Oblanca: “Ante el desbarajuste de esta emergencia sanitaria se está despreciando una de las cualidades más reconocidas de nuestras Fuerzas Armadas, como es su gran capacidad logística”

“El Ejército debió tener una mayor participación en la logística para evitar la carencia de material sanitario y los fiascos en artículos imprescindibles para la protección del contagio”

“Negligencia, incompetencia y caos logístico nos han llevado a que mes y medio después de iniciado el estado de alarma continuemos teniendo carencias de material básico en España”

“¿Podría Vd. aclarar, señora ministra de Defensa, las circunstancias que han rodeado la cancelación de la Operación Zendal? ¿Por qué se ha eliminado la participación de nuestras Fuerzas Armadas en el muestreo epidemiológico para conocer cuántos españoles han sido afectados por el contagio?”

“No son racionales los testimonios de rechazo a la presencia de nuestro ejército en muy determinadas localidades, o el menosprecio hacia algunos equipamientos de campaña que proporcionan alternativa de atención a los contagiados”

“Con la ley en la mano, y con el sentido común, no se me ocurre otro supuesto más pertinente para el combate frente a este coronavirus que está asolando a los españoles, que la participación de nuestros soldados en amparo de toda la población”

El diputado de FORO, Isidro Martínez Oblanca, intervino durante la tarde de hoy en la comisión de Defensa del Congreso de los Diputados, donde compareció la Ministra de Defensa Margarita Robles. Durante su intervención, el diputado por Asturias exigió una explicación a la Ministra sobre las razones por las que el Ejército no habría participado más activamente en la logística y control de calidad de los materiales sanitarios, dado que “Se está despreciando la logística como una de las cualidades más reconocidas de nuestras Fuerzas Armadas, que no ha tenido mayor participación ante el desbarajuste sin paliativos de esta emergencia sanitaria tanto por la carencia de material como por los sucesivos fiascos en artículos imprescindibles para la protección del contagio -caso de las mascarillas- para crear una barrera física a la entrada de virus, o para su diagnóstico -caso de los test- con objeto de calibrar la extensión del contagio determinando con conocimiento la flexibilización de las medidas de confinamiento y que su desescalada gradual sea producto del análisis riguroso y no de imprecisiones que pudieran dar lugar a un rebrote de la infección”.

Oblanca continuó recordando su punto de vista sobre la gestión del Gobierno en este aspecto, la cual definió como “negligente e incompetente, y origen de un caos logístico que nos ha llevado a que mes y medio después de iniciado el estado de alarma continuemos teniendo carencias de material básico en España y de ahí la necesidad de sucesivas prórrogas, entre otros aspectos porque la escasez de pruebas diagnósticas impide precisar el grado y la extensión del contagio entre la población, y mientras no dispongamos de datos fiables, resultaría muy temerario abrir las restricciones de movimientos”.

En relación con la recopilación de dichos datos fiables, Oblanca pidió aclaraciones sobre las circunstancias de la cancelación de la Operación Zendal, sobre la que preguntó: “¿Por qué se ha eliminado la participación de nuestras Fuerzas Armadas en el muestreo epidemiológico para conocer cuántos españoles han sido afectados por el contagio?”

El diputado de FORO recordó también la labor del Ejército durante la pandemia en “el montaje de hospitales de campaña, la desinfección de calles, centros sanitarios y establecimientos residenciales, la vigilancia de infraestructuras esenciales, al control de carreteras, al transporte de material y, en definitiva, a lo que toque para prestar toda la ayuda posible en este terrible e interminable desgracia que estamos atravesando”, mencionando más en concreto labores como las llevadas a cabo en la morgue improvisada en el Palacio de Hielo, donde soldados “suplieron respetuosa y emocionadamente el velatorio familiar, imposible de realizar por el riesgo y extrema agresividad del contagio”.

En este sentido Oblanca criticó duramente la actitud de quienes “en muy determinadas localidades rechazaron la presencia de nuestro ejército, o el menospreciaron algunos equipamientos de campaña que proporcionan alternativa de atención a los contagiados”, y justificó la participación de los soldados indicando que “Con la ley en la mano, y con el sentido común, no se me ocurre otro supuesto más pertinente para el combate frente a este coronavirus que está asolando a los españoles, que la participación de nuestros soldados en amparo de toda la población”.

Concluyó su intervención el diputado de FORO indicando que “Es muy clarificador comprobar que, quienes aprovechan la tragedia del COVID-19 para reivindicar el papel de “lo público”, sean los principales descalificadores de las FF.AA., modelos de eficacia y abnegación públicas para proteger el interés general de los españoles”

Intervención íntegra de Isidro Martínez Oblanca durante la celebración de la Comisión de Defensa en el Congreso de los Diputados el día 27 de abril de 2020

"Muchas gracias, señor presidente:

Buenas tardes, señora Ministra de Defensa:

Muchas gracias por esta comparecencia parlamentaria y por su mención personal que le agradezco de corazón. Estamos en unos momentos muy graves de la historia de España en la que nos ha descrito el impresionante y duro trabajo desarrollado por nuestras Fuerzas Armadas en esta catástrofe que nos está tocando sufrir como secuela del COVID-19. Le honra muchísimo, señora Robles, asumir en primera persona y en exclusiva los errores que se hubieran podido cometer en esta pandemia que se ha cebado con el mundo, pero muy especialmente con los españoles y que continúa en pleno desarrollo, si bien parece que las crecientes y espantosas estadísticas diarias de mortalidad comienzan a remitir y también las de casos activos, lo que confirma que las inexcusables restricciones de movimientos de la población, y el confinamiento en sus domicilios de 47 millones de españoles avanzan hacia el objetivo de aliviar el colapso y la altísima tensión existente en el sistema de salud.

El pasado miércoles, tras finalizar el pleno del Congreso, ya camino de la medianoche, y mientras yo regresaba en mi vehículo hacia Asturias, escuché en la Cadena COPE una entrevista que el presentador Ángel Expósito y varios colaboradores realizaban al responsable de la Oficina de Comunicación Pública de la Unidad Militar de Emergencia, el Capitán de Corbeta, Aurelio Soto. En esa jornada, la UME había concluido un cometido tan doloroso como humanitario: durante un mes, 150 de sus miembros se habían encargado de las instalaciones del Palacio de Hielo, aquí en Madrid, reconvertido en morgue provisional para depositar los cadáveres de más de 1.100 víctimas del coronavirus. Ese mismo día, Vd., señora ministra, acompañada de la presidenta de la Comunidad de Madrid, señora Ayuso, y del alcalde de la capital, señor Martínez Almeida, habían presidido la ceremonia de clausura del recinto mortuorio, tal vez uno de los iconos de esta catástrofe sanitaria.

El portavoz de la UME desvelaba en la entrevista radiofónica un detalle que, por emocionante, engrandece, más si cabe, los valores de nuestro Ejército y que supone un preciado destello de humanidad en medio de esta tragedia inmensa: durante 31 días y en ausencia de los seres queridos, obligada legalmente por la extrema agresividad del contagio, nuestros muertos fueron acompañados permanentemente por soldados que suplieron respetuosa y emocionadamente el velatorio familiar.

Valga esta muestra del penoso trabajo realizado en el Palacio de Hielo para reflejar una de las muchas tareas de los hombres y mujeres de nuestro Ejército cumpliendo las premisas del Jefe del Estado Mayor de la Defensa, que hoy nos acompaña junto con otras autoridades militares a las que también saludo. El general Villarroya señaló certeramente en aquellos primeros momentos del desastre que, para enfrentarse a esta pandemia de dimensiones desconocidas, riesgos extremos y extensión preocupante, solo cabía mantener una triple actitud: estricta disciplina, espíritu de sacrificio y moral de victoria.

Permítame, señor presidente, que como uno de los representantes en las Cortes Generales de tantísimos millones de españoles que confiamos, reconocemos y admiramos el papel de las Fuerzas Armadas, y al igual que lo he hecho con todos los sectores profesionales que cumplen su tarea en esta situación de emergencia, rinda tributo a nuestros soldados, a todos y cada uno de cuantos se están aplicando durante estas semanas al montaje de hospitales de campaña; a la desinfección de calles, centros sanitarios y establecimientos residenciales; a la vigilancia de infraestructuras esenciales; al control de carreteras; al transporte de material y, en definitiva, a lo que toque para prestar toda la ayuda posible en este terrible e interminable desgracia que estamos atravesando.

Habrá resultado impactante acceder a lugares -singularmente los de atención a nuestros mayores-, en los que la epidemia se cebó con despiadada e incontenible virulencia. Será imposible restañar jamás las heridas del alma que habrán recibido muchos soldados al encontrarse escenas inimaginables y, además, siempre con el lógico y humano temor a la amenaza de resultar también víctimas de un enemigo invisible, traicionero, despiadado, cruel y letal.

Señorías:

Resulta muy clarificador comprobar que, quienes aprovechan la tragedia del COVID-19 para reivindicar el papel de “lo público”, sean los principales descalificadores de las FF.AA., modelos de eficacia y abnegación públicas para proteger el interés general de los españoles. Me resulta irracional que, ante el cumplimiento de misiones de ayuda a la población, hayamos tenido que ver y oír algunos testimonios de rechazo a la presencia de nuestro Ejército en muy determinadas localidades, el menosprecio hacia algunos de los equipamientos de campaña construidos en tiempo récord para proporcionar alternativas sanitarias de atención a los contagiados, o su reciente eliminación de las sesiones informativas convocadas por el gobierno.

Pero, puesto que hablamos de pandemias y del papel del Ejército en esta gran catástrofe del COVID-19, resulta pertinente rememorar que la vinculación histórica de nuestros militares con las tareas de contención epidemiológica viene de cuando Isabel la Católica promovió su participación organizada en la plaga de tifus exantemático que tuvo lugar durante la toma de Granada. A lo largo de este periodo de cinco siglos, al igual que ahora en 2020, los soldados españoles han participado en no pocas campañas y misiones con letales epidemias de por medio, de ahí que me haya parecido acertado que el despliegue para luchar contra el coronavirus lleve por nombre el de “Operación Balmis” en recuerdo al médico castrense español que desde finales de 1803 reguló la distribución de la recién descubierta vacuna de la viruela por América y Filipinas que afectaba mortalmente, sobre todo, a la población infantil. En parte de aquel periplo de varios años le acompañó una enfermera gallega, Isabel Zendal, cuyo apellido dio nombre ahora a otra operación del Ejército de Tierra en torno a la pandemia que estamos sufriendo en España. Operación cancelada inexplicablemente por el Ministerio de Sanidad.

Señora ministra, puesto que hay opiniones muy formadas que atribuyen esta decisión a presuntas presiones de los socios independentistas del señor Sánchez en la moción de censura y apoyos imprescindibles en su reciente investidura, ¿podría Vd. aclarar las circunstancias que han rodeado la cancelación de la Operación Zendal? ¿Por qué se ha eliminado la participación de nuestras Fuerzas Armadas en el muestreo epidemiológico para conocer cuántos españoles han sido afectados por el contagio? ¿Es cierto, tal y como publicó hace ocho días “El País”, que estaba previsto que los 750 soldados destinados al estudio epidemiológico no llevasen uniforme?

En todo caso, en la figura del doctor Balmis y de la enfermera Zendal rindo homenaje a todos los militares y civiles que a lo largo del tiempo han dedicado su vida, incluso entregándola como ha sucedido también en estas oscuras e interminables jornadas de primavera, para aplacar los devastadores efectos de las enfermedades infecciosas altamente contagiosas entre la población.

Señora ministra:

Como continuamos inmersos en la emergencia sanitaria, no viene al caso que hoy yo me extienda y reitere en esta Comisión de Defensa mi criterio sobre la gestión del gobierno en esta crisis del coronavirus. Ya lo he expresado inequívocamente en las diferentes sesiones plenarias del Congreso ante el propio presidente Sánchez y los miembros de su gobierno, y quedó recogido en los respectivos Diarios de Sesiones. Lo resumo: negligencia, incompetencia y caos logístico nos han llevado a que -mes y medio después de iniciado el estado de alarma- continuemos teniendo carencias de material básico en España.

Desconocemos – y por tanto le pido, señora ministra aclaraciones- por qué una de las cualidades más reconocidas de nuestras Fuerzas Armadas, como es la gran capacidad logística de los diferentes Cuerpos de Intendencia del Ejército de Tierra, de la Armada y del Ejército del Aire, no ha tenido mayor participación ante el desbarajuste logístico a lo largo de esta emergencia sanitaria. La confusión logística es la causante de la carencia de material y de sucesivos fiascos en artículos imprescindibles para la protección frente al contagio -caso de las mascarillas-o para su diagnóstico -caso de los test- con objeto de calibrar la extensión de la epidemia.

No obstante, en medio de este desastre de gestión, el Ministerio de Defensa bajo las indicaciones de su titular y a través de sus diferentes mandos y soldados de todos los cuerpos y unidades, han desarrollado labores que quiero reconocer expresamente para que, en lo que valga desde este escaño del Congreso, sirva de estímulo en la tarea que aún tenemos por delante, que no estará exenta de dificultades y que, además, no será corta en el tiempo porque la inexistencia de vacunas apunta a ello.

Finalmente, en la parte legislativa, que es asunto principal que compete a los que estamos en las Cortes Generales, conviene insistir -porque incluso en esta Comisión hay portavoces descreídos- que en nuestra normativa se determina, a través de una Ley Orgánica, que las Fuerzas Armadas, junto con las Instituciones del Estado y las Administraciones Públicas, tienen como una de sus misiones la de preservar la seguridad y bienestar de los ciudadanos en los supuestos de grave riesgo, catástrofe, calamidad u otras necesidades públicas.

Con la ley en la mano, y con el sentido común, no se me ocurre otro supuesto más pertinente para el combate frente a este coronavirus que está asolando a los españoles, que la participación de nuestros soldados en amparo de toda la población. Nuestras Fuerzas Armadas tienen que seguir cumpliendo su extraordinario cometido en esta crisis. Y se agradece; vaya que si se agradece.

Muchas gracias, señor presidente.

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