LEYENDAS POPULARES DE COLUNGA.  Los centollos patateros de Vistalegre.

Cosas de Cándido... (q.e.p.d.)

Estamos en Abril, y bueno, para qué contarles; es sin duda la mejor época para zamparse un buen centollo del Cantábrico (Nada que ver con los franceses y eso, eh… cuidadín), y si es centolla ya ni te cuento… En nuestra época no andaba la cosa tan restringida como ahora, que tal parece que lo hacen solo con ánimo de jorobar al personal, no sé, porque se podían pescar arcinos sin límite alguno (Eso de que ahora escasean no se lo cree nadie), pulpos los que quisieras y bueno, lo que es centollos ahora de finales de Febrero a Mayo buceando pirata – que me dicen que ya prescribió – también, ya que no te acosaban en absoluto aún estando prohibido entonces.

Aquí el que suscribe era uno de esos “piratas” junto a otros muchos que no cito por aquello de que alguno igual me la lía, pero en fin, algunos reventaron ya, otros aún andamos por aquí sueltos, y la finalidad del asunto era básicamente ir a merendarlos luego a Güerres donde Amador al Valle, o a Casa Pancho en Loroñe, menudes fartures con sidra, eso era vida…

Y hablando de centollos y su abundancia les relataré aquí y ahora (Hic et nunc), una curiosa anécdota relacionada con ellos de un curioso personaje más que conocido de todos ustedes, Candidín el taxista q.e.p.d. (No sé por qué el diminutivo, pues era hombre grande y corpulento, pero en fin…); así que nada.

Cándido era un muy peculiar personaje con un fino sentido del humor y una forma de vida un tanto extravagante, siempre de buen humor, elegantemente vestido con pañuelo al cuello y zapatos impecablemente brillantes. Tenía su peculiar distinción, que en casi todo se notaba, por ejemplo, su Taxi nunca fue un 1500 negro tristón de aquellos al uso, no,no, recuerdo que siempre era de color más llamativo y vehículo más pintón, más distinguido, recuerdo que uno de los últimos fue ese pintón Chrysler 180 de importación, un lujo para la época y de un color verde para nada al uso entonces en un taxi.

Cuentos y anécdotas jocosas del amigo Cándido hay a porrillo, pero esta tiene que ver con el primario asunto centollero, ya que preguntado nuestro amigo por unos turistas foráneos por la calidad y abundancia de nuestros pescados y, díjoles sin titubuear ni un ápice, con su guasa, que aquí los centollos ni se comían, y que era tal la abundancia de ellos que él mismo en su huerto de Vistalegre, ahí pegado al mar, tenía que levantase de la cama por la noche a espantalos ya que había tal plaga que salían y le arrasaban con les patates… Así que ya pueden imaginarse ustedes el resto del anecdotario, porque esta era de las suaves…

Bueno, lástima me da no tener una fotografía del pícaro y entrañable personaje, puesto que eso que dicen de que la cara es el espejo del alma, es verdaderamente matemático, no lo duden… De todas maneras ahí tienen una semeya de su pintón Chrysler 180 verde fosforito para que se hagan una idea de cómo se las gastaba. En su recuerdo y memoria. ¡ Entrañable y genial personaje Cándido, sin duda, estoy completamente seguro de que en el Infierno no está, nooo…!