La Consejería de Salud está elaborando un protocolo para el manejo de los casos de listeriosis en el sistema público sanitario, que se clasificarán por criterios clínicos, microbiológicos y epidemiológicos y serán notificados de manera obligatoria y urgente al Sistema de Vigilancia Epidemiológica. El protocolo incluirá las instrucciones que el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar ha dado a raíz del brote registrado en Andalucía por el consumo de carne mechada contaminada por este germen.

Los criterios clínicos aluden a síntomas como gastroenteritis aguda, fiebre, síndrome pseudogripal, meningitis, septicemia e infecciones localizadas como artritis, endocarditis y abscesos en población general o en grupos de riesgo como las embarazadas. Asimismo, los microbiológicos son aquellos en los que se detecta en sangre la Listeria monocytogenes y se redefinirán cuando se tengan resultados de la secuenciación genómica. Por su parte, los criterios epidemiológicos aluden al consumo de productos contaminados.

Además, el protocolo clasificará los casos en confirmados, probables y sospechosos. Estos últimos son aquellos en que los pacientes presentan síntomas, pero no están ligados al consumo de productos contaminados. Los casos probables son los que tienen síntomas que se atribuyen al consumo de alimentos infectados. Una vez ratificada la presencia de la bacteria en el laboratorio de microbiología, se convertirán en casos confirmados.

Todas las cepas de Listeria monocytogenes aisladas en Asturias desde el 15 de julio de este año se enviarán para su caracterización al Centro Nacional de Microbiología. Hasta el momento, se han identificado 13 serotipos de Listeria monocytogenes.

La listeriosis es una enfermedad que suele aparecer en casos esporádicos. Los brotes se atribuyen a la transmisión de la bacteria a través del consumo de alimentos contaminados por este microorganismo.

El periodo de incubación es de entre 1 y 70 días, aunque de media se manifiestan los síntomas a los 21 días del consumo de alimentos infectados. En la población general es una enfermedad leve y muchas veces no da síntomas. De hecho, un 10% de la población es portador asintomático de esta afección.

Sin embargo, puede llegar a ser grave en los grupos de riesgo: mayores de 65 años, personas con enfermedades crónicas graves, inmunodeprimidos por enfermedad o tratamientos, embarazadas y recién nacidos de madres infectadas.

En todos los casos se trata con antibióticos.