SOBRE EL ORIGEN DE LA TRADICION DE  SAN HILARION EN COLUNGA.

Sobre la "Fiesta el Felechu"

Enrique Caravia, natural de Colunga emigró a Cuba buscando mejorar su situación como muchos de sus compatriotas en esa época, pero al contrario que otros paisanos suyos que ya contaban allí con cierto apoyo de algún familiar o vecino un tanto situado que les facilitaban un tanto la integración en un mundo nuevo y totalmente desconocido, aunque las condiciones en principio no fueran las más idóneas – el denominado efecto llamada - pero al menos oportunidad por donde empezar había, que era el problema básico, un poco a la aventura ya que si las condiciones aludidas no se daban, no quedaba otra.

No resulta extraño pues, dadas las circunstancias que al poco tiempo nos encontremos en la localidad de Guanajuay, en el Occidente cubano a nuestro compatriota más que apurado, en la calle y sin medio alguno de subsistencia, ni siquiera un techo donde dormir.

Enterado el sacerdote de la parroquia más próxima D. José María del Valle – asturiano de Pivierda, carambolas del destino - de la situación de abandono de su compatriota vecino suyo de Colunga además, le abrió la puerta de su sacristía donde le montó un camastro y le dio albergue y apoyo hasta que su situación se fue enderezando Dada la circunstancia que en esa parroquia el Santo venerado era San Hilarión, no es de extrañar que fuera suficiente razón para que Enrique llevase prendado en su corazón al Santo que tanto le había protegido, a pesar – mala señal por cierto - de que fuera patrón de la abstinencia y ayuno perpetuo, así que desde entonces siempre guardó en la cartera su estampita y pasado el tiempo de regreso en Colunga su localidad natal en posición ya acomodada nunca se olvidaría del amor y la devoción por su Santo protector.

Y así el amor y entusiasmo por San Hilarión, sin más, prendió rápidamente en muchos, comenzando por su familia que a raíz de aquella estampita arrugada que siempre le acompañaba mandó tallar una imagen a un artista castellano, imagen que fue a parar a la Capilla de Santa Ana donde se venera desde entonces, dando origen a la fiesta Patronal de ahora que empezaron a celebrar en su honor parientes suyos y vecinos del barrio del Solrriveru sin escatimar medios ni sacrificios, tradición que se mantiene aún viva y consolidada ya hoy día más que nunca, así es como nació el Festejo de San Hilarión, patrono del barrio del Solrriveru en la villa de Colunga, celebrándose la novena desde entonces en la Iglesia parroquial donde era y aún es trasladado para la ocasión.

Así de emotiva fue, tanto la novena como la fiesta popular del barrio; donde, de madrugada se oían chirriar los carros del país engalanados, con gaitas y flores despertando a los vecinos para el acontecimiento. Luego ya surgieron ciertas costumbres que aún perviven como el descenso en "desca" del río Libardón, la verbena en principio con organillo en incluso cuando en malas coyunturas los medios escaseaban con la famosa orquesta a pedal de Vique el del Esllabayu – que era unipersonal- la subasta del ramu, la chocolatada, etc.

Lo demás ya lo saben más o menos, sobre todo que fue y aún sigue siendo conocida ahora como “La fiesta el Felechu” El por qué de esa denominación no se lo digo, que si se lo doy todo hecho no me trabajan ustedes nada, así que el que no lo sepa ya está preguntando por ahí que eso en Google, no viene, seguro; claro que después de esta reseña nunca se sabe…

POEMA TRADICIONAL A SAN HILARION:

“Colungués, contarte quiero cómo en Colunga arraigó la tradición de este Santo llamado san Hilarión, y al que con su santa gracia quiso enriquecerlo Dios, en las almas colunguesas la piadosa devoción.

Tres colungueses ungidos de santo y puro fervor, (Enrique, Segundo y Luis) en una conversación que amigables sostuvieron, esto se les ocurrió: implantar, sin detrimento de la santa devoción que a san Cristóbal le debe tener con santo fervor todo colungués amante de Colunga y de su Dios, de otro santo, de los tantos que nuestra Iglesia nos dio durante su larga vida, la piadosa devoción.

En la tan fraterna charla la discrepancia surgió: Qué santo sería digno de la nueva devoción. Elegiéronse dos santos para ver cuál de los dos la palma de la victoria obtendría el galardón. De dos barrios que eligieron de Colunga, se acordó darle uno a san Cipriano y el otro a san Hilarión.

Si fue el entusiasmo grande, la devoción fue mayor aquel año; pero el tiempo, que posee un arte atroz, de aquellos que a san Cipriano tuvieron como Patrón, les enfrió el entusiasmo, la devoción y el fervor. Por eso hoy vemos, gozosos, triunfar a san Hilarión.

¡Alégrate colungués! Que en vez de un santo es a dos las devociones que hoy brotan de tu noble corazón: La que a san Cristóbal debes tener con santo fervor por ser él de tu Colunga en realidad el Patrón y su protector glorioso, y a la de san Hilarión. Y otra hay más: la de la Virgen de Loreto, toda Amor. Colungués, hay en el cielo tres santos que con unción están por ti intercediendo en la presencia de Dios: La Virgen con san Cristóbal, y además...

¡San Hilarión Ahí tienen unes semeyes que confirman lo que les cuento.

Omar Pardo