¿FIESTA DE LA CONSTITUCION? ; ¿qué fiesta...?

Sobre engañifas y mentiras gordas, muy gordas....

OPINION:

 

¿FIESTA DE LA CONSTITUCION? ;

¿qué fiesta...?

por Omar Pardo, especialista en Historia militar.

 

Fiesta de la ignominia diría yo, día del monumental fraude que no pocos tienen que celebrar y con grandes fastos y jolgorios lo celebran, claro, es lo suyo…

¿Que a quién me refiero? Pues no es demasiado difícil, me refiero a la oligarquía financiera internacional y todos sus brazos de pulpo al capital desatado, a la partitocracia a la intelectualidad subvencionada, a la clase media y media baja autonómica bien cebada por cierto –colaborar con el fraude tiene premio – al aparato académico-educativo, a la corona, cubierta de gloria por cierto, a lo que últimamente en definitiva se ha dado en llamar creo que muy acertadamente “castuza”.

Todos ellos se prepararan – como no – para celebrar por todo lo alto el día de la Constitución, al igual que celebraron con grandes fastos y no menos despilfarro el 200 aniversario de la Pepa, nada más lógico ya que fue la base del sistema político que nos atenaza y nos humilla con guante de seda sobre mano de hierro.
La Constitución de Cádiz marca el inicio de todas las desgracias sobrevenidas a España durante los dos últimos siglos: disgregación y pérdida de los virreinatos americanos, cuatro guerras civiles para someter a un pueblo que se negaba a aceptar las innovaciones liberales, decenas de pronunciamientos militares, luchas a muerte entre los partidos, inestabilidad en los gobiernos, dos destronamientos, dos repúblicas, dos dictaduras, guerras coloniales, etc. Así hemos llegado a la Constitución de 1978 que padecemos.

Han pasado ya casi 40 años desde que a los pueblos de “España” se les impuso este ominoso documento político-jurídico.Años de dictadura nefasta del Estado y el capitalismo, de destrucción acelerada de la esencia concreta humana, inmoralidad rampante, aniquilación de la vida convivencial, imposición de las religiones políticas, de la sublimación del plebeyismo y de la laminación del saber, el arte y la cultura, de barbarie, aniquilación del individuo y deshumanización en suma.

El pueblo convertido en populacho y el ser humano degradado sin límites, envilecido y rebajado a un estado más propio de una ganadería industrial que de una sociedad 
medianamente civilizada, enfangado en valores “eternos” tales como el hedonismo, la codicia, la pereza, la debilidad, la sumisión, la cobardía, la agresividad hacia sus iguales y el respeto cerval hacia sus dominadores, robots del consumo, fácil presa de los “mass media” e intelectualmente hueco.

Un orden económico en definitiva destinado a embrutecer a las masas con el placer, la pereza, la irresponsabilidad y el consumo desenfrenado que ha dejado como resultado esto de lo que ahora muchos que nunca se imaginaron que se verían afectados ahora se lamentan, dejando la temible herencia de 6 millones de personas en paro, la pobreza avanzando en oleadas, una nación –por llamarla de alguna manera – que ha perdido su soberanía y un futuro sobremanera incierto, más bien negro.

Pero si la crisis económica es verdaderamente espantosa el desplome moral no es menos alarmante, algo que se aprecia claramente en el desplome de la calidad del sujeto y la destrucción lógica de la vida colectiva y convivencial, también es lo suyo…

Quienes apoyaron de la forma más fanatizada y durante tantos años la vigente Constitución, son los mismos que ahora pretenden hacer el paripé de reformarla, o imponer un nuevo régimen republicano, en definitiva repetir el gran engaño de 1.978 - como no - No pretenden otra cosa que seguir conservando privilegios a costa de quien todos sabemos.
Un proceso constituyente llevaría a la octava Constitución española que por necesidad sería tan nefasta como las anteriores incluida la policial y represiva de 1.931 y necesariamente dirigida a la destrucción de la esencia humana como la de 1978, hoy vigente.

Los males sociales y personales no tienen solución mientras no desaparezca la estructura que los sustenta y su báculo – la castuza- mientras no se elimine de la sociedad el adoctrinamiento y no haya un clamor contra la inmoralidad la rectitud, el compromiso personal y la ética – demasiado sacrificio – No necesitamos una nueva constitución ni una III república masónica como la anterior, necesitamos una revolución integral basada en nuestra identidad cultural propia y en nuestras raíces hispanas. Una revolución en definitiva en la que el Pueblo sea el soberano, no el estado.

La lucha tiene que ser en el exterior, en la sociedad, pero también en el interior, dentro de cada uno La Constitución Española de 1978 es un fraude vomitivo, un insulto a la ciudadanía, uno de los mayores engaños sufridos por el pueblo español a lo largo de su historia que fue capaz de destruir en tiempo record el trabajo de muchas generaciones de españoles de dejar como un erial una nación que avanzaba hacia el bienestar y la soberanía, que no sólo ha trastocado sus valores esenciales sino que deliberadamente los ha atacado y casi aniquilado, que ha convertido a la mayor parte de la ciudadanía en una masa ignorante y borreguil en un rebaño bien compacto al que conducen derecho al precipicio como no podía ser de otra manera con semejantes “pastores” que establecen las directrices para vaciar de competencias el Estado central a través a través de reparto autonómico y el inmenso botín, un poder judicial sometido, un simple reparto entre traidores en definitiva.

“Los españoles son iguales ante la ley”, mentira: el Rey, los partidos, y los jueces demuestran a diario este colosal engaño. “Todos los españoles tienen el derecho al trabajo y una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia”, mentira: las estadísticas millonarias de paro y pobreza evidencian tan escandaloso embuste. “El derecho a una vivienda digna y adecuada”, para que hablar…

 

“La independencia de la Justicia respecto a los órganos políticos”, mentira. Los autores de este engendro no puede considerárseles sino verdaderos asesinos de la libertad colectiva por parte de los oligarcas. Los culpables de esta traición son parte de la historia negra para vergüenza de sus descendientes y de las generaciones futuras, como son los que por visible egoísmo plebeyismo y maldad a sabiendas se prestaron a representar y avalar esta farsa infame y esta traición SOBERANA a un pueblo, lamentablemente el suyo.

 Omar Pardo.