Los más pequeños tuvieron ocasión de disfrutar de una bonita tarde de Carnaval organizada por un puñado de chavales del pueblo que no pierden la moral y, contra viento y marea y otras tempestades, se crecen y siguen dando vida a un pueblo que está en horas bajas a muchos niveles.
Tras el desfile y la diversión hubo un excelente chocolate, del que damos fe de su sabor, acompañado de bizcocho o fayueles.
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