Asturias sobrada de pactos y huérfana de proyectos - por Juan Vega

Si las cosas van mal, muy mal, será porque los que gobernaron lo hicieron mal. Dicen algunos que los males se arreglan pactando, y que aquí todo se reduce a pactar. La evidencia demuestra que esa idea es falsa, pues cada vez vamos peor, y siempre hay algún pacto detrás de nuestros desastres.

El análisis sobre la situación por la que atraviesa Asturias ha de ser compartido, por su evidencia, por más que siempre habrá discrepancias sobre las causas, aunque pocos podrán sostener -sin arriesgarse a carecer de credibilidad- que esas causas tienen que ver con el mal gobierno, puesto que de los gobiernos es misión pilotar el destino de las comunidades.

En el caso concreto de nuestro Principado, bien claro está quién fue el piloto que distrajo recursos sin cuento en inversiones inútiles, chiringuitos despilfarradores y sobrecostes injustificables: la entente cordial entre el PP y el PSOE, de la que salieron todo tipo de anomalías, a base de entendimientos injustificables como los que hicieron posible el bluff del Calatrava, el timo del Niemeyer, la quiebra de SEDES, los oscuros contratos de la TPA, las inversiones de fondos extraordinarios en inventos del TBO, el oscuro mundo de las mareas de suministros públicos, las subvenciones inexplicables e inexplicadas, la formación no reglada y las tramas jamoneras. Ésa es la historia de nuestros pactos entre partidos políticos, en los que se partía y se repartía.

El Oviedo de Gabino de Lorenzo y Agustín Iglesias Caunedo, siempre repartió el pastel a la perfección con el Principado de Vicente Álvarez Areces y Javier Fernández, y éste último sigue gozando ahora del asombroso beneplácito de la misma Mercedes Fernández que puso su nombre por delante de cualquier pacto de programas y principios con Foro, para expulsar del ejecutivo asturiano, a cualquier precio, a Francisco Álvarez-Cascos. PSOE y PP se pusieron de acuerdo, incluso, para presentar como normal el golpe de estado que Mariano Rajoy dio en Asturias, amenazando con los “hombres de negro” para impedir un gobierno de Foro.

Por eso, cuando se analiza el informe que acaba de divulgar la agencia Fitch sobre el comportamiento de la economía española en el período 2008-2013, y se comprueba que Asturias es la comunidad autónoma española que más ha visto deteriorarse su economía en esos años, el asunto debería llevarnos a meditar y cambiar el chip. El problema de Asturias no es un problema de acuerdos, sino como digo, de mal gobierno, como consecuencia de malos pactos en los que se reparte el pastel de lo público de manera indecente, sin atender a las responsabilidades propias de quienes han de regir nuestro destino colectivo.

De acuerdo con el informe de Fitch, “Asturias es la CCAA en la que la economía más se contrajo en los citados seis años. En concreto, la caída del Producto Interior Bruto asturiano superó el 9%, muy por encima, por lo tanto, del 5,96% que, según Fitch, cayó en ese año el PIB del conjunto de la nación. Inmediatamente por detrás del Principado se encuentran todas las regiones del sur de España”.

La lección de la expulsión de Foro del Gobierno de Asturias, a costa de añadir más sufrimiento y más decadencia de la que ya teníamos, para impulsar nuevamente un acuerdo PPSOE que se ha revelado como inútil para sacarnos del agujero, debería estimular a nuestros ideólogos para comprender que la cuestión no estriba en poner el acento sobre los pactos, sino sobre los programas y las recetas que llevan en su ideario los diferentes partidos. Es ese ideario lo que hay que analizar, para saber a dónde vamos, porque el pacto por el pacto ya sabemos a dónde nos conduce: a la nada en la que ya nos encontramos.