En un pueblo sin cobertura móvil, el teléfono fijo es la única garantía de comunicación de la que disponen los vecinos. Sin embargo, en la localidad cabraliega de Bulnes ni siquiera pueden depender de esa red, pues las llamadas entrantes fallan desde meses atrás, denuncian.
El problema, consideran, se remonta ya el verano, pero no se dieron cuenta hasta más tarde. «Pasa sobre todo cuando llaman del móvil al fijo», explica la hostelera Mercedes Mier. A pesar de que ellos sí pueden realizar llamadas, la situación repercute especialmente en los negocios, con reservas y proveedores con los que comunicarse. «Esto nunca había pasado», lamenta Mier, quien ya ha presentado una reclamación.
Otra vecina, Begoña Mier, fue consciente del problema cuando la alertaron allegados que llaman a la familia desde el extranjero. Ella es, junto a su marido y sus padres, de 82 y 80 años, de las pocas que resisten todo el año en la aldea enclavada en pleno Parque Nacional de los Picos de Europa. Apunta que desde tiempo atrás unos cables telefónicos yacen en el suelo, lo que temen que esté relacionado con la incidencia. «Vino un técnico un día y sacó una foto, pero nada más», explica por su parte José Manuel Martínez.
Este último episodio se suma al malestar que existe en el pueblo por falta de mantenimiento en infraestructuras como el camino desde el funicular o el puente. «El puente está rajado de las últimas riadas y el camino también está mal por eso, acabamos con los tractores», explica Mercedes Mier. Begoña Mier apunta a las trabas para ejecutar obras al ser un núcleo catalogado y a los problemas de la ganadería. «Es una batalla perdida, los lobos matan por el día y al lado del pueblo, yo nací aquí y hasta ahora no los había visto», cuenta.
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