Todo son anuncios grandilocuentes que jalonan el calendario de días históricos, que se va a caer el calendario de la pared de lo que pesa.

P ese a lo rica que es la lengua castellana (el Diccionario Histórico de la RAE tiene más de 400 millones de registros, aunque el normativo DLE sólo recoja unas 93.000 en uso hoy), hay veces que se acaban los adjetivos. Es lo que nos ocurre a menudo con el Gobierno del Principado de Asturias, que lejos de la monotonía comatosa a la que nos tuvo acostumbrados el anterior Ejecutivo, ahora parece esforzarse cada día para que tengamos que revisar los Diccionarios en busca del siguiente calificativo para su gestión.

El Consejero de Salud se despachó el mes pasado con “despropósito” al definir el trabajo de su propia Consejería en la licitación de las obras del Hospital de Cabueñes. Es una novedad, porque normalmente el Consejo de Gobierno nos cuenta la correspondiente milonga (séptima acepción) y nosotros nos encargamos de calificarla. Esta vez ha debido de ser tan gordo que nos lo han dado hecho. Humildemente, nosotros procuramos buscar una cierta variedad para no aburrir al personal: incompetente, propagandística, errónea, inmovilista, unilateral, pésima, incapaz, sorprendente, injustificable, contradictoria, disparatada, y podría seguir; pero lo cierto es que ya no nos quedan muchas, y si encima nos las quita el propio Gobierno, nos quedamos sin palabras.

Sin palabras, que no sin palabra. El plural marca la abismal diferencia de las dos locuciones verbales, que aparecen seguidas en el DLE:

«Faltar fácilmente a lo que ofrece o contrata» es la definición exacta del Gobierno que preside Adrián Barbón y que, en la línea con los tiempos que vivimos (eso no se le puede reprochar), hace política para Instagram y Twitter. Elige fotos como nadie el Presidente para ilustrar sus redes sociales. Menos esmero pone en cumplir los acuerdos a los que llega, por sí o por terceros afines, desde que en 2018 llegó a la Secretaría General de la Federación Socialista Asturiana. De ahí, de la falta de esmero, llega la facilidad con la que falta a lo que ofrece o contrata, es decir, a lo que pacta. Desconozco, porque no me corresponde a mi evaluarlo ni hacerle seguimiento, lo que hace con otras fuerzas políticas. Quizás la siempre solícita coalición Izquierda Unida tenga un balance más positivo (a nadie se le ocurriría que lleven treinta años aprobando Presupuestos socialistas a cambio de nada, ¿no?), pero desde luego FORO Asturias no lo tiene.

La lista es larga y da hasta reparo recitarla, porque aflora la propia responsabilidad cuando el mismo te engaña no una ni dos veces: desde el Convenio del Plan de Vías de Gijón que aprobó el PSOE local, que firmó la FSA y que publicó el PSOE federal en el BOE, ahora roto por voluntad exclusiva de ese partido, hasta el dragado de los Puertos de Luarca o de Ribadesella, pasando por la A-63, siguiendo por el Estatuto de la Industria Electrointensiva, por las inversiones de Arcelor, por la limpieza del cauce de los ríos (da igual pasar por el Puesto de Mando de la que vuelve de Cantabria, presidente), por la mejora del transporte público en toda la Autonomía, por la contratación de personal docente y sanitario de refuerzo, o por el último y bochornoso capítulo de las obras de Cabueñes. Todo son promesas incumplidas por Adrián Barbón y su Gobierno. Todo son grandes palabras, normalmente acompañadas por media docena de tuits o stories pero pocas páginas de BOPA. Se permite el presidente decir que “comparte la frustración”, como si no fuera el presidente del Gobierno del Principado y no dependiera de él generarla día sí y día también. Todo son anuncios grandilocuentes que jalonan el calendario de días históricos, que se va a caer el calendario de la pared de lo que pesa. Todo incumplido. Y Asturias (porque nosotros es lo de menos) sigue, cansada y harta, esperando soluciones.