Vivo muy cerca del Hospital Carlos III (Madrid), ahora especializado en el tratamiento de enfermos con este virus tan agresivo que lleva el nombre de un río del antiguo Zaire, ahora Congo, y que ya ha acabado con la vida de dos misioneros españoles, Miguel Pajares y Manuel García Viejo.

Confiemos en que el equipo médico que la atiende, logre salvar la vida de la auxiliar de enfermería Teresa Romero que, por contagio, ha contraído esta grave enfermedad de la que, por descontado, no voy a hablar porque eso toca a los expertos. Y recalco lo de "expertos" refiriéndome no sólo a los profesionales de la medicina sino también a los informadores.


¡A los periodistas! ¿Cuántos días llevamos con el Ebola a vueltas en todos los medios: Periódicos, canales de TV, radio, redes sociales, el bar, la calle...? Con sólo dos muertos y una enferma por contagio, el virus del Ebola ha logrado asustar a ¿toda España? 


A muchos españoles, desde luego que sí. Hay inquietud, hay desasosiego, hay preocupación, hay miedo. Hay ALARMA SOCIAL. Y yo me pregunto: ¿De dónde viene o surge esa alarma? ¿De la gravedad del Ebola? ¿De dos muertes y un contagio? ¿No nos vendrá más bien de la mala, incluso pésima información, que los medios nos ofrecen de la mañana a la noche y no sólo en los servicios informativos sino en programas de entretenimiento y hasta en especiales en busca de audiencia, utilizando además el Ebola en el juego de la política...?


¡Qué periodismo, Dios! Si siempre hemos de informar con veracidad y con rigor, ¿no tendríamos que contrastar muy especialmente cualquier dato o declaración sobre el Ebola? En un tema así, digo yo, no hay que dar ni la más mínima cabida a rumores, bulos, especulaciones...

No hay que buscar opiniones encontradas, hay que recurrir a verdaderos expertos. Y de cajón: Hay que salvaguardar la intimidad del enfermo y su familia. ¡Incluso de los vecinos! Ahora bien, a lo mejor "vende más" la alarma social. ¡Pena de periodismo!