Asturies sigue en el vagón de cola de la demografía española, con un descenso del 0,65% de población con respecto al año anterior, como hoy hemos conocido, y tan solo por delante de Castilla y León. La carencia de un modelo productivo alternativo genera desempleo y falta de oportunidades. Las y los jóvenes no pueden emanciparse, muchos se ven abocados a la emigración y los que se van, no regresan.

La actual oleada migratoria no se asemeja a la de nuestros abuelos. Quienes se van ahora no lo hacen con una mano delante y otra detrás, sino en la mayoría de los casos con titulaciones universitarias y con formación en idiomas. “La juventud asturiana que se marcha está a la cabeza de España en formación, pero a la cola en alternativas de empleo y emancipación. Lo hemos visto este mismo jueves en la prensa: los egresados de la Universidad de Uviéu lamentan la escasez de opciones en Asturies y corroboran que se van porque no les queda otro remedio, porque los están echando”, denuncia Lorena Gil, coportavoz parlamentaria de Podemos Asturies y candidata a la Presidencia del Principado.

Desde 2008 se han ido más de 41.600 jóvenes de entre 18 y 35 años, en un fenómeno migratorio sobre el que Álvarez Areces frivolizó en su momento tildándolo de «leyenda urbana». Esta diáspora se ha asentado como característica estructural y endémica en la economía asturiana, que expulsa el talento, que solo es capaz de retener a las personas jubiladas y que nos hace ostentar el dudoso honor de ser la comunidad autónoma más envejecida de España. “Si no se revierte esta tendencia, estamos condenados a la muerte paulatina de nuestra tierra, con sedación mientras duren las prejubilaciones, pero que será agónica en un par de décadas”, apunta la diputada. “Ante esta situación, los gobiernos reinciden en errores del pasado, liquidando industrias a golpe de prejubilaciones mientras anuncian medidas cosméticas que acaban siendo caricaturas de sí mismas, como el plan de retorno de talento del Principado, que ha conseguido llegar a la pasmosa cifra de dos beneficiarios”, añade.

En Asturies sufrimos desde hace décadas una reconversión industrial permanente, una transición que hasta ahora nunca fue a mejor. Los sucesivos procesos de reconversión desde los años 80 se han dejado por el camino más de 70.000 empleos. Como consecuencia, comarcas como las del del Nalón y del Caudal acumulan más de dos décadas consecutivas de descenso demográfico. Llangréu y Mieres redujeron su padrón en 545 y 534 personas, respectivamente. Y si en 1998 ambas superaban aún los 50.000 habitantes, ahora se sitúan por debajo de los 40.000, al tiempo que las estimaciones del Instituto Nacional de Estadística apuntan una pérdida de 90.000 habitantes en los próximos quince años.

El último episodio de esta desertificación industrial es el anuncio de cierre por parte de Alcoa de su planta en Avilés, que confiamos se pueda evitar pero que en todo caso es una parte del filo de la espada de Damocles que hay sobre el sector industrial asturiano desde la ola de privatizaciones impulsada en los años 90.

“Para revertir el declive demográfico es necesario universalizar la red de escuelas de 0 a 3 años, mantener el peso de la industria en nuestra economía, apostar por un modelo productivo alternativo que cree empleo y ofrezca oportunidades de futuro, y acabar con el aislamiento que sufre nuestra tierra por tierra, mar, aire, y en las telecomunicaciones”, concluyó Lorena Gil.