Por Inaciu Iglesias, en El Comercio

Subir salarios, bajar precios, repartir beneficios. Suena bien. Como carta a los reyes magos suena bien, pero como estrategia económica, permítanme decirlo, tengo mis dudas. Es cierto que no hay sentimiento más humano –y más atractivo– que la compasión: sufrir con los demás, compadecernos de los desfavorecidos, ayudar a nuestros hermanos… Cómo será que algunos –por aquello de la culpa católica– pretenden hacerla obligatoria y rebautizarla como solidaridad. Nada nuevo. Por imperativo categórico, por legislación fiscal o por convención moral, de siempre, nos apoyamos unos en otros, compartimos lo que tenemos y vivimos en comunidad. Así que hagámoslo bien: construyamos en vez de destruir; olvidémonos de la demagogia de abajo el que suba, muerte al comercio y plátanos para todos, y apliquemos más estrategia, esfuerzo y rigor para conseguir más y mejores plátanos –quiero decir, beneficios– que poder repartir.

Empezamos otra campaña electoral y ya estamos cansados de promesas, memes y soluciones infantiles. ¿Quiere usted prosperar en su negocio? Pues solo tiene que vender más caro, comprar más barato y reducir los gastos. ¿Se fiarían de alguien así? Pues hay analistas –muy trajeados– que cobran una pasta por decir cosas parecidas; eso sí, con palabros en inglés, gráficos en color y aplicaciones multimedia cuatro punto cero. Cuidado entonces con las respuestas simples y con pensar que la Administración –cualquiera de ellas– va a solucionar todos nuestros problemas, apagar nuestros incendios, aumentar los impuestos solo a los ricos (que nosotros ya pagamos demasiado y nunca recibimos bastante) y, además, reducir nuestra excesiva dependencia del sector público.