en Llanes y no en otro lugar, o cómo su padre, Daniel Llaca, llegó a ser director de la escuela de vuelo sin motor que había allí en 1947.

Pero la familia Llaca no sólo conoce las glorias de la aviación. José Llaca despegó de Llanes el 4 de septiembre de 1952 en dirección a Santander con el objetivo de buscar el lugar más adecuado para construir un aeropuerto en Cantabria, que finalmente se haría en Parayas. Al poco del despegue, en las inmediaciones de Comillas, su avión tuvo un fallo mecánico y se estrelló. José Llaca murió.

Fernando Llaca, en sus recuerdos, tuvo uno muy especial para el piloto de aquella lejana expedición, que entre las nubes descubrió lo que podía ser un aeródromo en las inmediaciones de Cué, Juan Catoira, que todos los años se traslada desde Madrid a Llanes para pasar el verano.

Este aeródromo además de jugar un papel muy importante como escuela de vuelo sin motor, convirtiéndose en un importante vivero de pilotos, también jugó un papel relevante durante la guerra civil, en el que tuvo su base la Legión Cóndor.

Al mando de ella estaba el mítico aviador de la Luftwaffe Adolf Galland, que representó toda la gloria y toda la miseria del arma aérea del III Reich, y que en sus memorias describió con emoción el aeródromo llanisco.