COLUNGUESES ILUSTRES del otro lado del charco.

Don Alejandro Caride y Suero-Valle

Muchos y muy poco conocidos – en su solar natal, digo – que menguados de recursos pero cargados de ilusiones, decidieron emprender una más que dudosa aventura allende los mares.

Unos, los más; no alcanzaban sus objetivos, y bastante hacían con sobrevivir, pues el retorno por lo general no era una opción, a veces incluso por falta de medios; otros sin embargo, los menos, los lograron con creces y tuvieron una enorme influencia económica y por tanto política y social en sus nuevos asentamientos.

Es el caso de Alejandro Caride y Suero - Valle, nacido en la Riera en el año de Nuestro Señor de 1.835, que a muy temprana edad se embarcó con destino a Buenos Aires, enorme urbe llena de oportunidades para gentes de agudo ingenio, incluso para las muy menguadas de recursos, que era el caso.

Duros fueron los inicios, pero aún así poco tiempo después nos encontramos a nuestro paisano al frente de un pequeño negocio que bien administrado fue poco a poco creciendo y proporcionando al hombre un capitalillo más que respetable para emprender otros trapicheos de mayor calado, que pronto volvieron a crecer bajo su eficaz batuta hasta hacerse con una considerable fortuna que le permitió sin tardar en demasía ejercer una considerable influencia económica a través de la Dirección de la Bolsa de Comercio y la Presidencia del Banco Español del Río de La Plata, en cuya fundación tuvo mucho que ver otro paisano suyo también natural de La Riera: Casimiro Polledo y Torre (Miro el de la Nozaleda) al que aquí hemos hecho referencia ya en más de una ocasión.

A partir de ahí el asunto fue coser y cantar, y no tardó en producirse el efecto llamada mediante el cual los Caride – su familia de la Riera – fueron poco a poco arribando al Río de La Plata donde a la sombra de su pariente  pronto progresaron de manera meteórica, convirtiéndose en una de las familias más adineradas e influyentes de todo el entorno.

Aguijoneado  por su esposa Mercedes Massini, de origen italiano devota católica, con la que tuvo 10 hijos, desarrolló una importantísima labor social, pues fue alma mater  de la Sociedad Española de Socorros Mutuos así como del Hospital Español, del Asilo de la Providencia, del Seminario Conciliar de Villa Devoto y de la Asociación Católica del Río de la Plata. También fue uno de los miembros fundadores de La Cruz Roja Argentina, contribuyendo muy generosamente además en todo momento con el Patronato de la Infancia por lo que en su día fue condecorado por el Vaticano con la cruz “Ecclesia et Pontifice” condecoración papal conferida a quienes hubieren demostrado un largo y excepcional servicio a la Iglesia católica o al Papa.

Don Alejandro falleció el verano de 1.914 en Belgrano en su lujosa Residencia “Villa Caride”, de la Calle Cabildo, obra maestra de singular hechura del afamado arquitecto Buschiazzo, propiedad que lamentablemente ya no existe en la actualidad, pues fue adquirida poco después de su óbito por las Hermanas Dominicas para ubicar el Colegio de Nuestra Señora del Rosario.

De todos estos lodos es heredera, como no, la posterior Fundación “CARIDE – TOYOS” que tanto contribuyó al desarrollo de su parroquia con la construcción y dotación para su funcionamiento de las antiguas Escuelas de La Riera, lamentable ruina hoy en día por cierto.

¡Pues eso…!