Desde hace un mes venimos hablando de la adecuación de la rotonda de entrada a Colunga, del ajardinamiento, del Taller de empleo, del dinosaurio. Hoy, lamentablemente, debemos hablar de vandalismo.

El vandalismo es un mal de la sociedad  actual. El no valorar lo público, lo de todos y el pensar que como es de todos cada uno puede hacer con ello lo que le viene en gana.

Hay ocasiones en las que hablamos del vandalismo de algunos jóvenes que no respetan el mobiliario urbano, rompen bancos y farolas, deshacen parques o se dedican a pescar los peces del estanque, pero, desgraciadamente hay días en que los protagonistas son las personas mayores.

Recordamos que hace años se pretendió recuperrar las jardineras de piedra construidas por D.Hernan en el muro del consultorio colungués.

Se limpiaron, se les quitó la maleza, se las rellenó de sustrato adecuado y se plantaron con claveles colgantes traídos de Holanda. Al mes la planta comenzó a colgar y echar hermosas flores colgantes y ese fue su fin. Cada jueves varias señoras del concejo -algunas con buenos negocios o sus maridos buenos sueldos- trepaban por el muro como Pérez de Tudela y se llevaban en la bolsa su botín sin rubor alguno. Ante tal expolio se decidió no volver  a sembrar, pues ni quienes hurtaban las florres ni quienes las veían hacerlo, impasiblemente, mostraban el mínimo interés por lo de todos.

Lo mismo ha ocurrido con los peces. Una vez aclimatados y reproduciéndose vienen cuatro descerebrados y se los llevan impunemente delante de varias personas que luego "no quieren problemas".

En Loreto se sembraron claveles turcos en las jardineras, y una vez nacidos eran pasto de la voracidad jardinera de personas que nos consta que tienen jardín y, por lo tanto, poder adquisitivo, entre ellas gentes de la urbanización próxima. Pero ya lo dice el refrán: Lo de manguela sabe que pela. Al final se acabaron retirando las jardineras.

Todo esto viene a cuento de que en los últimos días el entorno de la rotonda parece una concentración automovilística. Según cuentan hasta tres coches a la vez, con sus dueños metidos en harina, mejor dicho piedra, cargando bolsas y calderos con la dolomita blanca que va a cubrir la rotonia y que de seguir así lo hará a lunares.

El Ayuntamiento ha avisado a la Guardia Civil y a la Policía Local para que controlen el tema. La gente debe saber que este tipo de acciones tienen una especial gravedad por tratarse de bienes públicos y en caso de identificarse a los autores de actos vandálicos o hurtos las sanciones o penas suelen ser duras.