Por Iván de Santiago, Abogado y escritor, en El Comercio

José Luis Capitán es el atleta que sigue teniendo el récord de subida al Angliru, esa gloria montañesa en el municipio de Riosa. Así lo recuerda una placa en su cumbre a la que, el pasado sábado, se acercaron 250 personas que corrieron, caminaron… llegaron. Allí estaban amigos y familiares de Capi, y otros muchos que solo pretendían dar visibilidad al problema que en la actualidad tiene a Capitán atado a una silla de ruedas.

La ELA, esa destructiva enfermedad a la que, muchos que la padecen y tienen el nombre, la capacidad y la fuerza moral para hacerlo, hacen frente divulgando que se puede seguir peleando. Que siguen pensando que, pese a que destroza el sistema inmunitario, ataca a los tejidos y te destruye muscularmente, la investigación hará que cada día la calidad de vida de sus pacientes sea mayor, hasta que, un día, los maravillosos médicos que dedican su vida a estudiar, nos digan por fin que hay cura para la esclerosis lateral amiotrófica.

El pasado sábado, bajo una iniciativa de SpideAbel, casi tres centenas de personas decidieron acompañar a Capitán en su subida. ‘Capi’ llegó con la misma sonrisa que tenía antes de la enfermedad. Atado a su silla, pero sin perder las fuerzas ni el espíritu positivo. Reconoció que nunca había llorado en la ascensión, pero ese día sabía que lo haría, porque la emoción era mucha.

Tienen ustedes el vídeo en  la web de EL COMERCIO.es realmente emocionante.

El deporte es probablemente la actividad más solidaria que conozco. No solo para quienes lo practican, y no solo para aquellos que lo practican en equipo, donde uno depende de su compañero. También aquellos que lo han practicado siempre, o se animan tarde. Porque los deportistas son gente limpia. Y muchos de ellos, junto a todos los amigos que decidieron aventurarse, empujaron física y moralmente a ‘Capi’ hasta la cima.

Nunca le verán una mala cara, ni una queja. Nunca sentirá lástima de sí mismo ni de otros en su situación. Participan en una asociación, ELA Principado que hace una maravillosa labor psicológica por los enfermos, como otras muchas en todo el país. Y ellos, y sus familias, son el verdadero valor de quienes luchan contra el mal o quienes simplemente aguantan sus estragos.

Pero ‘Capi’ llegó a la cima, con sus amigos y familiares, y desde su silla miró todo lo que se ve, y lloró emocionado. Y triunfó una vez más, como otras muchas, pero esta quizá sea su mayor victoria.