
Desde este portal dedicado principalmente a la actualidad colunguesa, nos complace informar que ha sido fallado el Concurso Literario anual convocado por el Ministerio de Cultura y la Fundación Asociación para el Desarrollo Educativo y Cultural (ADEC), bajo el epígrafe “Lecturas en movimiento, conectando comunidades rurales”.
Este certamen, que rinde homenaje a las tradiciones, paisajes y gentes rurales de Castilla y León, Asturias y Galicia, ha otorgado uno de sus galardones a un relato asturiano de temática y autoría colunguesa. Su autor es Omar Pardo Cortina, natural de la parroquia de Sales y colaborador veterano de este portal, además de miembro de la Asociación Española de Militares Escritores (A.E.M.E.).
El relato premiado trata sobre la emigración ultramarina de finales del siglo XIX y principios del XX, una temática muy arraigada en nuestra tierra y especialmente en la parroquia de Libardón, de donde es oriunda la familia paterna del autor.
Según consta en el acta del jurado, la obra fue elegida entre numerosas propuestas por su calidad literaria y por su capacidad para transmitir el amor por nuestra tierra, nuestras costumbres y nuestras gentes. Desde aquí, trasladamos nuestra enhorabuena al autor y, en cierto modo, a toda la comunidad que representa.
Este relato, por cierto, ya fue publicado en su día en este medio, cuya finalidad es promover nuestro patrimonio y acervo cultural, de forma libre, independiente y abierta, sin más limitación que el respeto al sentido común y las normas básicas de convivencia.
BUSCOLU.COM sigue siendo, sin duda, la base de datos más amplia y documentada sobre el acervo cultural de Colunga, y este reconocimiento nos anima a seguir en esa línea.
ANÉCDOTAS POPULARES DE COLUNGA
Inimaginables historias sobre nuestros emigrantes de principios de siglo (XX, claro...)
EL BANDONEÓN DEL JOVEN CASIMIRO POLLEDO
Casimiro Polledo fue en su juventud un colungués de espíritu decidido y poco conformista, algo no muy común por entonces. Colunga, como muchos municipios del Oriente de Asturias, vivía sobrepoblada y con escasas oportunidades para sus jóvenes.
Con una formación limitada y escasa visión del mundo (apenas conocía Villaviciosa, y ni siquiera los miércoles de mercado), Casimiro decidió lanzarse a la aventura americana, animado por historias de otros emigrantes y con el apoyo de sus parientes maternos, los Caride de La Nozaleda, ya establecidos en Buenos Aires.
Con un billete de tercera y cuatro cuartos en el bolsillo, partió hacia Cherburgo, desde donde embarcó en el Gelria, un buque mixto con rumbo a Buenos Aires y escala en Montevideo.
Durante la travesía, el joven sufrió intensamente el mareo, hasta el punto de llegar enfermo y desanimado al puerto uruguayo. Aun así, su entusiasmo no se extinguió. En la cubierta del barco, durante la escala en Montevideo, Casimiro descubrió algo que le marcaría: un viejo músico rioplatense tocaba un destartalado bandoneón, cuyo sonido mágico lo atrapó al instante.
Poco tardó el pícaro músico en venderle el instrumento a un precio desmesurado, convenciéndolo de que podría hacerse rico con él. Casimiro, embelesado, entregó todos sus ahorros por aquel artilugio. Fue su primer “negocio”, aún antes de pisar suelo argentino.
Como era de esperar, los sonidos que lograba extraer del bandoneón poco tenían que ver con los del músico. Tras días de práctica infructuosa y la constatación de que el mercado estaba saturado de músicos sin fortuna, Casimiro aceptó que había fracasado.
Sin embargo, esa no sería su última derrota… ni su última oportunidad. A base de tesón, coraje y una negativa rotunda a rendirse, el joven emigrante acabó viviendo en una lujosa mansión en Mar del Plata, llegando a ser presidente del Banco Español del Río de la Plata, y uno de los personajes más influyentes del Cono Sur.
Nunca se olvidó de Colunga. Realizó importantes donaciones para cubrir necesidades locales y se convirtió en uno de los principales benefactores de la Escuela de Comercio de Colunga, de la que formó parte del patronato en Argentina.
Solía regresar a Asturias en verano, aunque también pasaba temporadas en el veraneo de la “Jet” de San Sebastián, al gusto de su mujer —hija de un emigrante colungués y de madre italiana— a quien atribuía la construcción de una extravagante casa llena de cúpulas, tejados y escaleras, más por capricho que por utilidad. No obstante, ella también se distinguía por su generosidad y profundo compromiso con los necesitados.
Esta es una historia de emigración. Una entre tantas. Una historia en la que, por fortuna, el destino sí sonrió. Porque el riesgo lo corrió —y más de una vez— y eso es algo que nunca se le podrá negar.
Entonces no decíais en Colunga que esti era muy burru p' Alcalde, ho... ¿Entós en que quedamos?