Los camelos de Caunedo: el Paseo de la Excelencia, una foto a 18.000 eurazos (Por Xoaca Bobela)

Ya ven qué bonita fotografía de Agustín Caunedo con Manuel Campo Vidal. Reportajes en video con pomposas declaraciones.

Miles de ovetenses votando por Internet durante los días que duró la resaca del lanzamiento publicitario. Los lugares comunes de siempre, participación ciudadana, sufragio activo en la Web municipal que mantiene ahí la página de las votaciones triste y sóla, como Fonseca. Los ciudadanos deciden: ¿deciden qué? ¿Se puede tomar así el pelo a la gente sin consecuencia alguna?

El hecho es que después nada. Nadie nos cuenta qué se votó, y eso que había un mes de plazo, porque nadie preguntó que pasó con éste embeleco, al fin y al cabo, otro de tantos camelos caunedianos. Se pagó la factura a Campo Vidal por unos folios en los que se vendía la moto, aquí paz, y después gloria. A correr. Fantasías para los tiempos de la cólera. Pagan dinero por anunciar chorradas a bombo y platillo, pero como nadie paga dinero por explicar que las chorradas son chorradas, nadie se acuerda de este patético timo.

Del Calatrava al Paseo de la Fama, el coste del humo ha pasado de los locos proyectos gabinianos a razón de 350 millones de euros la pifia, a los diarios camelos caunedianos, a 18.000 la pieza, precio límite del contrato menor con adjudicación directa por razones “artísticas”. El artista lo vale. ¿Hemos mejorado en esta evolución del monstruo calatraveño de legislatura, a la tomadura diaria de pelo a 18.000 la foto con famosillo? Habría que echar cuentas, e igual resulta que sumando los camelos de a 18.000 a dedo, nos sale más barato el Calatrava.

Hemos pasado de las grandes monstruosidades inútiles a las pequeñas megalomanías que no se ejecutan, pero que día tras día llenan La Nueva España de engañifas de baratillo. Si alguien coge la colección de periódicos de los años que Caunedo lleva en la Alcaldía, desde que Gabino de Lorenzo le señaló con su dedo como alcalde accidental, y hace un inventario de todos los proyectos presentados y pagados, sin ejecutar, ni visos de ejecutarse jamás, podría concluir que las fotografías con las que Caunedo se construye esta extraña fama de camelista profesional, cuestan a los ciudadanos un congo, a cambio de nada.

¿Vaciamos la hemeroteca y hacemos un inventario de las chorradas parecidas a ésta que se vendieron en La Nueva España, día tras día, a lo largo de los tres años de legislatura caunediana? La suma mete miedo. Y más si añadimos el coste publicitario y el intelectual de la oligofrenia generalizada que produce este periodismo de pago.