Por Inaciu Iglesias, en El Comercio

Tenemos candidato nuevo en la oficina, el señor Canga –fichaje estrella de la dirección de Génova para las elecciones asturianas del próximo mayo– y sinceramente yo le deseo lo mejor: quiero que saque el mejor resultado y tiene, desde ya, todo mi apoyo; entre otras cosas porque cualquiera que acepte dar la cara en una cartel electoral –y más en este pequeño y verde país nuestro– cuenta con todo mi respeto, afecto y consideración.

En política, los mirlos blancos se vuelven todos pardos en cuanto bajan al barro

Pero cuidado. En política solo hay una oportunidad de causar una buena primera impresión y los mirlos blancos se vuelven todos pardos en cuanto bajan al barro. Así que ojo con la prepotencia y la sobreexposición, no vaya a ser que el ruido mediático nos impida ver demasiadas evidencias; empezando por lo básico: quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos.

Respecto al ser, me resulta interesante que la derecha española fiche como candidato nuestro a un funcionario; a un alto funcionario de la Unión, no vayamos a confundirnos: treinta años de experiencia contrastada en Europa. Frente a la izquierda subvencionadora de la paguina y el puestín, la dirección de Génova nos propone –y nos impone– a un tecnócrata experto en ayudas y fondos millonarios, porque, según ellos, eso es lo que nosotros necesitamos: el maná de Bruselas. O por lo menos, así lo relata, hablando de sí mismo, el propio candidato: alguien con experiencia en puestos de altísimo nivel, que habla ocho idiomas y sabe buscar el dinero como nadie. Textualmente: «Para una persona como yo es muy fácil encontrar dinero debajo de las piedras». Y yo entonces pregunto: ¿cuál es la diferencia ideológica respecto a nuestros actuales llevadores? ¿Acaso no lleva nuestra izquierda cuarenta años prometiéndonos exactamente eso: más y más fondos ‘next generation’? ¿En qué va a consistir el gran cambio? Pues, escuchando al propio candidato, en su proverbial capacidad. Y vuelvo a citar textualmente: «El Gobierno de Barbón tiene por ejecutar el 80% de sus inversiones de este año», mientras que «en Bruselas, yo, que gestiono algo más de 700 millones cada año, llevaba al inicio de diciembre el 92% ejecutado». Ese es el particular método Canga: acostumbrémonos a él.

Las verdaderas puñaladas vendrán dos meses antes de las urnas, al confeccionar las listas electorales