El periodista llastrín, director-adjunto de la Revista ¡Hola! José Antonio Olivar, colaborador de esta web, nos deleitó el pasado sábado con su tradicional pregón anterior al lanzamiento de los fuegos.

Al periodista le precedió glosando su figura, la conocida Patricia Rato, ex del torero  Espartaco, que habló de la carrera de José Antonio desde que se inició en el mundo del periodismo.

PREGÓN:

AZOR 2011


    Siempre que digo Lastres me santiguo por dentro
y desgrano el recuerdo de un lugar bendecido
por la naturaleza al ser punto de encuentro
en el que se dan cita lo mágico y lo mítico
pues Lastres  es la joya más bella de un Cantábrico
que le da luz y brisa con su bravo oleaje,
y rubrica en su costa con pálpito nostálgico
el milagro perenne de este genial paisaje,
su esplendor y su gloria, su más noble equipaje.
    Digo Lastres y digo siete letras clavadas,
que me repito a diario como una letanía,
y son azul recuerdo de una niñez marcada
por el hambre, que era el pan de cada día,
y la tuberculosis, la más cruel amenaza,
que a mis padres y hermanos un día se llevaría
porque era la guadaña que las vidas segaba
y de luto tintaba a miles de familias.

  De haber nacido en Lastres  yo me siento orgulloso.
Orgulloso me siento pues me sentí querido
y ayudado por cuantos a mi madre ayudaban
 en tiempo en que mi madre valerse no podía,
y generosamente una ayuda le daban
cuando, al llegar San Roque, las ganancias partían.
    Todos los que vivimos la maldita posguerra
sembrada de caciques, de miedos y de mitos,
supimos vivir siempre con los pies en la tierra
pues nos tocó sufrir  lo que no estaba escrito.

     Digo Lastres y evoco una época dorada,
un tiempo en que la pesca era como el maná,
que no caía del cielo pero la mar lo daba
y Lastres tuvo siempre su sustento en la mar.
     Digo Lastres y digo fábricas de conserva
-Colón, los Forascepi, Elías, el Mirlo, Llera...-
y puestos de trabajo, bocarte en abundancia,
costera de bonito, sardinas con mamparra
y merluza del Cantu y chicharrón a esgalla.
 

     Pero un día la pesca se fue por donde vino
y nos quedó la costa totalmente esquilmada.
Para los pescadores fue un revés del destino:
el porvenir del mar  ni es porvenir ni es nada.
   A Lastres que fue pueblo plagado de blasones,
villa de balleneros, de pescadores bravos,
se le fueron cayendo todas sus ilusiones
y empezó a prepararse para los tiempos malos.

    Pero ocurrió que un día llegó el “Doctor Mateo”
y comenzó el turismo a venir en riada
-os diré que, si no lo veo, no lo creo-
y había alguna gente que estaba entusiasmada.
     Después llegó el milagro- yo lo veo como tal-
de distinguir a Lastres como pueblo ejemplar.
Un grupo de llastrinos logró está distinción
porque luchó por ella hasta la extenuación.

    Pero yo me pregunto ¿qué ocurrirá mañana
cuando pasen los ecos del doctor San Cristóbal
y, de pronto, no estemos subidos en la ola
y el flujo del turismo apunte hacia otra diana,
y nos dé por pensar, metidos ya en desgana,
que fue todo una auténtica y pura carambola?

   Porque el día en que Lastres ya no salga en la tele
y se apague el recuerdo de Natalia Verbeke,
la maciza maestra que a Mateo volvía loco
-la verdad es que a todos locos nos  volvió un poco-
y que dejó plantada un día ante el altar...
cuando llegue ese día ¿qué es lo que va a pasar?


   Nos dejará la tele, se apagarán los focos,
y seguirá la vida y habrá que echarle agallas
porque de nada vale el colgarnos medallas
y las lamentaciones no nos valen tampoco.

  Y es que aquí cada palo ha de aguantar su vela:
si está claro que toda la pesca está vendida
y se hace muy difícil hallar una salida
porque aquí el que no corre no lo hace porque vuela,
habrá que coger, fuerte y con ganas, las bridas
y habrá ya que dejarse de tanta cantinela.

   Cuando llegue ese día Lastres no sé qué hará.
Tal vez sólo le quede reinventarse a sí mismo,
y su único futuro puede ser el turismo
Y si no es el turismo, futuro aquí no habrá.

   Como no están  los tiempos para lamentaciones,
y como la nostalgia no es buena compañera
hay que aceptar las cosas de frente y por las buenas,
siendo muy realista pues no hay otras opciones.

Igual que en “Casablanca”, el duro Humprey Bogart
le decía a una Ingrid Bergman a punto de partir
“no te olvides que siempre nos quedará Paris”
a nosotros, amigos, nos va a quedar el faro,
televisivo signo del doctor San Cristóbal,
si no para pasear si quedamos en paro
tal vez para soñar si cunde el desamparo.

   Nos quedará la punta del Castillo, el Penayu,
la casa de Don Pedro , nos quedará San Roque,
nos quedará el Escanu y la punta el Penote.

  Quedarán estos fuegos, las luces de bohemia,
la magia de unas noches de charla en el Azor
que es reunión entre amigos y es casi una academia
que a la vida le aporta cierta dosis de humor.

  Hoy no tienen cabida ni baza en  estos versos
política y partidos, alcalde o concejales,
en tales personajes el tiempo no malverso,
aunque va siendo hora de que sean más cabales.

   Y aquí ya me despido:  diréis “¡ Qué pesimista!”
Y es que  a mí no me gusta la píldora dorar.
Más que decir adiós os digo hasta la vista
Tenéis aquí a  un amigo: José Antonio Olivar.