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Elementales historias desconocidas... o casi.

EL “MONUMENTO” DE COLUNGA.

Como hace unos días se habló de los Jardines de Tomás Montoto y del “Monumento” con motivo del vandalismo del parque (deterioro del águila recientemente restaurada, etc.) y por ende también del Parque Hernán Pérez Cubillas, que últimamente no levanta cabeza por diferentes causas, no todas ellas achacables al Alcalde bien lo sabe Dios, aunque bueno, no sé porque no, porque los Alcaldes en los pueblos para eso están… Para tener la culpa de todo.

Que la tengan o no eso es cosa que carece mayormente de importancia, porque si la tiene, pues la tiene, y en caso contrario se aplica el artículo primero y listo, eso de todos es sabido… alguien tiene que tenerla y para eso está.

Y digo esto por lo de la foto de les vaques que aparecieron paciendo ahí en el parque, y coño… de todos es sabido también que cuando se escapa algún animal, bien de San Juan, o bien procedente de Santianes parriba cuando se ve en zona urbana poco afín a sus características, lo primero que hace es ir hacia un entorno más afín a sus cualidades y claro, al parque va a parar, máxime ahora que tiene menos obstáculos de muros y vallados, eso pasó antes, ahora y volverá a pasar toda la vida de Dios y no quiero quitar la ilusión a nadie eh… que si Rogelio debe tener la culpa también de esto, pues la tiene punto, como debe ser…

Dicho, esto tan sólo hacer una breve reseña de la llamada “Plaza del Monumento” o simplemente “el Monumento” de Colunga, donde un curioso turista hizo a un vecino de la localidad en una ocasión la más simple pregunta del mundo por raro que parezca:

¿Y quién ha quitado entonces el monumento ese?

Y claro, su interlocutor no supo qué carajo contestar…

Pues nada más sencillo, vean…

Con motivo de la Guerra Civil Española, Colunga, como muchas otras poblaciones fue víctima de bombardeos como todo el mundo sabe, y todo el mundo sabe también que aquí tuvieron catastróficas consecuencias dejando sobre todo el centro de la población derruida, arrasada como un erial.

Eso ocurrió con un triángulo cuyos vértices de oeste a este, se ubican en el pasadizo con escalera Caja Asturias – Calle Real o Grande Covián y el otro en la esquina donde ahora se ubica la moderna fuente horizontal, o sea para los más entrados en edad donde estaba el surtidor del “Fuerte”
Eso no era una explanada, como ven en esas magníficas fotografías, era un edificio “mayor” donde su ubicaba una casa de huéspedes, y un grupo de casuchas de reducido tamaño anexas sin demasiado orden sitas todas ellas en el triángulo indicado delimitado por La Calle Real (en la época dedicada a D. Luis M. Cobián y ahora a su pariente Fco. G. Cobián) y la paralela a la misma o sea el ensanche primario denominada en la época Calle Pidal, no sé ahora cómo con el nuevo callejero, creo que Avenida de la Reconquista, no me hagan demasiado caso…

Pues todo ese grupo de construcciones fue arrasado junto a la hermosa Casa de la Farmacia y manzanas anexas en los bombardeos de la aviación Nacional de 1.937, y con posterioridad a la catástrofe, se desescombró quedando libre una explanada que fue preparada al efecto de construir en ella un grupo escultórico en honor a los caídos en el reciente conflicto.

¿Qué ocurrió entonces? Pues ocurrió que el citado mamotreto nunca llegó a construirse…

“ Por asunto de penuria económica, no están las arcas municipales para esos dispendios habiendo tantas necesidades perentorias”, se dijo…

Nada más falso, sin duda, pues piedra y mano de obra gratuita – y de sobra cualificada – era lo que sobraba.

La verdad es que el hecho de construir un monumento en honor a los vencedores no era del agrado del entonces más que influyente General Juan Vigón, a quien ya a espaldas suyas se le había dedicado una plaza que tuvo que aceptar tan sólo a regañadientes por razones de protocolo, así que esta vez se curó en salud y con un simple no en tono muy bajito cortó de raíz el ya planificado proyecto del que nunca más se habló hasta la etapa del Alcalde D. Hernán Pérez Cubillas, que ferviente partidario de la reconciliación nacional y de acorralar los ecos de la tragedia lo primero posible, jamás a pesar de las presiones de los más virulentos elementos del régimen, también cercernó definitivamente las ilusiones de algunos con otro no rotundo.

Y así es de sencilla la historia del “Monumento” de Colunga, sin monumento alguno.

¿elemental, no…?  Pueso, eso...