LA ULTIMA BOROÑA DE LA NACELINA...

Sobre el merecido respeto y reconocimiento a personajes populares...

LA ULTIMA BORONA DE “LA NACE” Según me indican por ahí – no sé cómo lo saben – por la I.P. esas famosa que no sé demasiado bien lo que es, supongo, la mayoría de los lectores que mariconean por aquí, son turistas y curiosos foráneos, así que por tanto, pues claro, como semejante fauna, tiene bastante más que ver con periodos vacacionales, fundamentalmente veranos, playa, calor y eso, que junto con las sin duda erróneas tendencias a no engordar, bien por cuestiones estéticas las mujeres sobre todo y por el colesterol y todo ese engaño prosionista para mantenernos vivos (muy argayaos, eso sí…) hasta muy vieyos – hay que vendernos los carísimos medicamentos de su perniciosa industria farmacéutica, no se hagan ilusiones - los hombres, pues nada, que la fauna referida si bien puede conocer otros platos estrella de nuestra bien surtida gastronomía de la Borona, aunque todos los años se celebra un afamado festival en nuestro solar, pues poco o nada, por las razones descritas, así que vamos allá, pues como dice el sacerdote en misa, es justo y necesario, sin duda… Y hablamos ahora de borona o boroña, porque hace unos días que nos dejó Nacelina Gancedo Valle, “Nace la de Segundo”, la de la tienda del Carril, que por cierto era – ahí es nada – la veterana de la comarca del Oriente, nacida en Carrandi hace la friolera de 104 años, sí, si, han leído bien ciento cuatro años… De todos es sabido que “La Nace” era famosísima aparte de por su extraordinaria calidad humana – que es lo más importante, no debemos olvidarlo, más que cualquier otra cosa boroña incluida, aunque parezca un sacrilegio - por sus Boroñes Preñaes, de hecho durante los últimos años del Festival Colungués de la Boroña (nombre habitual del pan de maíz desde principios del siglo XVII) participaba ya fuera de Concurso, porque siempre ganaba el primer premio… Según sus propias palabras que reproduzco textualmente: “A la masa hay que castigarla con los puños; amasar, amasar y aplastar fuertemente con los nudillos de los dedos; y seguir amasando y castigando hasta conseguir una masa suave, elástica, compacta… Después, ya “preñada”, encerrada en un molde de lata de dulce, cocerla lentamente en el horno…” Siempre me acuerdo de ver a mi madre hacer "les boroñes" en el "llar" de la casa, decía: “Era una piedra de grano en la que se quemaba leña hasta que estuviera muy caliente, la barría entonces con unas ramas de "lloreu" (laurel) para dar aroma y se cocía la boroña toda la noche bien envuelta con hojas de castañar y encima, ascuas de leña. Se hacia "sin preñar-" para diario o "preñada" para el día de Pascua. ¡Eso era un lujo! Por entonces no había harina de trigo para hacer pan, así que se usaba la harina de maíz para todo: boroña,"farrapes", torta... y cuando mi madre podía hacia unos "suspiros" con manteca de "gochu". Ahora la Boroña se puede hacer en todo tipo de cocinas, pero yo prefiero la de hierro atizada con leña bien seca. Hacer una boroña no es muy difícil. Hay que tener buenos ingredientes y algo de paciencia: Harina de maíz (yo la prefiero de molinos de agua), agua templada con sal (más bien poca), amasarlo todo muy bien y que no quede la masa dura. Después se cubre un molde con hojas de berza (antes no se usaban porque eran para el pote) o de castañar, se pone la mitad de la masa en el fondo y encima chorizos, tocino, lomo de "gochu" (esto depende de los gustos de cada cual) y se cubre con el resto de la masa. Todo ello se cubre muy bien con más hojas y se deja reposar unas horas. Después se mete en el horno a media temperatura durante unas dos horas y al horno fuerte otras dos (para unos dos Kilos de harina), atizando a cada poco Antes se usaban mucho como molde, esas latas grandes que había del Gaiteru y similares de dulce de membrillo de cinco forradas interiormente de hojas de castaño, y no se si será sugestión o qué, pero tienen un perfume inigualable. Para servir la borona se abre por la mitad y se vuelca el contenido cárnico de su interior para ser comido junto con la masa de pan cocida.” Mi último recuerdo de doña Nacelina fue de Diciembre de 2007, pues fue galardonada como paisana del año en la Feria de les Fabes de Colunga, precisamente junto a Rogelio Pardo (mi padre) Ambos recogían el reconocimiento de su labor profesional y de su calidad humana con el unánime beneplácito y sincero aprecio de sus vecinos, que es el mejor premio del mundo, sin duda... Ella, de Carrandi, por su dedicación a las labores del campo, y por ser, entre otras muchísimas cosas, la tradicional ganadora del concurso de boroña que cada año se celebra en la villa. Él, de Libardón, por ser uno de los mejores tallistas artesanos de la madera y por seguir en la brecha con la misma ilusión con la que empezó. Si hay cielo (No se hagan ilusiones los herejes, que lo hay…) allí estarán, seguro. Descansen en paz.