EL PADRE GULLÓN,  EL CIELO Y EL INFIERNO…

Sobre hombres buenos...

EL PADRE GULLÓN, 
EL CIELO Y EL INFIERNO…

Es noticia estos días en la prensa de medio mundo el Padre Gullón, un dominico asturiano paisano nuestro de Colunga.

El Padre Gullón o Miguel Ángel, como prefieran, está en el ojo del huracán por lo que siempre estuvieron los hombres de bien, de una u otra ideología, religión o forma de pensar, equivocada o no:

Por ponerse al frente de los humildes frente a los abusos del poder.

Entre sus manos pegado al pecho, sujeta un Cristo clavado en la Cruz de madera, un símbolo que consigue parar los pies aún hoy en día a quien no haya ennegrecido su alma por completo.

No es el caso del aparato de poder que sabe muy bien a quien se enfrenta y las consecuencias que puede acarrearle.

No es nada nuevo lo que ocurre, es algo más viejo que el mundo, y también lo son sus consecuencias, y por eso el Padre Gullón, ahora como otros en su día y más que vendrán después corre un grave peligro, porque el enemigo y los pusilánimes que lo sustentan tienen el alma ennegrecida por completo y él sabe muy bien que ni respetarán el Crucifijo que lleva en sus manos, ni respetarán su vida llegado el caso, ni respetarán nada.

Pero esta clase de hombres son de otra pasta y lo son porque saben muy bien a lo que se enfrentan y asumen sus consecuencias, son hombres extraordinarios, valientes en extremo que son capaces de anteponer sus propios intereses a los intereses de los demás, hombres que no abundan, hombres que pretenden a toda costa evitar el infierno a sus semejantes, y créanme, eso tiene un mérito infinito, y lo digo, porque aquí el que suscribe de eso sabe algo, ya que a muy temprana edad y sin previo aviso Dios le abrió de par en par las puertas del cielo aunque de manera muy efímera para luego sin más contemplaciones arrojarle a las entrañas del profundo infierno en un abrir y cerrar de ojos durante un largo, larguísimo, infinito periodo de tiempo; y pueden creerme, el cielo es algo grandioso, elevado, espléndido, glorioso, paradisíaco, sublime en definitiva, pero el infierno es sucio, agónico, terrorífico, espeluznante, aterrador, escalofriante y pavoroso, y por ello estas personas cuya finalidad es tratar de sacar a sus semejantes de ese dantesco destino merecen todo el respeto el apoyo y la consideración del mundo.

Desde aquí, desde tu pequeño terruño no dudes que hay quien te apoya, te aprecia, y valora tu labor como se merece.

¡Animo Padre Gullón…!

Sabes que Dios está contigo, porque Dios siempre está de parte de hombres como tu.

Orgullosos de ser tus paisanos.