Muchas gracias en nombre del presidente del Principado de Asturias, a quien tengo el gusto de representar en este acto, por la invitación a la clausura de una pertinente jornada sobre el futuro de la construcción en nuestra comunidad autónoma.

Seguro que a lo largo del día, tras el debate y puesta en común de visiones diferentes acerca de los retos y las dificultades del sector, han llegado a conclusiones importantes, que espero sean esperanzadoras y realizables.

Sé que han hablado ustedes del trinomio inversiones / infraestructuras/ empleo como base del desarrollo. Creo que a estas alturas existen pocas dudas sobre el papel que juegan las infraestructuras en el progreso de los países, las regiones, los territorios, y hay profusa literatura económica que así lo avala. Las infraestructuras son un input productivo que, junto con el trabajo y el capital privado, inciden en la productividad, estimula la inversión y la actividad empresarial privada. Aunque en este asunto casi es más controvertido el cuánto, es decir, la magnitud de su contribución al crecimiento.

Estamos ante un debate muy amplio y abordarlo con rigor exige no desvincularse del objetivo que, por encima de cualquier otro, se debe perseguir desde la inversión pública, que es el objetivo de la rentabilidad social de las inversiones, de la capacidad de la obra pública para contribuir al bienestar de las personas. Tampoco es éste un debate que pueda sesgarse del relacionado con analizar hasta qué punto no solamente es rentable socialmente la inversión en infraestructuras físicas, sino también otro tipo de inversiones, como son las relativas a I+D, en tecnologías, o en el capital humano de toda sociedad.

Seguramente muchos de ustedes comparten -y desde luego el Gobierno de Asturias así lo siente-, que la inversión en las personas, en su subsistencia, su salud, su educación, o paliando los efectos de su dependencia, no pueden subordinarse a ninguna otra primacía; y que además de la inversión en obra pública, otras como las relativas a políticas activas de empleo, o a la innovación tecnológica, son también del mayor interés para la sociedad en general y el sector de la construcción en particular.

Asimismo, no podemos caer tampoco en la simplificación de que más inversión en infraestructuras públicas es sinónimo infalible de mayor riqueza. Análisis interregionales varios, en cuanto a dotación de carreteras, ferrocarriles, obras hidráulicas o puertos, evidencian la existencia de disparidades de dotación entre las comunidades autónomas y, es probable que aquellas que menos capital público dedican, por producción o por capital privado, sean más ricas y con un mayor músculo en su tejido empresarial privado.

Llegados a este punto, acaso podríamos preguntarnos acerca de las infraestructuras públicas que tenemos y sobre si el capital neto de las mismas en Asturias es, o no, bajo en relación con España. La respuesta es negativa. Las dotaciones de capital en infraestructuras públicas en esta comunidad alcanzan un peso del 3,6% en el conjunto español y es el agregado de capital que, entre 1995 y 2010, ha crecido en el Principado por encima de la media nacional. Asumimos que es el único que ha mejorado en esos 15 años, muy por encima de nuestra aportación al PIB, a la superficie, a la población o al empleo en España.

Pero ninguna de estas evidencias pretende, en modo alguno, restar importancia, en estos momentos y en esta comunidad autónoma, a la inversión pública en infraestructuras del territorio. Su contribución a la creación de empleo, que es nuestra prioridad número uno, su papel en el mantenimiento de la actividad empresarial, y su aportación al bienestar social y al equilibrio territorial son contundentes razones que justifican el interés del Gobierno del Principado de Asturias por mantener y, en todo lo posible, potenciar su presencia en la acción política regional.

Así lo ha dejado patente el Principado en la firma del Acuerdo por el Empleo y el Progreso de Asturias, 2013-2015 (AEPA) donde, pese a constatar el complejo contexto económico, con falta de ingresos y severos límites de los objetivos de déficit, ha apostado por continuar con las inversiones iniciadas (concebidas en tiempo de bonanza) y promover otras nuevas, eso sí, con unas referencias cuantitativas, supeditadas a la flexibilización de objetivos de déficit. No voy a extenderme en este punto pero si recordar que, lamentablemente, el reparto vertical del objetivo de déficit ha resultado injusto y desequilibrado, como también lo ha sido el reparto interautonómico que ha dado más a comunidades incumplidoras y se lo ha negado a las cumplidoras como Asturias, con una solvencia financiera por encima de la media y con una clara necesidad de reactivar su economía. A nadie se le escapa que éste ha sido un factor reductor de la inversión pública regional. Como lo es también la perseverante negativa del Gobierno de España a cumplir con su deber de pagar los fondos mineros. Es un dislate lo que está sucediendo con este tema, y esperamos que tras la sentencia de la Audiencia Nacional, la responsabilidad aflore y se abone al Principado lo debido, que tanta capacidad inversora alternativa le detrae.

En clave de análisis de esta capacidad inversora, tampoco podemos abstraernos de un pasado marcado por la aplicación de mecanismos de financiación extrapresupuestaria en la construcción de infraestructuras y equipamientos, que hoy son deuda a pagar desde los presupuestos públicos. O del apoyo del Principado de Asturias a entidades del sector público vinculadas al suelo y la construcción. Conocen las tensiones financieras de estas entidades y saben que no prestarles auxilio para la supervivencia podría suponer, en los casos de Zalia y Sogepsa, renunciar a su pulsión para el desarrollo logístico e industrial de Asturias, básico para el despegue de la economía, y por ende, del sector de la construcción.

En este punto quiero salir al paso de esa falsa creencia de que el Principado de Asturias no invierte todo lo que puede. En estos dos últimos años utilizamos toda la capacidad presupuestaria que teníamos, bien por la vía del agotamiento del techo de déficit, bien por la de los ingresos. Lo que no puede hacer el Gobierno es dejarse seducir por espejismos de periodos intermedios del ciclo presupuestario, porque de hacerlo, correría el riesgo de encontrarse al final del ejercicio con la amarga imposibilidad de afrontar sus obligaciones

Como consejera de Fomento, comparto con ustedes el afán por hacer crecer las inversiones en obra pública, pero hay que contextualizar las reivindicaciones. Entiéndanme bien, no pretendo frenar la ambiciones sobre la licitación, la mía la primera, pero creo que debemos mirar a nuestro alrededor para saber realmente en qué situación relativa estamos.

Es importante señalar que, de acuerdo con los datos de SEOPAN, la licitación en el Principado de Asturias en el año 2013 -el primero enteramente atribuible al actual Gobierno- ha estado por encima de la media nacional, en cualquiera de los tres indicadores convencionales considerados: población, superficie y PIB.

Y si se habla de inversión ejecutada (referida a 2013 y en porcentaje de PIB), según el Ministerio de Hacienda, Asturias está la segunda de las 17 comunidades autónomas, tras Cantabria y en la misma posición que Extremadura, con una inversión de más del doble de la media nacional.

Este año 2014, hemos esquivado en todo lo posible las dificultades de una prórroga presupuestaria gracias a la aprobación a finales del pasado abril de una ley de crédito extraordinario. Desde este marco de gasto, el Gobierno del Principado aspira a movilizar más de 200 millones de euros en inversión, de los que 123 procederían de la Consejería de Fomento, destinados a obra nueva y mantenimiento. Hoy mismo autorizaba el Consejo de Gobierno 14 obras públicas por importe superior a los 28 millones de euros. Adicionalmente, desde COGERSA, trabajamos por sacar adelante la licitación de la incineradora, una vez que se resuelvan los previos requerimientos administrativos y económico-financieros que conlleva, lo que supondría sumar inversión estimada de 202 millones de euros.

Por tanto es evidente que el actual gobierno de Asturias ni ha llevado, ni lleva, ni llevará en modo alguno todos sus ingresos al capítulo de de gasto sino que la inversión está, probablemente de una manera mejorable, pero está razonablemente atendida.

De cara al futuro, sin negar la dureza de la fuerte reestructuración que el sector ha vivido en estos últimos años, en forma de ajustes, cierre de empresas y destrucción de empleo, si hay ciertos indicadores que, aunque no permitan lanzar campanas al vuelo, analizados en su conjunto, acaso podrían intuir una tendencia al cambio de ciclo.

Veamos algunas de estas señales desde el análisis realizado por nuestra sociedad de gestión de suelo:

   - Respecto de los precios, el Instituto Nacional de Estadística publicaba el pasado lunes el Índice de de Vivienda correspondiente al primer trimestre del año. En el conjunto de España, la caída de precios en términos interanuales se ralentiza significativamente. Es verdad que en Asturias –a diferencia de lo que pasa en varias autonom el precio de la vivienda todavía baja, y con más fuerza que la media, pero en términos acumulados, desde el primer trimestre de 2008, nuestra caída ha sido menor que en el conjunto de España    - Respecto de las transacciones, hoy se hacían públicas las dos estadísticas de referencia a nivel nacional que muestran una clara estabilización del mercado de la compraventa de vivienda en Asturias.    - La financiación bancaria, después de tan larga ausencia, parece que empieza a aflorar: el número de nuevas hipotecas sobre fincas urbanas en Asturias de marzo es un 50% superior al de hace un año. Está por ver la incidencia en este sector y en las familias de las medidas anunciadas por el Banco Central Europeo, cuánto va a ser el impacto, y cuando se va a producir.

Pero si el cambio de tendencia fuese una realidad, y empezasen a reactivarse proyectos, no caigamos en la falsa creencia de que el futuro de la construcción va a ser semejante al pasado. Ni desde la demanda ni desde la oferta va a ser igual. Este es el mejor momento para entenderlo así y prepararnos para el tiempo que viene.

Debemos abandonar la idea de que, al modo de lo sucedido en el pasado, los nuevos tejidos urbanos deben surgir en general de nuevos consumos de suelo. El suelo es un recurso demasiado valioso y escaso para ocuparlo sin estricta necesidad, y las maltrechas arcas de las administraciones públicas tienen poca capacidad para extender y mantener servicios. El uso eficiente del territorio, con el aprovechamiento de los espacios urbanos infrautilizados, degradados, o vacíos, y la regeneración de urbanizaciones es el reto. Como lo es mejorar energéticamente nuestro tejido edificado. Los nuevos requerimientos en materia de rehabilitación energética de la edificación existente hemos de verlos como oportunidades.

Y tenemos que aspirar a generar espacios residenciales con calidad de principio a fin, evitando caducos modelos segregacionistas centro-barrios, buscando que la convivencia de usos, la calidad del espacio urbano y su adaptación real a las necesidades de la gente que los habite y disfrute, sean objetivos principales.

En el Gobierno del Principado trabajamos en varias iniciativas clave que han de ayudarnos a sentar las bases de nuestro futuro. Trazando las líneas maestras para una Asturias más sostenible, cohesionada e inteligente, a través de las directrices de ordenación del territorio en las que trabajamos; o planificando nuestras infraestructuras de una manera integrada y racional, a través del Plan de Infraestructuras y Movilidad en Asturias. También avanzando en los proyectos pendientes par esos enclaves neurálgicos como son El Cristo y La Vega en Oviedo. Para todo ello, esperamos contar con vuestra opinión y aportaciones.

Termino ya mostrándoos mi convicción respecto a vuestra capacidad de respuesta ante los nuevos retos. Aunque más pequeño, espero un sector más fuerte y eficiente, con el bagaje incorporado del esfuerzo en la internacionalización que estáis haciendo, y con fuerte presencia de principios de gestión que demostraron ser exitosos en el pasado: saber hacer, prudencia, conocimiento de mercados, especialización, y muy singularmente, compromiso con el entorno. El esfuerzo de todos ustedes, trabajando con las instituciones por esos retos, seguro que recibirá la aprobación de la sociedad a la que el Gobierno se debe, y a la vez traerá al sector retornos en forma de bonanza empresarial y creación de empleo.

Muchas gracias.

 

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