María Pineda, por Javier de Montini

Golpe de pena y dolor. Joven, a sus 54 años, se nos ha ido María Pineda, una modelo muy popular y, además, una chica buena. Y recalco lo de "chica buena" valorando no su belleza sino su bondad. Por naturaleza, María procuraba el bien a las personas de su entorno

Conocí a María Jesús Pineda Rufino (Málaga, 7/11/1960) como "MIss Andalucía". Con sus hermosos 17 años, competía por el título de "Miss España 1978" en Playa de las Américas/Tenerife. Se ciñó la corona Gloria María Valenciano, de la isla de Lanzarote, y María Pineda fue proclamada "Miss Nacional".


Recuerdo que las 17 "misses" que entonces concursaban (una por autonomía) votaban a "Miss Simpatía". Bueno, pues, por graciosa y por generosa, ganó esta malagueña. Del mundo de la moda, no conozco a alguien - modelos, diseñadores, empresarios- que tenga la menor queja del comportamiento de María Pineda. Cuando su noviazgo con el bailarín Joaquín Cortés la convirtió en "famosa", en mujer de portada de revistas, jamás perdió la sonrisa ante la persecución de las cámaras. No es Joaquín Cortés artista que largue de sus idilios, pero a María Pineda siempre le deseó "lo mejor porque ella es de lo mejor".


¿Y qué decir de su modo de enfrentarse a una enfermedad tan grave como el cáncer de pulmón? Hizo público el diagnóstico, pidió comprensión y respeto a los medios y expresó su voluntad de afrontar el tratamiento, la quimioterapia, con toda su fuerza y su energía. Un cáncer de pulmón, decía, de mujer no fumadora. Un cáncer genético que se había llevado ya a los padres. 


Seis años ha vivido - convivido- con la enfermedad. Jamás la hemos visto decaída de ánimo. Jamás perdió su sonrisa de chica buena. Un día y otro día invocaba a Dios y al Cristo de Medinaceli el milagro de su salud, con ganas de ser feliz al lado de su amor, Emilio González, a quien había conocido antes de caer enferma: "Ahora que he encontrado mi hombre ideal, el hombre perfecto..." Planeaban casarse, pero no pudo ser. 


Eso sí, Emilio ha acompañado a María Pineda hasta el último instante en el hospital Carlos Haya. Hace un año, en la fiesta de los premios Naranja y Limón, María Pineda recogía, muy emocionada, el de "la excelencia" (Folli Follie): " Esto me da vida", decía. ¡Lástima! Esa vida que con tanto coraje apuraba se quedado corta. ¡Muy corta!