Las mujeres a las que se les diagnostica un cáncer de mama durante su participación en el programa de detección precoz del Principado tienen mayor esperanza de vida que aquellas que no acuden a las pruebas de cribado.

Para las mujeres que se han sumado a este programa en los últimos 20 años, la probabilidad de tener un diagnóstico de cáncer es de 39 de cada mil; es decir, que la enfermedad afecta a una de cada 25 participantes. En casi tres cuartas partes de estos casos (29 de cada mil), las detecciones se realizan por la prueba de imagen, mientras que el 25% restante (diez de cada mil) se corresponde con cánceres de intervalo, que se manifiestan entre dos de las mamografías incluidas en el plan de cribado. Estos tumores aparecen entre una cita y la siguiente, lo que favorece la detección en estadios muy poco avanzados y conlleva mejor pronóstico.

Entre las mujeres invitadas al programa y que no acuden, un colectivo sensiblemente inferior al anterior en números absolutos, la probabilidad de tener un diagnóstico de cáncer es más bajo: de 31 por cada mil. Esto no implica necesariamente que este colectivo padezca menos tumores, sino que, o bien se diagnostican más tarde o nunca se detectan.

Esa mayor detección entre quienes participan en el programa se cifra en 8 tumores por cada mil mujeres a lo largo de las últimas dos décadas. Esto se traduce en que a una de cada 125 personas incluidas en el plan se le detecta un tumor que, de no participar, desconocería. Este hecho tiene repercusión directa sobre la supervivencia, ya que las mujeres que se adhieren al cribado tienen más esperanza de vida.

En las dos décadas que lleva en marcha el programa, la probabilidad de morir por cáncer de mama antes de cumplir los 71 años, o bien antes de que pase un decenio tras el diagnóstico del tumor, es de cuatro mujeres por cada 1.000 participantes. Entre las que no participan, esta tasa se dobla, hasta alcanzar las ocho por cada mil.

Estas cifras equivalen a un exceso de fallecimientos entre las mujeres que no se benefician del programa de cuatro por cada mil, de manera que, por cada muerte que se evita a través del plan se diagnostican y se tratan dos cánceres más.

Las últimas cuatro rondas completas del programa evaluadas son las realizadas entre 2006 y 2015. En ese período, se llevaron a cabo más de 675.000 citaciones y el porcentaje de participación alcanzó el 79,5%, por encima del 75% que aconsejan las guías europeas de calidad.

En total, se detectaron 1.732 tumores, lo que supone una tasa de 3,23 por cada mil participantes. La tasa de cáncer de intervalo se situó en 1,15 por cada mil, con un resultado global de 620.

En la mayoría de los casos (1.114), el diagnóstico se realizó en estadios poco avanzados y en el 75% no había afectación de ganglios en el momento de la detección.

Toda esta información se incluirá a partir de enero junto con la invitación que se envía cada dos años a las mujeres a las que se dirige el plan de cribado, aquellas que tienen entre 50 y 69 años.

Sanidad llama cada año a 65.000 mujeres en ese grupo de edad a participar en el programa, implantado en todo el Principado con garantías de calidad en el diagnóstico, tratamiento y seguimiento. A todas se les informará de la manera más objetiva posible sobre los beneficios esperados y los posibles riesgos, con el fin de favorecer su autonomía y fomentar la transparencia.

Por otra parte, el Servicio de Salud del Principado (Sespa) adquirirá en los próximos días dos nuevos mamógrafos de última generación y altas prestaciones que se instalarán, en el Hospital Carmen y Severo Ochoa, de Cangas del Narcea, y en el Sanatorio Adaro (Langreo), para mejorar el programa de cribado.

Con estas dos incorporaciones, el Principado culmina la renovación de estos equipos en todas las áreas.

La Consejería de Sanidad ha facilitado hoy estos datos con motivo de la celebración de Día Mundial del Cáncer de Mama.