Me gustaría hacerles dos preguntas. La primera, si ustedes consideran que España ha iniciado una recuperación sólida. En el caso de que piensen que sí, les planteo la segunda cuestión: ¿cuál creen que es el sector de actividad capaz de tirar de la economía asturiana?

Para que no me acusen de jugar con ventaja, seré yo el primero en responderlas.

En enero, el Fondo Monetario Internacional revisó al alza la previsión de crecimiento para España en este año, hasta situar el aumento del Producto Interior Bruto (PIB) en un 2%, seis décimas por encima de la estimación para la zona euro. FUNCAS la eleva al hasta el 2,6 y el BBVA alcanza el 2,7. Hace poco, la OCDE también actualizó sus cálculos. Este organismo prevé que el desarrollo de la Zona Euro llegue al 1,4% este año y al 2% en 2016.

El optimismo es innegable. Ahora bien, un asunto como éste merece un análisis más sosegado. Por ejemplo, coincidiremos en que hay dos motores principales de este despegue: la depreciación del euro, estimulada por la compra masiva de deuda pública (la Quantitative Easing), y la caída de los precios del crudo. En el caso español, contribuyen también otros factores, como el aumento de la demanda interna –desgraciadamente, no tanto en lo que se refiere al metal- y la buena expectativa turística. Sin embargo, persisten factores negativos, como la balanza de pagos y, sobremanera, el elevado índice de desempleo. El panel de FUNCAS calcula que en 2016 la tasa de paro seguirá por encima del 20%, un porcentaje que en otras economías europeos pondría los pelos de punta al más pintado.

A estas alturas, todos deberíamos estar escarmentados de los pronósticos económicos, por más renombre –ya bastante diluido, todo sea dicho- que tengan sus autores. Pero no quiero hacer de agorero, y menos en una situación en la que tan necesario es recuperar la confianza. A mí me valen esos números. Ojalá volvieran a ser rectificados al alza y superaran el listón del 3% para multiplicar la creación de empleo. Mi temor es otro: que no seamos capaces de consolidar una estructura productiva más sólida. Pienso, lógicamente, en el desarrollo industrial de España. No sólo opino que es necesario mantener y reforzar los estímulos –por ejemplo, aumentar los compromisos estatales con el Plan Juncker-, sino que entiendo que resulta urgente contar con una política industrial fuerte. Recuerden, a este respecto, que ése es un objetivo de la Estrategia 2020 de la Unión Europea, que parece haber pasado a mejor vida a causa de la recesión.

Para no ejercer de aguafiestas, convengamos en que la botella está medio llena, no medio vacía. O tres cuartos, si quieren ser aún más optimistas. Por mi parte, doy la primera pregunta por contestada. Pasemos ahora a Asturias. Es cierto que las previsiones son inferiores a la media –según el BBVA, un 2.1 en este ejercicio y en 2016; según Hispalink, un 1.7 y un 1.9, respectivamente-, pero no dejan de resultar alentadoras después de venir de años de caída.

No quiero perderme en detalles ni molestarles a ustedes con réplicas a las críticas de la oposición. Ya saben que culpan a la gestión del Gobierno de Asturias de esa diferencia entre el crecimiento nacional y el del Principado, sin reparar en la estructura demográfica, el descenso abrupto de la inversión del Gobierno estatal o las circunstancias de la producción energética, todas cuestiones que alteran por sí solas la evolución del PIB. Sé que alegar la incidencia de cuestiones de este tipo tiene muy poca eficacia frente a las descalificaciones simples, pero uno nunca dejará de perder la fe en la capacidad del raciocinio.

Perdón por la digresión. Ya recupero el hilo. El caso es que si el optimismo es válido para España, también lo será para Asturias. Y aquí llego a la segunda respuesta: para que la recuperación económica del Principado adquiera la potencia necesaria, el sector del metal debe estar en la primera línea. Para Asturias es un motor imprescindible.

Permitan que les recuerde unos datos que ustedes probablemente ya conocen, pero que ayudan a entender bien de lo que hablo. En Asturias, la industria tiene mayor peso porcentual que en España. De hecho, hace dos años aportó el 21,68% del valor añadido bruto (VAB), mientras que la media nacional se quedó en el 17,59%. Si nos ceñimos al sector metal, los porcentajes respectivos, con cálculos de 2011, son el 7,72 (Asturias) y el 4.92 (España). Hablamos de 1.111 empresas, más de 20.600 empleos y de un volumen de negocio superior a los 5.000 millones. En este último caso son datos de 2013.

Son números que permiten calibrar la importancia del sector en el que trabajan ustedes. Podrán objetar que son inferiores a los años de la crisis, que la recesión también aquí ha golpeado muy duro, pero continuamos hablando de una actividad que, en muchas de sus ramas –la metalurgia, la fabricación de bienes de equipo, la construcción naval, los montajes- es una de las grandes señas de identidad de la Asturias industrial. Podemos presumir de contar en nuestra comunidad con empresas que son referencia internacional en cada una de esas especialidades.

Por eso este cuarto Foro del Metal que hoy inauguramos tiene tanta relevancia. Les agradezco a todos su presencia, su implicación. A los representantes de las empresas participantes de Asturias y del exterior, a Femetal, la Universidad de Oviedo, las autoridades portuarias de Gijón y de Avilés y al grupo Idepa; en especial, quiero celebrar la asistencia de la delegación panameña, cuyo país tuve el honor de visitar hace dos años. Señora embajadora, doña María Mercedes de la Guardia de Corro, les ofrezco toda la hospitalidad y la colaboración de mi gobierno. A todos les deseo que estas jornadas organizadas por Asturex, que constituyen la actividad comercial más importante del año para el sector del metal, sean lo más provechosas posible.

El Gobierno de Asturias –en particular, la consejería de Economía- ha hecho del fomento de la internacionalización de las empresas asturianas una de sus banderas. Por eso merece un tratamiento prioritario en nuestra Estrategia Industrial, presentada hace un año después de haber sido acordada con la Federación Asturiana de Empresarios y los sindicatos Unión General de Trabajadores y Comisiones Obreras. La celebración de este cuarto foro responde perfectamente a los objetivos de esa Estrategia, en la cual las empresas del metal tienen un papel protagonista insustituible.

Me gusta trabajar con realismo. Aunque resulte un tanto decepcionante para quienes prefieren obviar o manipular los datos, la seriedad es una buena herramienta de gobierno. Nunca me habrán oído presumir de la remontada económica de Asturias, pese a que desde mediados de 2013 se están sumando indicios positivos. El Principado terminó 2014 mejor de lo que empezó y las expectativas favorables se reflejan también en las opiniones empresariales que recoge la Encuesta de Coyuntura Industrial (CEI). Aunque el empleo en el sector aún no crezca, el impulso tractor debemos buscarlo precisamente en las industrias básicas; concretamente, en la metalurgia, la fabricación de bienes de equipo y la construcción naval.

Pero si introduje matices a la hora de referirme a las perspectivas nacionales, también quiero tener la misma cautela al hablar de la situación asturiana. Del mismo modo que la economía española se beneficia de los estímulos exteriores, me gustaría que hubiese más ayuda del Gobierno de España a las necesidades de Asturias. Éste no es un foro para mitinear y yo no voy a tener el mal gusto de hacerlo. Pero ustedes entenderán perfectamente que tenga, entre otras, dos grandes preocupaciones:

Una, alcanzar el pleno desarrollo del puerto de El Musel, clave para mejorar las relaciones comerciales, y aún hoy sin los enlaces necesarios para una infraestructura de su envergadura. Entiendan que empeñarse en que El Musel obtenga todo su potencial debe ser un objetivo común de toda la sociedad y todos los responsables institucionales que tengan un mínimo de eso que se denomina sentido de Estado. Les pido que hagamos de la defensa del gran puerto de Gijón una bandera compartida. Que trabajemos para dotarlo de los accesos adecuados, para acelerar la construcción en tiempo y forma de la red ferroviaria de alta velocidad que mejore el tráfico de mercancías con el resto de España, para recuperar la autopista del mar que lo enlace con otros puertos, para desarrollar la Zona de Actividades Logísticas; para consolidarlo, en fin, como la gran plataforma comercial de Asturias.

Otra, también muy comprensible. En Asturias tenemos tres grandes empresas altamente intensivas en consumo energético. Cualquier sobresalto en una de ellas, por su propio peso y también por su potencial efecto sobre el resto de la actividad, puede lastrar las perspectivas de crecimiento. Por eso también en este punto hago un llamamiento a toda la sociedad, a todos los responsables institucionales. Nuestra industria –buena, pujante, moderna- no puede estar sometida al castigo de una tarifa eléctrica disuasoria.

Como presidente del Gobierno de Asturias tengo el deber de insistir, de reiterarlo, de apelar a las organizaciones empresariales, sociales, a las instituciones para reclamar que estos dos grandes objetivos se despejen cuanto antes. En ambos casos –me limito a constatarlo- la responsabilidad mayor recae sobre el Gobierno de España.

Concluyo. Agradezco de nuevo su participación y les animo a obtener las mejores relaciones comerciales para sus empresas, que serán, al cabo, los mejores resultados para todos. Sin más, declaro formalmente inaugurada esta cuarta edición del Foro Sector Metal Asturias.

Muchas gracias a todos.