BRUTTI, SPORCHI E CATTIVI.

Sobre la inversión de valores, y eso…

Ni más ni menos que a Nietzsche debemos el descubrimiento de lo que él mismo denominó “ressentiment”.

Para que me entiendan los no iniciados en esto de la Filosofía, no hay mejor que un simple ejemplo:

Cuando un hombre – término genérico – que ya sabemos lo que hay, se siente a sí mismo inferior por carecer de ciertas cualidades naturales de carácter positivo – inteligencia, dignidad, valor, elegancia, integridad, honradez, compromiso moral, etc. – procura indirectamente como mecanismo de autodefensa afirmarse ante su propia vista negando la excelencia de tales cualidades es en términos filosóficos lo que se conoce como “inversión de valores” concepto de suma utilidad en el que se basa nuestro actual sistema político sibilinamente denominado “Democracia” y digo sibilinamente puesto que la denominación es absolutamente errónea ya que el término correcto para designar al mismo sería “Plebeyismo” que es precisamente el concepto inverso, puesto que el resentido, base mayoritaria del plebeyismo imperante odia por su propia naturaleza la excelencia y distorsiona el concepto de Aristocracia de raíz helena cuyo significado es también precisamente contrario al peyorativo cacareado hasta la saciedad que el resentido le otorga actualmente, puesto que tal concepto significa el gobierno de los mejores, o sea de los poseedores de la excelencia precisamente.

Es la total inversión de valores como digo ya que lo superior, lo excelente, la virtud, la honradez, la integridad, etc., precisamente por serlo padece una “capitis diminutio” y en su lugar triunfa lo inferior, traducido actualmente de manera grotesca esperpéntica y descarada en el encumbramiento de los mediocres en detrimento de los excelentes, algo extremadamente útil al poder real sin duda alguna, claro…
En esta clarividente frase de Ortega y Gasset – que poseía bien a las claras las cualidades de la excelencia – tenemos el criterio para discernir dónde el sentimiento verdaderamente democrático degenera en el mayoritario plebeyismo actual:

“Quien se irrita al ver tratados desigualmente a los iguales, pero no se inmuta al ver tratados igualmente a los desiguales, no es un demócrata, es un plebeyo”.

Y viene todo esto a cuento como base para que comprendan el motivo de lo que en nuestro solar ocurre en muchos aspectos aunque aquí y ahora simplemente me voy a centrar en el cultural.

Si ustedes consultan cualquier web Oficial de nuestras administraciones, local incluida – como no – podrán comprobar fidedignamente a lo que me refiero, puesto que las informaciones que ahí aparecen referentes a nuestro acervo cultural y a nuestro patrimonio tanto histórico, arqueológico como humano son realmente ridículas, chapuceras, erróneas y manipuladas, en definitiva, esperpénticas.

Las justificaciones esgrimidas son bien simples, y se basan fundamentalmente en que muy poco o nada hay que sirva de base para la elaboración de otra información de mejor calidad.

Nada de eso es cierto, no. Lo cierto es que el responsable de turno elegido con criterios políticos, dócil marioneta del poder, por tanto, y sin necesidad de cualificación alguna en su área de competencia de ninguna manera va a permitir que nadie ningunee su omnipotente ordeno y mando, y acudirá raudo a sus fuentes de confianza, por norma general “listos de oreya” y demás subespecies similares tan abundantes que en su mayoría que al no poseer cualidad excelente alguna tratan de tapar como sea los magníficos trabajos e investigaciones de personas con cualidades excelentes a los que boicotean con saña, puesto que aún sin pretenderlo, ponen en grave peligro su patética y humillante y rastrera supervivencia.

Simplemente aquí les citaré algunos investigadores y trabajos excelentes sobre nuestro solar que se ningunean de manera grotesca y que sustentan con base científica contrastada, la impostura de muchas de las grotescas incorrecciones, omisiones e informaciones ridículas y atrasadas – producto de los ineptos, mediocres e impresentables “listos de oreya al uso” – que vigilan con saña fielmente apoyados por las Instituciones que nadie “pise” su terreno, siendo culpables por acción unas veces u omisión otras de la grosera situación actual.

Existen actualmente excelentes trabajos sobre toponimia local – Sobre el origen del nombre de la población de Lastres, Colunga, La Isla, la incorrección de los nombres del Sueve, la Playa de la Griega etc.- que desmontan con clarividencia la sarta de patéticas estupideces que pueden leerse en cualquier folleto, portal institucional o web al uso, véase Comarca de la Sidra, portales Autonómicos, Municipales etc.

Se ningunean groseramente las aportaciones del emérito Catedrático González Barredo, q.e.p.d. natural de la parroquia de Lastres, que por más que intentó ceder parte de su magnífica obra al municipio gratuitamente además, ni siquiera fue capaz de que se le contestara a su ofrecimiento.
Se excluye por motivos de venganza política de la nómina oficial de escritores colungueses a D. Jorge Vigón, en su día premio Nacional de Literatura.
Otro tanto se hace, y por igual motivo, con la obra de una de las más significativas representantes de la Ilustración gallega vinculada a la parroquia de Gobiendes Dª Francisca de Isla y Losada.

Ninguna información hay ni por asomo de tres destacados pioneros de la fotografía, precursores alguno de ellos incluso de la industria cinematográfica que tienen cedidas sus colecciones a otros municipios e instituciones por habérseles rechazado en su día en el suyo propio.
Me refiero a los colungueses D. Victorino Aranda, Emilio Alonso, y al libardonés D. Pedro García del Mercado, sin ir más lejos.

Ninguna mención se hace en parte alguna a los prestigiosos juristas D. Víctor Cobián y Junco de la excelente familia Alonso de Cobián, en su momento Fiscal del Tribunal Supremo y cuyas obras aún sirven de texto en algunas Universidades, a su pariente el también excelso jurista D. Víctor Cobián y Frera, o a D. Juan de Argüelles y Valdés Caballero de la Orden de Montesa Ministro en su día del Tribunal de Ordenes y Regente Presidente de la Audiencia de Oviedo, eso ya por no hablar de D. José Joaquín de Isla y Mones aunque residente en Loja por matrimonio, natural de la parroquia de Gobiendes.

Naturalmente ninguna mención se hace tampoco, por razones obvias, a la faceta no militar sino científica del General D. Juan Vigón y Suerodíaz cuyo trabajos técnicos le hicieron miembro de número de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.

Tampoco sabemos nada sobre la faceta literaria de D. Luis Montoto y Cobián el prócer de Loja y mayor benefactor que tuvo este municipio en toda su historia a quien corresponde el honor antes que a muchos otros bien reconocidos en sus propios lugares de nacimiento de ser uno pioneros en escribir en lengua asturiana, patrimonio exclusivo hoy de la ruin progresía cutre-neobablista apesebrada de ahora que ningún mérito quiere reconocer a sus doctos precursores, a no ser que no sean de su “cuerda”, claro, no tienen más que ver la ausencia de referencias a la Biblia referencial de nuestro pasado lingüístico que no es otra que el “Vocabulario Dialectológico del Concejo de Colunga” de Braulio Vigón, publicado en su día por el C.S.I.C., aunque en una edición muy limitada.

Si tenemos que hacer mención a la extraordinaria obra publicada de los Gobernadores militares en Ultramar en la época Imperial D. Francisco Antonio de Carrandi y Menán natural de la parroquia de Sales, o D. Lorenzo Antonio de Granda y Balbín, de Lastres, ya ni hablamos.

Tampoco muy poco o nada se sabe del Obispo Frera natural de la parroquia de Sales, ilustre Doctor en Teología y Catedrático de Derecho que desempeño una ingente labor profesional y docente en el Virreinato de La Nueva España, o de los eruditos epistolarios de D. Benito Forcelledo y Tuero Obispo de Astorga natural de la parroquia de Libardón, ni de la heroica defensa de los intereses de la metrópoli que a la postre le costó la vida a D. Benito de Lue y Riega, último Obispo español de Buenos Aires natural de la parroquia de Lastres, que en ningún listado de eruditos ni web oficial alguna se mencionan.

De D. José María de Escandón y Lue notabilísimo historiador y paleógrafo natural de Luces ya ni hablamos por los vengativos motivos que todos conocemos ya, que aquí nada es casual, y las afrentas aunque soterradas y calladas perduran durante siglos.

De trabajos filológicos y etnográficos de autores tan prestigiosos como Zamora Vicente y su léxico de Libardón o de la notable aportación del profesor Fernández Álvarez sobre el influjo del castellano en la parroquia de Lue en ningún lugar se cita ni por asomo, por desconocimiento, supongo, pues aquí no vislumbro – yo al menos – cortapisa alguna.

No obstante sí que aparecen como por arte de magia en la nómina Oficial de Eruditos Colungueses, arribistas varios y plumillas de muy dudosa calidad que ni se sabe bien cuáles son sus méritos ni de dónde han salido.

Acercándonos un poco más a la realidad, esclarecedores trabajos sobre la toponimia de Lastres que dan al traste con la sarta de estupideces al uso, y otros varios de vital importancia para dar luz a la historia de la localidad desde principios del siglo XIX, en ningún lugar he visto citados, como no he visto citado el nombre de la Doctora Iglesias Echevarría, autora de estudios tales como:

“Dotación artística de la Iglesia de Santa María de Sábada de Lastres. Obras datadas en la Edad Moderna”; o “Los hermanos Robledo, mecenas de arte el Lastres”, eso por no citar ya su magnífica tesis doctoral referida Lastres y sus relaciones en el Arco Atlántico, que nació del deseo de conocer la historia de la villa de Lastres en la Edad Moderna en lo relativo a su arte, hasta el momento prácticamente desconocida.

Otro tanto ocurre con las especializadas investigaciones de la Doctora Cid, que junto a las de Mónica Santana y Gema E. Adán, hacen referencia muy concreta a nuestro solar con títulos tales como:

“Testimonios de un culto oriental entre los astures transmontanos. La lápida y el santuario mitraico de San Juan de la Isla , (junto a Gema E. Adán), en Boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos, 152, año LII, julio-diciembre 1998, pp. 125-146.”

“Nuevas aportaciones sobre el culto a Mitra en Hispania. La comunidad de San Juan de la Isla , en colaboración con Gema E. Adán, Memorias de Historia Antigua XVIII, 1997, pp. 257-297”

“El castro de Caravia y la Edad del Hierro en la Asturias Oriental: Caravia-Diadema de Moñes-Vadinienses”, Entamu, 16, 2009, pp. 87-113
Rosa María Cid y Mónica Santana. “

Imperdonables omisiones tales como “La Florida, su conquista y civilización por Pedro Menéndez de Avilés, obra cumbre del Doctor Ruiz y Caravia, natural de Gobiendes”, o la recalcitrante negativa a reconocer el verdadero blasón heráldico de Lastres, sustituido chabacanamente sin pudor alguno por un cutreinvento risible y verdaderamente grotesco, que avergüenza a cualquiera con dos dedos de frente, son tan solo algunos más de los sangrantes ejemplos de todo este estúpido y descerebrado sinsentido, aunque hay muchos, muchísimos más, no les quepa duda.
Y luego me dicen que lo de “A gustu del amu, palos al burru”, no lo diga, porque es ofensivo.

Pues bueno, entonces no lo digo, claro que con ganas me quedo, eh…

¡Pues, eso…!